PORTADA DE MAÑANA
Ver
El tribunal que vigila los contratos de Madrid avisa del "incremento sustancial" de los pagos fuera de control

Elecciones 2013

Angela Merkel o gobernar a golpe de encuestas

La canciller alemana, Angel Merkel.

En marzo de 2011, poco después del grave accidente nuclear en la central japonesa de Fukushima, la canciller Angela Merkel decidió que todas las plantas de este tipo de energía en Alemania cerrarían en el año 2020. Hasta entonces, la líder democristiana había sido una ferviente defensora de la industria nuclear y, de hecho, había anulado una ley aprobada por los gobiernos del SPD y de Los Verdes que preveía justamente eso: el fin de la energía atómica en Alemania para 2020. De la noche a la mañana, Merkel rectificó y dio un giro de 180 grados a su política energética.

La razón de este repentino cambio no era otra que las encuestas. Tras el desastre de Fukushima, una sociedad tan sensibilizada con el ecologismo como la alemana se mostró en un 71% favorable al abandono de la energía nuclear, mientras un 70% consideraba posible un accidente como el japonés y todavía más preocupante para los intereses electorales de Merkel, un 80% quería que el Gobierno de la CDU y los liberales diera marcha atrás en su decisión de mantener abiertas las centrales. Sin ningún empacho, la canciller declaró: “Fukushima marca un punto de inflexión en la historia del mundo técnico”.

En una palabra, Angela Merkel gobierna siempre a golpe de encuestas, intuye por donde soplan los vientos dominantes y se adapta a ellos. A la canciller le da exactamente igual incumplir sus programas o absorber las propuestas de otros partidos. Todo con tal de mantenerse en el poder y está claro que ese pragmatismo la ha llevado a rozar la mayoría absoluta en las elecciones alemanas con cerca del 42% de los votos.

Porque la hábil canciller consigue un doble objetivo: de un lado, incrementa sus apoyos y, de otro lado, disminuye los soportes de sus adversarios. Con aquel cambio de rumbo en la política nuclear, Merkel dejó a Los Verdes sin uno de sus principales caballos de batalla desde que la formación ecologista surgiera allá por los años ochenta. Más de un analista ha comentado estos días en Alemania que la dirigente democristiana ha desbordado por la izquierda, en más de un asunto, a los socialdemócratas del SPD y a Los Verdes. Los sondeos, pues, representan la Biblia para esta hija de un pastor luterano y la ideología pasa a un segundo plano cuando se habla de votos.

Con esta filosofía de no dejes que una buena propuesta de tu adversario, te robe sufragios en las urnas, Merkel no ha tenido ningún problema en la reciente campaña en apropiarse de dos medidas muy populares de su máximo contrincante, el socialdemócrata Peer Steinbrück. En un país donde no existe un salario mínimo interprofesional y donde los llamados minijobs han precarizado el mercado de trabajo, esta propuesta del SPD fue ganando respaldo según avanzaba la campaña. Merkel pasó de despreciar la idea a comentar que la estudiaría para finalmente comprometerse a llevarla a cabo si ganaba las elecciones. En la perspectiva de que era claramente la opción ganadora, muchos votantes partidarios de esa medida se decantaron por la CDU de Merkel, una vez asumió esa propuesta.

Merkel, la superviviente

Merkel, la superviviente

Tres cuartos de lo mismo ha ocurrido con la anunciada rebaja de los alquileres en las grandes ciudades que propuso Steinbrück. La sociedad alemana, en especial entre la gente de menos de 40 años, se decanta mucho más por los alquileres que por las viviendas en propiedad. Una mayor movilidad laboral y académica, una edad de emancipación familiar más temprana y una escasa obsesión por la cultura del ladrillo, como en el sur de Europa, explican que en las grandes ciudades el mercado de los pisos en alquiler supere con creces a las casas en propiedad. De este modo, una familia alemana típica no suele embarcarse en una hipoteca hasta que no ha rebasado los 40 años y cuenta con unos trabajos estables. Por ello, Merkel también reconoció en campaña que los alquileres se habían disparado en las grandes ciudades y prometió que aprobaría medidas para rebajar los precios.

Esta muy estudiada estrategia de la CDU, y en especial de la canciller, para captar votos en graneros muy distintos se completa con una ambigüedad calculada ante cualquier tema conflictivo. El ejemplo más rotundo se refiere a la equiparación entre los matrimonios entre heterosexuales y entre homosexuales que cuenta con un amplísimo respaldo en la sociedad alemana, más liberal de costumbres de lo que aparece en los tópicos. Así las cosas, el 74% de los alemanes se muestra a favor de legalizar el matrimonio homosexual, pero Merkel ha huido de un pronunciamiento claro por temor al ala más derechista y ultracatólica de su partido.

Especialista en lanzar balones fuera, Angela Merkel esperará a la decisión del Tribunal Constitucional sobre este tema y entonces legislará al respecto, si se ve obligada. Ahora bien, nunca gobernará Merkel en contra de los deseos de la mayoría. Programas, ideologías o convicciones quedan para los mítines o las declaraciones solemnes. Lo que importa de verdad es permanecer en el poder. Al precio que sea y con los ropajes que sean de menester.

Más sobre este tema
stats