El vídeo de la semana

Lo pagaremos

Nos estamos quedando sin futuro. Y quien lo decide y planifica sigue sin darse cuenta o está embriagado de estupidez. Ya hace mucho tiempo que clama al cielo el recorte insensato en educación y el sablazo asesino a la investigación, que son, como sabe hasta el que asó la manteca, las vías por las que transita la única esperanza seria de futuro para cualquier sociedad. Sin educación y sin investigación se nos esteriliza, se mutila nuestro futuro, se nos mata como colectivo. Como literalmente se nos mata al someter a las leyes de la austeridad criterios que entran de lleno en lo humanitario, como la atención sanitaria o los miserables subsidios a los más débiles.

Es imposible que no cunda el desánimo ante imágenes como la que traigo hoy a esta columna. Seguramente ha pasado desapercibida para muchos; no ha ocupado portadas, no ha sido comentada, no ha tenido el privilegio de convertirse en cuestión de tertulieo, pero es la que, a mi juicio, mejor simboliza la degeneración de esta sociedad nuestra cuyos gestores siguen elevando el equilibrio del déficit por encima de cualquier otra consideración presente y –lo que es infinitamente peor, más insoportable, más intolerable- futura.

Veo y escucho a dos mujeres de ciencia, sabias por conocimiento y veteranía, que se ven obligadas a abandonar su puesto de trabajo y con él las investigaciones que tenían en marcha. Avanzan hacia la cámara Teresa Casals y Angels Sierra que llevan años tras la fibrosis quística y el cáncer. Años trabajando, buscando, persiguiendo soluciones a problemas tan importantes como la salud, como la supervivencia, como la vida. Su drama personal es el de cientos de miles de ciudadanos que van –vamos, quizá- a verse o a vernos perjudicados por la disolución de su talento y su trabajo en la incertidumbre de un futuro profesional impreciso, acaso inexistente.

Pero Teresa y Angels no sólo dejarán de investigar y, con ello, contribuir a una mejor calidad de vida de todos. Se me antoja que Teresa y Angels son el rostro y el ánimo de miles de investigadores españoles, vocacionales, trabajadores, generosos que van cerrando el quiosco o llevándoselo fuera porque desde lejos alguien decide que podemos pagar el precio de quedarnos sin futuro para tratar de arreglar un presente insoportable.

Cuando era más joven creía, como muchos ciudadanos, que la política era la herramienta indispensable para el bien común, que a su amparo se pensaba y decidía con perspectiva de futuro, sobre lo mejor para nosotros y nuestros hijos. Entre otras cosas, porque la gestión de la cosa pública se ponía en manos de quienes nosotros elegíamos de entre los mejores de los nuestros. Es evidente que ya no es así…y que quizá nunca lo haya sido.

En momentos como este, la imagen de derrota y desamparo de dos investigadoras solventes refuerza la impresión de que quien gestiona y decide no sólo no es el mejor, sino que ni siquiera es uno de los nuestros. No puede serlo quien sigue creyendo que por encima de la salud, la investigación y la educación puede colocarse cualquier otro criterio. De cualquier tipo. Porque supongo que alguna vez pensará qué clase de futuro está preparando para sus hijos o sus nietos...o no? Ah, bueno…que esto es demagogia. Vale.

Hasta la semana que viene.

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