Elecciones en Austria

La Austria donde ya gobierna la ultraderecha

El  aspirante ultraderechista a la Presidencia austríaca, Norbert Hofer.

En el inmenso aparcamiento colindante con el puesto fronterizo se han instalado dos enormes carpas. Las puertas están cerradas pero, a través de los cristales, se pueden ver pilas de mantas y de catres cuidadosamente almacenados. “Aquí pasa algo raro”, escribía nuestro compañero Christophe Gueugneau a principios de septiembre, cuando se desplazó a la localidad para conocer de primera mano cómo discurría el paso organizado de migrantes desde la vecina Hungría. En apenas unas horas, habían llegado miles de personas, en la miseria más absoluta. Los habitantes de Nickelsdorf, numerosos voluntarios llegados de Viena y la Cruz Roja se habían movilizado. Se entregaba comida, ropa, ropa de abrigo... Durante unas horas, los exiliados podían calentarse y comer algo, antes de seguir su periplo en tren hacia Alemania.

Hasta que Hungría decidió, a finales de octubre, cerrar sus fronteras con sus países vecinos de los Balcanes, la localidad austriaca de Nickelsdorf fue el principal punto de entrada a Austria. Por aquí pasaron unas 300.000 personas en seis semanas. “Estamos preparados, por si el flujo se repitiese”, asegura el alcalde Gerhard Zapfl. “Pero no es lo que queremos”. Este hombre, afable con la periodista extranjera, explica cómo hizo el esfuerzo, ante la situación extraordinaria desencadenada, por informar a través del periódico municipal, de las redes sociales, mediante discursos... con el fin de tranquilizar a los habitantes y evitar con ello las tensiones. “Estamos en una localidad de 1.800 habitantes. Algunos días, llegaban hasta 8.000 personas... No he vivido hostilidad alguna en público, pero en las redes sociales se han producido reacciones negativas. Muchos simplemente tenían miedo ante el desconocimiento general; había gente que llegaba de forma incesante, día y noche. ¿Cuántas personas más vendrían? ¿Se quedarían en Nickelsdorf? ¡No éramos capaces de dar respuestas!”, afirma.

Gerhard Zapfl es socialdemócrata (SPÖ), pero dice sentirse completamente desengañado con el canciller saliente –pese a ser de su mismo partido– Werner Faymann, que presentó su dimisión tras la primera vuelta de las presidenciales. El SPÖ, pilar de la segunda república austriaca, registró entonces el peor resultado de su historia, el 11% de los sufragios. Por vez primera, no concurría a la segunda vuelta de las presidenciales celebradas este domingo 22 de mayo. El partido parece completamente fracturado. “El 10 de septiembre, había casi 10.000 migrantes en las calles de la localidad”, cuenta el alcalde. “Llamé al canciller. Su secretaria me respondió que no podía atenderme... De hecho, nunca me devolvió la llamada, nunca trató de ayudar ante la situación que pasábamos en Nickelsdorf”. El resultado en las urnas fue rotundo. En la localidad, la ultraderecha del FPÖ consiguió casi el 44% de los votos en la primera vuelta.

Este sentimiento de haber sido abandonado por el Gobierno federal, por los partidos de Gobierno completamente desconectados de la realidad, está muy generalizado en el Estado de Burgenland, región agrícola oriental de Austria, en la frontera de Hungría. “Es la región más pobre del país”, asegura Werner Friedl, diputado socialdemócrata en el Parlamento regional. En una situación inédita, el SPÖ formó coalición con el FPÖ... y ambos partidos se repartieron los puestos del Ejecutivo del Land (Estado federado).

¿Anuncio de lo que podía haber sucedido este domingo con los resultados federales? Finalmente, el candidato del FPÖ Norbert Hofer no se impuso en la segunda vuelta. Si lo hubiera hecho, habría tenido dos posibilidades: convocar nuevas elecciones –algo que nunca ha ocurrido en Austria, donde la tradición política se basa en el compromiso y en las coaliciones– o buscar socios en las filas de los partidos en el Gobierno, el SPÖ, que ha nombrado entre las dos vueltas electorales a un nuevo canciller precisamente para permanecer en la próxima ecuación política.

A Werner Friedl no le hubiera sorprendido un escenario semejante. “Si nos sentamos a negociar antes y nos ponemos de acuerdo en el programa con el FPÖ, no tengo nada en contra de alcanzar un pacto con ese partido. No quiero excluir a una formación a priori”. Es más, en las instancias regionales el FPÖ se comporta, en su opinión, de manera correcta. “En el Gobierno regional es responsable de seguridad, de economía y de turismo, mientras que el SPÖ controla el resto de áreas, educación, economía, cultura, energía, medio ambiente, política familiar, agricultura”. Dicho de otro modo, el FPÖ “está completamente bajo control”, según el diputado, que cree que “los que bloquean todo son los conservadores y no el FPÖ”. Su único miedo, en caso de victoria del FPÖ, es el impacto internacional. “Tengo miedo de que Austria se convierta en víctima de un embargo económico”.

Telón de acero

También el alcalde de Nickelsdorf se muestra receptivo a colaborar con el FPÖ. “Se ve en el Burgenland, cuando se trata de responsabilidades, el FPÖ cambia de discurso. Ha dejado de comportarse como un partido en la oposición”. Sin perder la sonrisa, Gerhard Zapfl dice no entender las razones para imponer un cordón sanitario. “Si se prohibieran las alianzas con el FPÖ, se excluiría a los electores que, decepcionados por nuestro partido, han votado a la ultraderecha. Es el mejor modo de perderlos definitivamente... Al contrario, si les tendemos la mano, les estamos invitando a volver”. El alcalde está convencido: la experiencia en el Gobierno no ha favorecido al FPÖ. “Después de la coalición de Gobierno con los conservadores, a principios del año 2000, la ultraderecha se hundió. Es un partido que no tiene ideas. Sólo sabe criticar...”.

Criticar y generar división. Eso es lo que indigna a Hans hasta un punto inimaginable. Este hombre, de la generación del 68, tiene un bar restaurante en Nickelsdorf en el que organiza anualmente un festival de jazz bastante conocido. Este hombre, que en otoño abrió las puertas de su establecimiento a los refugiados, admite que vive en un país “muy conservador”. “Pero son los partidos en el Gobierno los que crean ese clima de intolerancia, quienes se inventan cabezas de turco, que hacen pensar que no hemos aprendido nada de la historia”. Hans se acuerda como si fuese ayer de la caída del telón de acero, en 1989. Entonces, decenas de miles de personas habían atravesado ya Nickelsdorf en apenas días... Por no hablar de otra página anterior de la historia. En 1956, tras la revolución de Budapest, decenas de miles de húngaros se exiliaron. La mayoría pasó por el puente de Andau, situado varios kilómetros al sur de Nickelsdorf. Iban a pie, con lo puesto, como hoy. “Austria vio llegar a muchos más refugiados durante la guerra fría y la guerra de los Balcanes que hoy”, dice Hans.

La campaña electoral ha girado casi exclusivamente en torno a la cuestión migratoria. La mayor parte de las personas llegadas el año pasado a Austria se dirigían en realidad a Alemania o Suecia. Sólo unas 80.000 presentaron una petición de asilo en Viena, antes de reinstalarse en algún punto del país. Es el caso de Abdelatif y Mamud, ambos llegaron en julio a Nickelsdorf, localidad a la que regresaron tras pedir asilo. Nickelsdorf forma parte de estas localidades austriacas que aceptaron refugiados en el marco del programa federal de reparto. 25 sirios viven en este pueblo desde el verano.

Los dos amigos se apañan ya en alemán. Tienen amistades en el pueblo, entre ellas Carmen, una mujer que se desvive por los refugiados. Mahmud ha alquilado una casa en la localidad. ¿La llegada de la ultraderecha de Austria? Para ninguno de los dos, que vienen de Siria, es nada nuevo... Pero Abdelatif ha seguido la campaña con mucha atención: “Norbert Hofer no es peligroso en sí mismo. El verdadero peligro, en mi opinión, es la progresión de estos partidos en Europa. Se está dando en Hungría, también en Francia... Pronto va a haber candidatos de la ultraderecha en todas partes. Eso es lo que me da miedo”.

25 demandantes de asilo en un pueblo de 1.800 habitantes, el 1,5% de la población. “Si todas las localidades de Europa hiciesen como nosotros, podríamos acoger a 11 millones de refugiados y no habría problema alguno. Por desgracia, no ha sucedido así...”, suspira el alcalde. Carmen lamenta también el egoísmo de los dirigentes, austriacos y europeos. “Esta forma de mirar para otro lado cuando todo esto ha sucedido al otro lado de la frontera, preocuparse sólo por el bien de su país no es mi manera de entender el mundo”. Carmen este domingo votó al candidato de Los Verdes, Alexander Van der Bellen. No lo hacía con mucha convicción, sino con la débil esperanza de impedir, pese a todo, el avance de la ultraderecha.

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Traducción: Mariola Moreno

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