ENTREVISTA CON ELÍAS NIKOLAKOPOULOS

“Llegar hasta el borde del precipicio era la apuesta de Varufakis y se ha demostrado errónea”

"Mantener a Varufakis y seguir su apuesta por llegar hasta el precipicio es uno de los errores a los que se refiere Tsipras"

Irene Martín

Catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Atenas. Es una figura de referencia en Grecia en el análisis de encuestas electorales. Matemático de formación, realizó sus estudios entre Atenas, París y Lausana. Ha colaborado en proyectos de investigación con el Centre d' Études de la Vie Politique Francaise (CEVIPOF) en París, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Budapest. Entre sus múltiples publicaciones destaca su investigación sobre “Partidos y elecciones parlamentarias en Grecia 1946-1964”. Su análisis sobre “El doble terremoto electoral de 2012” ha sido publicado en castellano en el libro Grecia: aspectos políticos y jurídico económicos de la crisis, dirigido por Irene Martín e Ignacio Tirado (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2015). Es colaborador habitual como analista electoral en el periódico Ta Nea y en el canal de televisión Mega, labor que compagina con su investigación sobre el impacto que las divisiones políticas de la década de los cuarenta en Grecia tuvieron en las elecciones posteriores.

PREGUNTA: Tras la aprobación en el Parlamento griego de las medidas que exigían los acreedores para seguir negociando y para facilitar liquidez a los bancos griegos, muchos se preguntan por la división que se ha evidenciado dentro de Syriza…

RESPUESTA: Efectivamente, esto es ahora mismo lo más preocupante. Los 39 diputados de Syriza que no han apoyado las medidas provienen de distintas corrientes internas. La mitad de ellos, aproximadamente, pertenecen a la Plataforma de Izquierdas liderada por el Ministro de Energía, Panayotis Lafazanis. Este grupo está ganando fuerza dentro del partido. Junto con otras voces disonantes dentro del Comité Central, han firmado estos días pasados una declaración muy crítica contra Tsipras. Ahora mismo, la mitad de los miembros del Comité Central son críticos con el Primer Ministro y podrían bloquear algunas de las decisiones críticas. Que Lafazanis diga que la Plataforma de Izquierdas apoya al gobierno aunque no vote a favor de las medidas que este ha propuesto en el Parlamento es mucho peor que si decidieran abandonar el partido –como algunos esperaban que hicieran– ya que seguirán votando en contra de todas las propuestas relacionadas con el acuerdo con los acreedores.

P.: ¿Cree que es probable un gobierno de unidad nacional?

R.: No, no lo creo. Tsipras ha dejado claro que no será el nuevo Papadimos (Primer Ministro de un gobierno de coalición tras la dimisión de Yorgos Papandreou) y que no tiene intención de gobernar bajo cualquier circunstancia. Uno de sus argumentos para lograr el apoyo de los diputados críticos de Syriza y de la población es que sólo apoyando al actual gobierno se podrá superar el viejo sistema de partidos. Un gobierno de unidad nacional daría continuidad a los que han sido los protagonistas políticos de Grecia hasta las elecciones del pasado mes de enero.

P.: Se habla de que, ante la pérdida de apoyos entre los diputados de su grupo parlamentario, Tsipras podría convocar elecciones anticipadas…

R.: Creo que es probable que se planteen pero no antes de que se llegue a un acuerdo definitivo, y eso será a finales de agosto/principios de septiembre. Ahí es donde Tsipras tendrá que tomar una decisión sobre cómo desbloquear la oposición interna que tiene dentro del Comité Central de Syriza. En Grecia, si se celebran elecciones dentro de los dieciocho meses siguientes a las últimas se utiliza el sistema electoral de lista de partido, en vez del de listas abiertas, que es el habitual. En este caso, Tsipras se puede ver muy debilitado porque el sector crítico, que ahora tiene más peso en el partido que entre los votantes, ganaría peso en el grupo parlamentario.

P.: ¿Cuáles cree que son los mejores argumentos que tiene Alexis Tsipras para convencer al pueblo griego de que han merecido la pena estos meses de sufrimiento y el desgaste que ha supuesto el referéndum?

R.: Para empezar, con este acuerdo se despeja la posibilidad de Grexit, y esto era muy importante. Pero, además, como ha dicho el Ministro de Finanzas, Efklidis Tsakalotos, el acuerdo incluye el reconocimiento de la necesidad de reestructurar la deuda y financiación para los próximos tres años sin que sea necesario volver a negociar dentro de unos meses.

P.: ¿Y qué le parece lo más negativo del acuerdo?

R.: Lo peor no son las medidas, que se parecen a las de la propuesta anterior, sino el tono de humillación y la inclusión de aspectos con mucha carga simbólica para los griegos como, por ejemplo, la vuelta de la Troika o el fondo de activos públicos.

P.: En estas circunstancias cabe preguntarse… ¿para qué ha servido el referéndum?

R.: Ha servido para que Tsipras obtuviera una legitimación masiva por parte de los ciudadanos, que dejaron claro con su apoyo al 'no' su aprobación de las decisiones de política económica que el gobierno había estado defendiendo en las negociaciones con los acreedores. Fue algo similar a un voto de confianza, pero de los ciudadanos. El referéndum también ha cumplido la función de deslegitimar definitivamente el viejo sistema de partidos.

P.: ¿Por qué convocó Tsipras el referéndum? ¿Tenía la seguridad de que lo ganaría?

R.: Lo convocó porque se encontraba entre la espada y la pared de los acreedores, por un lado, y la oposición interna de su partido, por otro. Podemos decir que fue una huida hacia delante. No tenía ninguna seguridad de ir a ganar. Es más, incluso tenían dudas de si serían capaces de organizarlo en tan poco tiempo. El resultado fue muy positivo en ambos sentidos. No sólo se ha reforzado la legitimidad del gobierno sino que ha sido un ejemplo de organización impecable en un plazo record y así lo han reconocido muchos.

P.: Mirando hacia atrás, y puesto que parece que en la propuesta de los acreedores hay un componente de venganza hacia el gobierno griego por haber convocado el referéndum, ¿cree que habría sido mejor no celebrarlo?

R.: Yo era de esta opinión incluso antes de que se celebrase. Creo que se debía haber firmado la propuesta que les hicieron los acreedores antes y no apurar tanto los plazos. Esta idea de llegar hasta el borde del precipicio era la apuesta de Varufakis y creo que se ha demostrado totalmente errónea. Además, el referéndum hizo que aumentaran las expectativas de la gente y eso hace que la vuelta a la realidad sea más dura. Esto, por no hablar del cierre de los bancos y del deterioro de la economía durante estas últimas semanas.

P.: ¿Y cree, que habría sido mejor que hubiera ganado el 'sí'?

R.: Una vez convocado, creo que lo mejor habría sido la victoria del 'sí' pero por poca diferencia. De esta forma, Tsipras habría tenido que aprobar el acuerdo por mandato popular sin que el resultado hubiera significado una gran derrota para el gobierno.

P.: Se ha dicho que la campaña previa al referéndum fue prácticamente monopolizada por los canales de televisión privados y por la mayoría de los periódicos, que se posicionaron a favor del 'sí'. ¿Con qué armas contó Syriza durante la campaña?

R.: Efectivamente, los canales privados y la mayoría de los principales periódicos apoyaron la campaña del 'sí'. El gobierno sólo pudo transmitir su mensaje a través de ERT [televisión pública recientemente reabierta], Avgi [el periódico del partido con una difusión relativamente pequeña], la estación de radio Sto Kokkino [también del partido] y el apoyo de Efimerida ton Sindakton, otro periódico que, a pesar de no estar vinculado al partido apoyó el 'no' durante toda la campaña. Pero se puede decir que su principal arma fue la propia campaña a favor del 'sí'. Los votantes vieron reaccionar con tanta beligerancia contra el gobierno a los que habían sido los protagonistas de la crisis hasta diciembre que finalmente optaron por votar en contra de ellos. Fue una campaña tan exagerada y tan alejada de la realidad que hizo que los ciudadanos que en algún momento se plantearon votar 'sí' acabaran desconfiando de sus promotores. La imagen sumamente catastrofista que se intentó proyectar en torno al cierre de los bancos y la situación económica del país no reflejaba lo que los griegos veían en su vida cotidiana. Ni los supermercados estaban desabastecidos ni el corralito tuvo implicaciones tan desesperadas para la población, que podía sacar hasta 60 euros al día. Es la primera vez que un corralito no ha tenido las consecuencias políticas esperadas. Tiene gracia recordar el principal anuncio electoral de Nueva Democracia durante la campaña electoral de enero y que se basaba en la idea de un “paréntesis de izquierdas”. En él se anticipaba con una exactitud asombrosa, fechas incluidas, lo que iba a ocurrir si Syriza ganaba (imposibilidad de llegar a un acuerdo, corralito…). Pero el anuncio finalizaba anunciando que Tsipras acabaría dimitiendo pasados unos meses y que Samarás volvería a ganar. El resultado, como se ha visto, ha sido el contrario, Tsipras ha salido reforzado y Samarás ha acabado dimitiendo.

P.: ¿De dónde surge el 'no' final? ¿Estaba oculto o fue un cambio de última hora?

R.: Las dos cosas y ninguna. Es posible que una parte de los votantes que optaron por el “no” lo ocultaran debido a la polarización. Pero es muy importante tener presente que las primeras encuestas que se hicieron justo después de que se anunciara el referéndum le daban un 58% al 'no'. Fue sólo después de que cerraran los bancos cuando vimos cómo las dos opciones estaban empatadas. El resultado final se parece mucho al que nos daban las primeras encuestas.

P.: ¿Por qué las encuestas no pudieron anticipar el resultado?

R.: El comportamiento de los votantes en el referéndum no ha seguido una lógica partidista. Por ejemplo, entre quienes habían votado al PASOK en enero un 40% acabaron votando 'no'. Lo mismo hicieron un 25% de los votantes de Potami y un 18% de los de Nueva Democracia. También los votantes de Aurora Dorada se han dividido entre el sí y el no, aunque la mayoría, un 80%, haya votado 'no'. En el caso del Partido Comunista (KKE), que hizo campaña por el voto nulo, la mayoría de sus votantes han acabado votando 'no'.

Lo que ha caracterizado al referéndum ha sido el apoyo o el rechazo a Alexis Tsipras. En otras palabras, lo que se vio en el referéndum fue un voto basado en la figura del Primer Ministro, ni siquiera del gobierno.

P.: ¿Y cuáles han sido, a grandes rasgos, los factores sociodemográficos que han resultado determinantes en el voto?

El nivel socioeconómico de la gente ha jugado un papel como en ninguna otra elección en Grecia. El ejemplo más claro es la diferencia que encontramos entre Kolonaki, que es un barrio acomodado del centro de Atenas, donde el 'sí' ha obtenido el 70%, y Pérama, que es un barrio obrero cercano al puerto del Pireo, donde el 'no' ha obtenido el 75%. Otro caso interesante es el de los votantes de Aurora Dorada. Si comparamos los barrios donde más apoyo obtuvo este partido en enero vemos que en el referéndum se han decantado por el 'sí' o por el 'no' respectivamente en función de que se tratara de votantes procedentes de la extrema derecha tradicional o de votantes que han sufrido las consecuencias de la crisis, respectivamente.

La edad también ha sido un factor crucial. Los jóvenes se han decantado abrumadoramente por el 'no'. Esto no quiere decir que los más mayores no lo hayan apoyado también. Durante los últimos años a Syriza le ha costado llegar a obtener el apoyo de los mayores de 55 hasta que en enero, por fin, consiguió muy buenos resultados entre los votantes del grupo de edad entre 55 y 64. Es en este grupo donde, cuando el lunes 29 de junio cerraron los bancos, se observó un mayor movimiento en la intención de voto del 'no' al 'sí'. Pero a partir del viernes anterior al referéndum estos votantes volvieron a su posición inicial, de forma que un 90% de los votantes de Syriza en enero acaban votando 'no'.

P.: Y la abstención, ¿le parece que se puede explicar por alguna razón como, por ejemplo, el miedo?

R.: Por lo que hemos podido analizar hasta ahora no parece que los que se abstuvieron en el referéndum sean muy distintos de los que se abstuvieron en las elecciones de enero. Incluso el porcentaje de abstención ha sido muy similar.

P.: Uno de los aspectos que más claramente caracterizó la campaña fue la polarización ¿En qué se notó? ¿Cree que perdurarán sus efectos en la sociedad griega?

R.: La polarización ha sido increíble. Ha habido todo tipo de insultos entre partidarios de cada una de las dos opciones. Pero creo que disminuirá. Las rápidas muestras de consentimiento a la labor negociadora del gobierno por parte de líderes de Nueva Democracia - como, por ejemplo, Dora Bakoyanni -, inmediatamente después del referéndum ya eran un indicador de que la polarización estaba retrocediendo. Este no es el caso de todos. Por ejemplo, el anterior Ministro de Sanidad, Ádonis Georgiadis, es uno de los que más han contribuido a la polarización. Pero, igual que hemos visto comportamientos muy agresivos, también ha sorprendido que, en el caso de algún miembro de Syriza que ha expresado sus dudas sobre la conveniencia del referéndum, las reacciones dentro del partido fueran mucho más respetuosas de lo que algunos habrían esperado.

Me gustaría conocer su opinión con respecto a algunas de las críticas más habituales que a menudo se le hacen al gobierno griego:

P.: Se dice que ha seguido una estrategia muy agresiva, especialmente Varufakis, y que por eso no cuenta con aliados entre sus socios de la Eurozona…

R.: Es verdad que Varufakis ha seguido una estrategia de confrontación. Cumplió su papel hasta que el 20 de febrero se logró un acuerdo para prorrogar el programa cuatro meses más pero, a partir de entonces, es posible que haya sido más perjudicial que otra cosa. De hecho, fue Alexis Tsipras quien ha tomado la decisión de sustituirle por Efklidis Tsakalotos. El Primer Ministro consideró inadmisible que, tras conocerse el resultado del referéndum, Varufakis hiciera declaraciones antes que él. Es más, Varufakis utilizó un tono triunfalista cuando Tsipras lo que quería enviar, precisamente, era un mensaje de unidad y moderación.

Aun así, no es cierto que el gobierno griego no cuente con aliados. Durante la última semana se han visto muestras claras de apoyo por parte del gobierno francés, tanto el Presidente François Hollande como el Primer Ministro Manuel Valls, y también del portavoz de los socialistas en el Parlamento Europeo, Gianni Pittella. Es cierto que lo hacen por interés propio, pero están apoyando al gobierno griego.

P.: También se han escuchado acusaciones constantes de falta de credibilidad ante la ausencia de reformas desde enero…

R.: Esa crítica me parece que está justificada. Es cierto que no han llegado a aprobar ninguna reforma de entidad. Podrían haber aprobado durante estos meses reformas que ya estaban comprometidas desde febrero como las que afectaban a las jubilaciones anticipadas, o al IVA, y no lo han hecho.

P.: Su acercamiento a Rusia es una provocación en toda regla…

R.: También estoy de acuerdo con esta crítica. Creo que, por mucho que el gobierno tenga motivos para dialogar con Putin como, por ejemplo, para intentar lograr rebajas en el precio del gas, no deberían hacerlo de forma tan ostentosa.

P.: Tiene el presupuesto en Defensa más alto de Europa. No se entiende que no se hagan recortes aquí dada la gravedad de la crisis ¿Se debe a presiones de Griegos Independientes, el socio de Syriza en el gobierno?

R.: No, no tiene nada que ver con presiones de Griegos Independientes. Grecia está ubicada en una posición geopolítica muy complicada. Tiene cuestiones fronterizas pendientes por resolver con la vecina Turquía, como la delimitación de las aguas territoriales y el espacio aéreo. Son muy frecuentes las provocaciones por parte del Ejército turco en esa zona del Mediterráneo. También se justifica un mayor gasto en Defensa por la necesidad de vigilar la entrada ilegal de inmigrantes. La geografía del país complica mucho esta tarea y Grecia es una de las principales puertas de entrada a Europa.

P.: Tsipras ha reconocido estos días que se han cometido errores y que asume la responsabilidad de los mismos, ¿a qué errores cree que se está refiriendo?

R.: La apuesta por mantener a Yanis Varufakis como Ministro de Finanzas después de haberse logrado la prórroga del 20 de febrero y seguir su apuesta por llegar hasta el borde del precipicio es uno de estos errores a los que se refiere. Pero también creo que Tsipras se ha dado cuenta de que fue ingenuo en cuanto al proceso de negociación con sus socios de la Eurozona, y en lo que se refiere a su control dentro Syriza.

P.: Y, ya para terminar, me gustaría que me comentara cómo ve los cambios que se están produciendo en Nueva Democracia y PASOK.

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R.: Creo que ambos tienen serios problemas. En Nueva Democracia no parece que haya nadie que cuente con suficientes apoyos para sustituir a Samarás. Meimarakis, el Presidente provisional, es un político excelente pero no tiene suficiente carisma como resultar electoralmente atractivo. El clan Bakoyannis-Mitsotakis representa sólo a una minoría del partido que es, en su mayoría, “karamanlista”. Pero, de momento, parece que Kostas Karamanlis no tiene intención de presentar su candidatura. En cuanto al PASOK, la nueva Presidenta, Fofi Genimatá, representa la posibilidad de lograr un consenso dentro del partido a través de la moderación. Sin embargo, dudo que el partido mismo esté aún en condiciones de poder recomponerse.

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Irene Martín es profesora de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid

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