Festival de San Sebastián

El cine español busca mercados en San Sebastián

Los operarios del Festival de San Sebastián ultiman los preparativos de la 63ª edición.

El cine español llena la 63ª edición del Festival de San Sebastián. No solo en la sección oficial, donde se pueden encontrar once producciones locales (siete de ellas a concurso), sino en otras líneas del certamen, como Nuevos directores, Zabaltegi, Velódromo, Perlas, Zinemira u Horizontes latinos. Regresión, de Amenábar; Mi gran noche, de Álex de la Iglesia; Lejos del mar, de Imanol Uribe; Truman, de Cesc Gay... Hasta 28 películas españolas llenan la programación. La abundante muestra de creaciones locales viene a sumarse a un curso de felicitaciones para el sector: el pasado año acaparó un 23,6% de la taquilla —la mejor cifra de la serie de datos— y películas como Ocho apellidos vascos, La isla mínima, El niño o Magical Girl dejaron testimonio de que la industria era capaz de dar títulos dispares y exitosos. 

Pero la alegría es relativa. Aunque la industria espera ocupar este año un 20% de las entradas —pese a que en la primera mitad del año la cuota de mercado ha sido un 60% más baja que la del mismo período del año anterior—, no todo está hecho. Las ayudas a la producción no alcanzan aún a las cifras de 2011 (60 millones para 2016 frente a 76 millones a principios de la legislatura) y los nuevos criterios de distribución de las subvenciones, que pasan a otorgarse antes de comenzar con el proyecto, y no después como se había hecho hasta ahora, están aún sin definir. El 63% de las películas no superaron los 100.000 euros de taquilla en 2014. El pasado año se estrenaron 87 películas menos que cuatro años antes.

"Las conversaciones con el Gobierno van un paso para adelante y dos para atrás", se queja Álvaro Longoria, director de The propaganda game, un documental sobre Corea del Norte que se podrá ver en San Sebastián entre el 18 y el 26 de septiembre, y productor de filmes como Alacrán enamorado, 7 días en La Habana o Habitación en Roma. Asier Altuna, director de Amama (a concurso en la Sección Oficial), señala que hay "un montón de propuestas y pocas ayudas. Es muy difícil hacer cine". Y Pedro Hernández, productor de Magical Girl (galardonada el pasado año con la Concha de Oro), lo resume elocuentemente: "Es imposible que, con España, por muy bien que vaya la peli, recuperes lo que vale la película. Lo que haces es mirar fuera".  

Él lo sabe bien. El paso de Magical Girl por las pantallas españolas les dejó una recaudación de 256.000 por 53.500 espectadores. En Francia, donde se estrenó el pasado agosto, igualó esas cifras en menos de un mes. "Es Francia, no se puede comparar", zanja Hernández. Longoria también lo sabe. Por eso, su película está orientada desde el comienzo al mercado internacional. Título en inglés, tema de interés mundial... "Una de las razones por las que la industria va mejor estos años", asegura, "Es porque los productores están siendo inteligentes. Gastan menos dinero o buscan inversión extranjera y mercado fuera de España, ya que este sabemos que no funciona". La sección oficial del festival es un ejemplo de esta estrategia. De las siete películas españolas a concurso, cinco son coproducciones: Truman (con Argentina), Evolution (con Francia y Bélgica), El rey de La Habana (con República Dominicana), El apóstata (con Uruguay y Francia), Eva no duerme (con Argentina y Francia). Solo Amama y Un día perfecte per volar, de Marc Recha, rodadas en euskera y catalán respectivamente, no siguen este modelo. 

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Paula Ortiz, directora de La novia (estará en la sección Zabaltegi), lo tiene claro: "La fortaleza de nuestros recursos es muy poca. Hay que buscar la unión". Ella lo ha hecho con Alemania y Turquía para levantar su adaptación de Bodas de sangre, de Federico García Lorca. "Es la mayor firma de la película, tanto dentro de España como, sobre todo, fuera. Aquí hay más prejuicios hacia sus textos", asegura, recién salida de una proyección para ultimar los últimos ajustes antes de su estreno. En parte por eso espera que San Sebastián le abra otras fronteras: "Es una de las mejores plataformas". Álvaro Longoria asegura que, a raíz de su programación en el festival, ya le han llamado de cinco certámenes más. Pedro Hernández sabe bien que la Concha de Oro a Magical Girl les permitió estar en alrededor de 80 festivales: "San Sebastián, más que aumentar la taquilla, hizo que la película existiera. Hizo, de manera indirecta, que TVE comprase la peli, y, de manera directa, que firmásemos una distribución internacional". 

Estar en San Sebastián es, para muchos proyectos pequeños (lejos de gigantes Mi gran noche o Regresión, que tienen asegurada la promoción y un más que probable éxito de taquilla), la diferencia entre el destierro de las salas y recuperar la inversión teniendo, al menos, una modesta carrera comercial. La novia, Amama y The propaganda game llegan con la distribución española asegurada y rezando por alcanzar la internacional. Por eso, Alberto Lechuga, coordinador de la revista especializada So Film en España y miembro del jurado del Premio de la Crítica, ve positivo el apoyo al cine nacional: "Hacen como Cannes o Venecia, que meten muchas pelis locales. Apuestan, además, por cineastas que saben que si están en la Sección Oficial van a tener una visibilidad mil veces mayor. Y hay un acierto importante: hay películas de todo tipo". Daniel Villamediana, cineasta y fundador de la desaparecida publicación Letras de Cine, duda: "A mí no me convence mucho esta sobreprotección del producto nacional, porque tiene que defenderse por sí mismo. Además, convertir el festival en un escaparate de estrenos hace que no tenga un criterio de programación claro".  

El viernes comienza la carrera para una veintena de películas. Si no hacia la Concha de Oro, sí hacia mercados más saludables que les salven de los números rojos. 

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