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Opinión

El germen de la Troika

Por Jorge Fabra

A principios de 2010, un grupo de hombres vestidos con trajes oscuros aterrizaron en Atenas. Pertenecían a una institución global, surgida de los acuerdos de Bretton Woods, el Fondo Monetario Internacional, y a otras dos organizaciones regionales, surgidas como pilares básicos de la integración europea, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

Su misión era la de negociar los términos y condiciones del rescate a Grecia. Solo unos meses más tarde, lo que vino a llamarse como la Troika llegaba a Irlanda, y luego a Portugal y a Chipre.

En mayo de 2010, el entonces presidente del Gobierno de España, Jose Luis Rodríguez Zapatero, anunciaba en el Congreso de los Diputados un giro de 180 grados en la orientación de su política económica, obligado por los gobernantes de la Europa conservadora representada en el Eurogrupo.

Zapatero allanaba así el camino a su propia derrota electoral y sentaba las bases para que la derecha, una vez en el poder, aplicase de manera entusiasta la política de recortes indiscriminados que precipitaría a España al rescate financiero. Los hombres de negro todavía tardarían en llegar. Pero era inevitable. En junio de 2012 la Troika llegaba a España.

Las políticas de la Troika llevan consigo el germen de su propio fracaso. Grecia ha recibido fondos por un importe que equivale al 130% de su Producto Interior Bruto. 240.000 M€. Tres años después, el desempleo se sitúa por encima del 27%, el paro juvenil alcanza cotas insoportables y el PIB se ha hundido desde entonces el 20%.

Es como una guerra. Una guerra que además ha perdido la Troika. Si sus objetivos eran reducir la deuda pública y rebajar el coste de financiación del Estado griego, su derrota no ha podido ser más dolorosa para los griegos. La deuda pública griega alcanzaba en 2010 el 148% de su PIB. Según el FMI (Fiscal Monitor 2013) este año cerrará con una deuda del 179% sobre su PIB. Y todo esto a pesar de la quita a los tenedores de deuda publica griega que casi consigue acabar con Europa.

¿O sí han conseguido acabar con Europa?

Es el momento de recordar a Jean Monnet: “Europa se hará en las crisis y será la suma de las soluciones que a esas crisis se den”.

Desgraciadamente, hoy todavía es difícil esperar que el proyecto europeo salga de esta crisis reforzado y engrandecido.

En la gestión de la crisis se ha optado por mecanismos interestatales, no por transferencias de carácter no reembolsable. Esta falta de solidaridad se traduce en los préstamos bilaterales a Grecia, en los préstamos que concede el fondo de rescate, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, capitalizado por los Estados miembros, o en el activismo, más psicológico que real, del BCE en el mercado secundario de deuda pública.

La solidaridad no es solo un concepto moralmente superior. También es un concepto económicamente superior.

Los mecanismos de solidaridad interpersonal deslocalizarían los choques asimétricos repartiendo el coste entre el conjunto de la UE. Este sería el caso si se implantase, por ejemplo, el Fondo de Garantía de Depósitos Único, como parte de la tan necesaria Unión Bancaria.

La implantación de los eurobonos sería un mecanismo de solidaridad interestatal que junto con los de carácter interpersonal haría innecesarias las malas decisiones ad-hoc en reuniones agónicas del Eurogrupo.

Sí. Es cierto que aquellos países con posiciones fiscales más saneadas soportarían una mayor carga. Pero es precisamente la solidaridad la herramienta sin la cual Europa no tendría sentido. Hoy, los ganadores en esta crisis están siendo quienes recuperan con creces, en términos de menores costes financieros, sus aportaciones a los fondos comunitarios. Tal vez sean esos los intereses que dificultan el avance de una autentica solidaridad en la Unión.

Hoy la Unión Europea tiene 26 millones y medio de desempleados, de los cuales 6 millones son jóvenes y un tercio se encuentran en España. ¿Qué futuro está construyendo Europa a las generaciones venideras? Se preocupan mucho del coste intergeneracional de la deuda pública, pero –hablando de generaciones– solo destinan 10.000 millones de euros de dinero nuevo a combatir el desempleo de los jóvenes europeos.

Una política fiscal procíclica y contractiva, una política carente de sentido en esta crisis, está imponiendo una barrera adicional al crecimiento. La austeridad a ultranza no es otra cosa que despilfarro contractivo: infrautiliza la fuerza del trabajo y las capacidades productivas de nuestra industria y de nuestros servicios. Impide la reactivación y con ella malogra los objetivos de consolidación fiscal.

La doctrina de la austeridad expansiva ha resultado ser, finalmente, un fraude político y un fraude académico.

La crisis está siendo utilizada como la coartada que faltaba a poderosos intereses para conseguir lo que con crisis y sin crisis esos intereses siempre han querido: deteriorar la capacidad distributiva del Estado de Bienestar, en nuestra opinión, único fundamento que justifica la existencia de la Unión Europea ante los europeos y ante el mundo.

En mayo de 2010 surgió Economistas Frente a la Crisiscomo idea. Primero dimos un paso testimonial, fue un impulso moral. Otros economistas existíamos. Después Economistas Frente a la Crisis fue consolidándose porque, efectivamente… otros economistas existimos.

¿Cómo íbamos a permanecer impasibles, callados, ante una política económica que no sólo contradecía el más básico sentido común que los economistas adquirimos en nuestra formación académica y profesional y que, irremediablemente, nos abocaba al desastre que observamos y sufrimos todos los días?

Economistas Frente a la Crisis es una iniciativa impulsada por un grupo de economistas preocupados con la interpretación predominante de cuál es la auténtica naturaleza de la crisis, preocupados con el diagnóstico que de la crisis se está haciendo, preocupados por los principios del ordoliberalismo alemán que están informando su gestión.

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Y en nuestra preocupación, por encima de cualquier otra –en estos momentos de crisis, más aún, si cabe–, está subrayar los puntos que son comunes a las distintas posiciones progresistas porque las diferencias que entre ellas puedan existir… sólo son para nosotros elementos que deben enriquecer el debate, el pensamiento económico y las alternativas que el progreso social nos exige que concretemos. Porque nosotros sólo sabemos sumar. Nos negamos a restar.

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Presentación por Jorge Fabra Utray del acto de ECONOMISTAS FRENTE A LA CRISIS con ALEXIS TSIPRAS, en el Circulo de Bellas Artes de Madrid, el 30 de Mayo de 2013.

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