libertad de expresión

Prisión para un pianista turco por blasfemar contra el islam

FAZIL SAY

Un tribunal turco ha condenado pianista y compositor Fazil SayFazil Say por blasfemia e incitación al odio a través de una serie de comentarios que hizo en su cuenta de Twitter el año pasado. Aunque en un principio la suspensión era de diez meses, el abogado del músico, Meltem Akyol, ha indicado que finalmente su cliente estará en libertad condicional si no reincide en un delito similar en los próximos cinco años. Este caso abre nuevos interrogantes sobre la transparencia y la libertad de expresión en el país gobernado por Erdogan desde hace una década.

El proceso se remonta a octubre del pasado año cuando Fazil Say, a los 43 años de edad, fue enjuiciado acusado de denigrar al islam. En una de las ocasiones retuiteó un verso del poeta persa Omar Khayyam , que hacía referencia a la hipocresía. "Decís que correrán ríos de vino, ¿es el paraíso un bar? Decís que todo fiel tendrá dos huríes (vírgenes), ¿es el paraíso un burdel?". En otros tuits se burló de ciertas prácticas religiosas y de los muecines, que en el islam son las personas que llaman a la oración.

Fazil Say, que ha tocado con las Orquestas Filarmónicas de Nueva York, Israel y San Petersburgo, y las Sinfónicas de Baltimore y Tokio, ha comentado en el pasado sobre el proceso que “es algo contrario a los derechos humanos universales y a la ley, y es triste para la imagen de Turquía". Entre tanto, la réplica desde el Gobierno turco no se ha hecho esperar. El ministro de cultura y turismo del país mediterráneo, Ömer Çelik, ha realizado unas declaraciones este lunes en las que no ha sido especialmente crítico con ninguna de las partes. "No le deseo a nadie a ser juzgados por las palabras que se han expresado. Esto es especialmente cierto de los artistas y personalidades de la cultura", ha subrayado.

Las opiniones de las figuras públicas en constante punto de mira

Los conservadores turcos se han vuelto más agresivos desde que el partido AK del primer ministro Tayip Erdogan, con raíces en la política islámica, llegó al poder, provocando temores de que las tradiciones laicas de Turquía estén siendo socavadas paulatinamente. Artistas e intelectuales han sido repetidamente blanco de Turquía por expresar sus opiniones.

En un informe publicado a finales del mes pasado, Amnistía Internacional ha manifestado cómo este país tiene “graves problemas con los derechos humanos más arraigados”. El propio Erdogan fue encarcelado en 1998 por “incitar al odio religioso”, tras recitar un poema del escritor otomano Ziya Gökalp, uno de los ideólogos del panturquismo (movimiento político cuyo objetivo fundamental es la unidad de los diversos pueblos turcos en un estado moderno).

Según señala Amnistía Internacional, Turquía es uno de los países que mantienen en vigor un número mayor de normas que restringen el derecho a la libertad de expresión. La organización ve con suma preocupación el uso frecuente del artículo 301 del Código Penal turco, que versa sobre el agravio a la identidad nacional turca, a la república y a los fundamentos e instituciones del Estado. La redacción amplia y poco precisa de la norma supone que se puede aplicar arbitrariamente para darle carácter delictivo a una enorme gama de opiniones críticas. Desde los tribunales se ha acudido a esta norma con el fin de procesar a periodistas, defensores de los derechos humanos y otros miembros de la sociedad civil que expresan en forma pacífica sus opiniones discrepantes.

Otros casos de escasa Justicia

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Los periodistas de investigación Ahmet Þýk y Nedim Şener están siendo enjuiciados en la actualidad por el cargo de apoyar las actividades de Ergenekon, una presunta red delictiva implicada en una conspiración para derrocar violentamente el gobierno. Las pruebas están basadas en su propio libro El ejército del imán y en unas conversaciones telefónicas grabadas con acusados de la causa contra Ergenekon sobre asuntos no relacionados con ningún delito.

En enero de 2009, Vedat Kurşun, director y propietario de Azadiya Welat, el único periódico en kurdo de Turquía, fue declarado culpable de cometer un delito en nombre de una organización terrorista y de hacer propaganda de una organización terrorista. La primera condena fue de 166 años y 6 meses. Tras interponer una apelación, fue absuelto del primer delito y penado a 10 años y 6 meses de prisión.

El abogado Selçuk Kozaðaçlý fue procesado en febrero de 2010 por pedir justicia por las muertes de reclusos ocurridas durante una operación llevada a cabo en 2000, cuando militares irrumpieron en 20 prisiones del país para poner fin a una larga huelga de hambre. En enero de este mismo año, en otra causa judicial, Kozaðaçlý fue acusado formalmente de pertenencia al grupo izquierdista prohibido Partido Revolucionario para la Liberación del Pueblo-Frente (DHKP-C).

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