Banca

Sáenz deja el Santander con una pensión acumulada de 88 millones

El consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz

Conmoción en el sector bancario. El consejero delegado del banco Santander, Alfredo Sáenz Abad (Bilbao, 1942), comunicó al consejo de administración del banco la renuncia voluntaria a sus cargos de vicepresidente y consejero delegado de la entidad, dejando además de formar parte del consejo. Sáenz, que ha sido fundamental en la gestión del primer banco del país, acumula derechos de cobro por pensiones de 88,1 millones de euros. 

El máximo órgano de gobierno de la entidad informó que ha acordado nombrar nuevo consejero delegado a Javier Marín Romano, que se incorporó al grupo Santander en 1991 y que hasta la fecha era director general del banco y responsable de la división global de Seguros, Gestión de Activos y Banca Privada. Entre otros cargos, Marín fue consejero delegado de Banif.

Las especulaciones sobre el futuro de Sáenz  han sido continuas desde el año 2009, cuando fue condenado a tres meses de arresto e inhabilitación por un delito de acusación falsa. Fue indultado por el Gobierno socialista en noviembre de 2011. El Ejecutivo canceló sus antecedentes penales, pero en febrero de este año, el Supremo concluyó que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero se extralimitó en sus funciones al indultar a Sáenz.

La situación de Sáenz parecía a todas luces muy difícil de mantener, pero hace apenas dos semanas, el Gobierno aprobó un decreto, denominado de honorabilidad para directivos bancarios, que en la práctica podía facilitar que el consejero delegado y vicepresidente del Banco Santander, Alfredo Sáenz no fuera inhabilitado.

De hecho, este argumento es el que se manejaba ayer en el banco para explicar la salida: Saénz renuncia voluntariamente, aunque podría seguir, una vez que su honorabilidad está salvada. Resumen: me voy, no me echan.

Explicaciones del Gobierno

La explicación del Gobierno sobre el decreto que podría haber facilitado la permanencia de Sáenz fue que se aprobaba para reforzar los requisitos de experiencia y profesionalidad de los directivos de la banca, según anunció la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.

En la práctica, Sáenz era un banquero pendiente de que el Banco de España revisara su situación. Algo incómodo. Más si se tiene en cuenta que en algunas áreas económicas del Gobierno, su situación no se contemplaba con agrado.

El relevo de Sáenz pone fin a un tándem con el presidente, Emilio Botín, de 78 años que ha llevado a la entidad a mantenerse como el primer banco de la zona euro por capitalización bursátil. Con Sáenz al frente, el banco ha cuadruplicado su tamaño (1,25 billones de activos en 2012) y ha mantenido el aura de liderazgo.

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Ahora, hay un término que se abre paso: el de relevo generacional. Sobre ese punto, el banco no hace comentarios. No hace falta. Botín tiene 78 y una hija, Ana Patricia Botín (53 años), que dirige la filial británica del Grupo Santander tras encargarse de Banesto y a la que muchos ven en la cúpula del grupo.

La hipótesis del padre y de la hija compartiendo presidencia y consejería delegada, cuando se ha planteado, incluso en análisis de la prensa internacional, no era muy bien vista. El Grupo Santander como empresa familiar no arrastra las simpatías entre analistas. Sin embargo, el nombramiento de Marín como número dos podría facilitar la hipótesis sucesoria: un Botín, en este caso Ana Patricia, en la presidencia, con un número dos experimentado y con carrera por delante.

Junto al nombramiento de Marín como nuevo número dos de Botín, el banco decidió nombrar vicepresidente segundo a Matías Rodríguez Inciarte. El empresario Juan Miguel Villar Mir, por su parte, se incorpora al consejo como independiente. Guillermo de la Dehesa asume la vicepresidencia tercera y sustituye a Manuel Soto como presidente de la comisión de auditoría. En la comisión ejecutiva entra también la ex ministra de José María Aznar, Isabel Tocino.

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