Iglesia católica

La otra historia de Teresa de Calcuta

La otra historia de Teresa de Calcuta

La canonización de Teresa de Calcuta ha causado un gran revuelo en India. El pasado domingo 4 de septiembre, el Papa Francisco proclamaba santa a Agnès Gonxha Bojaxhiu. Sin embargo, la decisión no causaba ningún entusiasmo en el país que la hizo célebre y la importante delegación india presente en Roma, con motivo del acontecimiento, ha recibido numerosas críticas.

Es verdad, el primer ministro, Narendra Modi, ha declarado que los indios están “orgullosos” de la canonización de la religiosa de origen albanés, galardonada con el Bharat Ratna, la mayor distinción que concede la República. Envió a la Plaza de San Pedro a su ministra de Asuntos Exteriores, Sushma Swaraj, y ninguno de sus adversarios políticos quiso faltar a la cita: de Arvind Kejriwal, ministro jefe de Delhi y jefe de filas del Partido del Hombre Corriente; a Mamata Banerjee, jefe del Gobierno de Bengala Occidental, con capital en Calcuta, pasando por los dirigentes del partido del Congreso, todos presentes (a excepción de la presidenta Sonia Gandhi, ausente por razones de salud).

Esta aparente unanimidad arranca una sonrisa a Aroup Chatterjee, militante ateo oriundo de Calcuta, que este año ha reeditado su best-seller, publicado en 2002, Mother Teresa, The Untold Story (Fingerprint Publishing, marzo de 2016). “Mucha gente sigue sin saber quién era en realidad la madre Teresa de Calcuta”, cuenta a Mediapart. “Algunos indios creen que era una persona admirable, sólo porque Occidente la tiene en gran estima. El problema es que en India la escuela no anima a pensar por uno mismo. Al contrario, los que se atreven a pensar, a menudo, reciben un castigo”.

En opinión de Aroup Chatterjee, se presenta a la madre Teresa como una santa, no por lo que ha hecho, sino porque se identifica con un determinado sueño occidental. Y, por lo demás, nunca habría conocido la gloria de no ser por el periodista británico Malcolm Muggeridge, corresponsal en los años 30 del diario The Statesman en Calcuta, ya que fue el primero que habló de ella y que creó el mito.

En realidad, la madre Teresa es una construcción intelectual. En primer lugar, el proceso mismo de canonización se basa en una impostura. Para que alguien sea santificado, es necesario haber dejado este mundo en olor de santidad, pero –sobre todo– se requiere haber realizado al menos dos milagros. Y ésos que el Vaticano atribuye a la madre Teresa despiertan alguna duda. Se dice que un año después de su muerte (en 1997), la fundadora de las Misioneras de la Caridad supuestamente sanó a Monica Besra, una mujer de una localidad ubicada a 500 kilómetros de Calcuta. Ésta tenía un enorme tumor que desapareció, al parecer, tras la supuesta imposición de una medalla que perteneció a la madre Teresa. Ocurre que la interesada dice haber recibido tratamiento médico y desmiente el milagro. “Pese a que Monica Besra lo niega, lo mismo que sus médicos y el gobierno de entonces, la Iglesia siguió adelante en secreto con el proceso de canonización”, cuenta Aroup Chatterjee.

Entonces, en diciembre pasado, se obró el milagro: el Vaticano confirmaba que aceptaba un segundo milagro. Esta vez el que vivió un brasileño residente en Río de Janeiro que se curó del cáncer de cerebro que padecía después de haber rezado, con su mujer, a la madre Teresa. Marcilio Haddad Andrino asegura que siente “nada particular” ante la la canonización, a la que no fue invitado. “Como cabía esperar, el Vaticano fue a buscar al segundo sanado a otro hemisferio y mantuvo en secreto su identidad hasta el último momento, con el objetivo de no reproducir el error que había cometido con Monica Besra”, subraya Aroup Chatterjee.

Si India no ve con buenos ojos a la nueva santa no es sólo porque los hindúes no creen en los milagros, sino sobre todo porque Agnès Gonxha Bojaxhiu luchó a brazo partido por las conversiones al catolicismo, en un país-continente donde los cristianos apenas representan el 2% de la población.

“Trajo el amor a Dios a los marginados y a los oprimidos”, dijo en agosto el cardenal Oswald gracias, arzobispo de Bombay, antes de poner destino a Roma. En público, la religiosa de Calcuta era discreta en lo que respecta a las conversiones. En privado, por el contrario, se felicitaba por llevar al redil a las ovejas descarriadas, hindúes o musulmanes, a cambio de acogerlos en las leproserías o los cementerios, tal y como puede verse en un vídeo grabado en 1992, en una clínica de California (disponible en este enlace).

“No es que pretendiera maquillar sus actividades de caridad, simplemente era desconfiada. Sin embargo, a veces, se enfadaba con los que la veían como una enfermera. Repetía entonces que era religiosa, nada más que una religiosa, y estaba todo dicho”, recuerda Aroup Chatterjee. En India, los fundamentalistas hindúes no lo perciben así; ellos que organizan regularmente conversiones masivas a las divinidades Brahma, Shiva y Vishnu. Así como el Cuerpo de los Voluntarios Nacionales (Rashtriya Swayamsevak Sangh, RSS), la casa madre ideológica del Partido del Pueblo Indio (Bharatiya Janata Party, BJP), en el poder desde 2014, siempre ha metido a Teresa de Calcuta en el saco de los misioneros (de todo signo), que “hacen proselitismo con las minorías tribales y los más pobres del país”.

A medida que se acercaba la fecha de la misa de canonización de Teresa Calcuta, los partidarios del Hindutva, corriente de pensamientos que identifica el hinduismo con el nacionalismo indio, decían estar en shock por el homenaje de Narendra Modi a la religiosa albanesa. El año pasado, varios dirigentes del BJP denunciaron el “lavado de cerebro” que realizaban las Hermanas de la Caridad a los hindúes. Acusaban a la que llaman santa Teresa de Calcula de urdir “una conspiración dirigida a evangelizar India”, según Yogi Adityanath, padre hindú y diputado en el Parlamento federal de Delhi. Nada nuevo, precisa Aroup Chatterjee, las polémicas en torno a la madre Teresa no tienen nada que ver con el hecho de que la derecha nacionalista esté ahora en el poder.

Sea como fuere, en Calcuta, los indios están ofendidos con Agnès Gonxha Bojaxhiu, una mujer que llegó a la antigua capital del imperio británico en 1929 y que dio una imagen apocalíptica de una ciudad considerada, en el subcontinente, un faro cultural, que alberga numerosos intelectuales, poetas, escritores y artistas. “En los países occidentales, cuando se habla de Calcuta, a la gente inmediatamente se le vienen a la cabeza imágenes de leprosos, mendigos y de mutilados tirados en el suelo; la madre Teresa nos ha hecho mucho daño", precisa Aroup Chatterjee.

Y eso no es todo. Contrariamente las ideas del imaginario colectivo europeo, la hermana de velo blanco y franjas azules no pasaba su vida entre los pobres. “Después de 60 años, seguía sin hablar bengalí, pero fingía enseñarlo a los niños de la calle”, asegura nuestro interlocutor. Sólo sabía pronunciar en la lengua oficial local frases hechas como “rezaré por vosotros” o “sufrir te acerca a Jesuscristo”. Cada verano, en la época de lluvias, cuando se acercaba el monzón, salía pitando a Inglaterra o a Estados Unidos. “Iba muy a menudo a Roma, hasta el punto de que la princesa Diana nunca cumplió su sueño de reunirse con ella en Calcuta”, cuenta Aroup Chatterjee.

Agnès Gonxha Bojaxhiu viajaba a menudo en avión privado para entrevistarse con los mandamases mundiales. ¿Para conseguir apoyo moral o financiero? ¡Qué va! Su verdadera lucha era contra el aborto en todos los continentes, junto a Margaret Thatcher, Ronald Reagan y tantos otros.

Para el escritor y periodista Christopher Hitchens (fallecido en 2011), autor de un libro –The Missionary Position, Mother Teresa in theory and practice ("La posición del misionero, la madre Teresa en teoría y en la práctica") y de un documental –Hells Angel (El ángel del diablo, 1994, disponible aquí), en colaboración con Aroup Chatterjee, el no va más se produjo durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz, en 1979. Ante los peces gordos de Oslo presentó la interrupción voluntaria del embarazo como “el principal peligro que amenaza la paz mundial”.

Así las cosas, no sorprende saber que la madre Teresa no dejó de manifestarse en el seno de la Iglesia, como Juan Pablo II, contra la “teología de la liberación” y otras “herejías progresistas”, escribía Christopher Hitchens en noviembre de 1996 en Le monde diplomatique. Además, explicó: “Hay algo muy bonito en ver los pobres aceptar su suerte, sufrirlo como la pasión de Cristo. El mundo gana mucho con su sufrimiento”. La superechería era todavía mayor, siempre según Christopher Hitchens, porque Teresa de Calculta frecuentaba al dictador Haití Jean-Claude Duvalier, reverenciaba al exdictador albanés Enver Hodja y defendía a Charles Keating, uno de los mayores defraudadores de la historia financiera de Estados Unidos.

Estos impresentables, así como otros estafadores, financiaban las obras de Agnès Gonxha Bojaxhiu, en Calcuta y en otros puntos. Se estimaba que percibía unos 100 millones anuales y que la mitad de dicha suma iba destinada a evangelizar países en vías de desarrollo. Naturalmente, las cuentas de las Misioneras de la Caridad siguen guardadas bajo siete llaves. “Ahora que es ha sido proclamada santa, la madre Teresa y su mito irán a más. Lo mismo que las dudas en torno a su persona”, apuesta Aroup Chatterjee.

Traducción: Mariola Moreno

Leer el texto en francés:

Más sobre este tema
stats