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TVE se sitúa en junio por debajo del 10%, el nivel más bajo de su historia

Imagen de la sede de RTVE en Barcelona.

La 1 de TVE baja, por primera vez en la historia, del 10% su audiencia; en concreto, se sitúa en el 9,8, sin posibilidad real de remontar en los últimos días del mes. “Quedarse en un digito” es la mayor amenaza que enarbolan los programadores de las cadenas generalistas, cada vez que los responsables financieros hablan de la carestía de tal o cual producto televisivo; y lo hacen porque bajar del 10% no es solo un dato cuantitativo, sino la línea roja que separa estar entre los ganadores y el pelotón de cadenas que se mueven entre los segundones. En este mismo mes de junio, Telecinco lidera con un 13,8 y Antena 3 sigue en la pelea con 13. En los últimos diez años la competencia entre “las tres grandes” solía estar encabezada por Telecinco, pero con diferencias estrechas; de hecho, hay que remontarse a 2011 para encontrar a La 1 como líder, puesto que mantuvo entre septiembre de ese año y febrero del siguiente, momento a partir del cual el descenso ha sido ininterrumpido hasta hoy.

Hace justamente un año, Leopoldo González Echenique fue elegido presidente de la Corporación RTVE; al día siguiente tomaba posesión y se hacía público el nombre del nuevo director de Informativos, Julio Somoano, y el de director de RNE, Manuel Ventero. En ese momento, TV1 tenía una audiencia de 11,5%, a solo tres décimas de Antena 3; sus informativos eran líderes y RNE era la tercera emisora de España, con casi dos millones de oyentes. Pasados estos 365 días, La 1 baja del 10%, los informativos de TVE han perdido el liderazgo (sostenido, a trancas y barrancas, por el Telediario 1 la mayoría de los meses) y RNE ha perdido casi setecientos mil oyentes, tras el cese de Juan Ramón LucasToni Garrido, y días pasados ha sustituido a su director por Alfonso Nasarre.

Lo cierto es que los recursos con que el actual equipo ha contado no han hecho otra cosa que disminuir. Prácticamente inalterados los costes de personal, que suponen uno de cada tres euros, la rebaja de un 23% en la asignación del Estado ha supuesto que TVE haya renunciado a una parte sustantiva de sus espacios con mayor atracción popular. Así, no se renovó el programa a José Mota, clave en el importante prime time del viernes; otro tanto ocurrió con la serie Amar en tiempos revueltos, que había significado el liderazgo en la sobremesa durante años; se optó por no competir en la puja por los derechos de la Selección Española de Fútbol, o el torneo de tenis de Roland Garrós, y se abandonó la compra de estrenos de Hollywood y series norteamericanas de referencia. Si en lugar de programas concretos nos fijamos en bloque temáticos, el propio presidente de la corporación habla de un descenso de inversión de más del 75% en deportes, un 70% en magazines y un 50% en ficción. La actual programación usa y abusa de películas “clásicas” (es decir, viejas y mil veces vistas), trillados magazines, reubicación de presentadores para hacer lo mismo a distinta hora, y programas con gente hablando, gente hablando mucho que cuestan poco y cubren tiempo de parrilla. Con estrenos de escasos resultados –a excepción de Masterchef-, solo los costosos capítulos de Águila Roja y la eterna Cuéntame, permiten a la cadena pública dejar de ser irrelevante en la competencia.

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En este momento, uno de los compromisos capitales para la Corporación es lograr el acuerdo con la mayoría sindical para un nuevo convenio. El presidente se ha mostrado optimista en su última comparecencia parlamentaria, donde ha declarado “estamos a punto de cerrar un acuerdo de mínimos”. Según lo que ha trascendido de las negociaciones, el Sindicato Independiente, UGT y USO estarían de acuerdo en un recorte salarial cercano a los treinta millones de euros, siempre que se garantizara la permanencia de la plantilla de 6.400 trabajadores. En este sentido González-Echenique manifestaba en el Congreso que "la garantía o la estabilidad en el empleo va en el frontispicio de la oferta que hemos lanzado a los sindicatos", al tiempo que, previo visto bueno del Ministerio de Hacienda, aventuraba "el 30 de septiembre tendremos un convenio nuevo".

Con todo, el mayor peligro para la precaria estabilidad financiera de RTVE residía en el futuro dictamen de la Justicia Europea, que podía oponerse a la tasa que inyectan los operadores privados como contraprestación por el fin de publicidad en TVE, desembolsos que están recurridos por las empresas de telecomunicaciones ante el Tribunal de Justicia de la UE. Sin embargo, el recientísimo fallo a favor de Francia, en una denuncia similar, avalaría la normativa española y supondría despejar una incertidumbre valorada en 750 millones de euros.

En cualquier caso, el Gobierno tendrá que replantearse el futuro de la Corporación: ¿Un aumento de ingresos con la vuelta de la publicidad o el establecimiento de un canon? ¿Una disminución de gastos vía reducción de personal, eliminación de canales en TVE y RNE, y desaparición de organismos como la Orquesta y Coros? Se trata de decisiones costosas en lo económico, y también en lo político, porque lo que nadie sería capaz de asumir, es la desaparición de una radio y una televisión pública, que nos ha acompañado durante toda nuestra vida. Esa es la auténtica línea roja que ningún gobierno se atreverá nunca a traspasar.

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