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Y sin embargo se mueve

Qué te hemos hecho, Pàmies

América Valenzuela

Josep Pàmies es un horticultor catalán de gesto sencillo. Ataviado con una tradicional camisa de manga corta, un sombrero de payés y blandiendo en sus manos sus plantas mágicas conquista a los más incautos y a los ansiosos por encontrar una alternativa al sistema de las farmacéuticas. Alivia y engatusa con su discurso de tono despreocupado a los que, desesperados por lo duro de su enfermedad y de los tratamientos médicos, quieren escuchar que se curarán con algo natural que las grandes corporaciones ocultan porque no es rentable. Pàmies no es más que un charlatán, un curandero del siglo XXI.

El catalán afirma que el VIH y la hepatitis C no existen. Miente diciendo que son virus que jamás se han aislado y que se curan con infusiones de plantas, de las de su invernadero. Él llama a sus cultivos “las plantas prohibidas, plantas que curan”. Trabaja su imagen de luchador al margen de la mayoría. “La gente debe ser desobediente a la imposición de fármacos”, proclama e insta a sus seguidores a una “dulce revolución” a través de la asociación que ha creado para promover sus ideas.

Proclama que ajenjo chino o Artemisa annoa cura la malaria. Tacha a científicos de prestigio, como Pedro Alonso, que trabaja desde hace décadas en el desarrollo de una vacuna para la malaria, de estar loco por la gloria y ocultar que con una infusión de la planta se puede curar la enfermedad. Es cierto que esta planta contiene artemisina, que funciona para luchar contra el parásito que provoca la malaria. Pero no es nada nuevo ni prohibido. De hecho los fármacos hechos con esta molécula son el tratamiento habitual para combatir esta enfermedad.

Pàmies se apunta a un bombardeo y desliza que el zika está producido por las vacunas y que la familia Rockefeller tiene la patente del virus. Sobre el ébola afirma que se puede curar consumiendo las nueces de la planta africana Garcinia kola. Y de la stevia, insiste en que cura la diabetes y el cáncer que provoca, según él, la insulina que hoy en día se comercia.

Azúcar, el veneno de nuestra era

Recomienda su producto estrella, el MMS, siglas de solución mineral milagrosa. Asegura que regula nuestro organismo y elimina virus, cura el cáncer, la diabetes y la malaria. “Las monjitas de Montserrat se lo dan a los niños moribundos en Kenia y ellos se curan de la malaria en horas”, dice. Asegura que por dos euros que con la solución milagro es capaz de curar a 1000 enfermos, pero el Gobierno se lo impide prohibiéndolo. Lo cierto es que el MMS produce efectos adversos que pueden ser graves. El clorito de sodio es un blanqueante industrial de telas y papel. Lo más suave que puede producir es dolor abdominal, vómitos y diarrea. Lo peor, es el fallo renal y el ahogamiento tisular. Está prohibido comerciar con él como si fuera un medicamento por la Agencia Española del Medicamento y la FDA.

Una planta decorativa, el Kalanchoe daigremontiana, apodada como el espinazo del diablo, cura el cáncer, según él (siempre según él). En qué dosis o qué molécula en concreto tiene ese milagroso efecto no lo sabe. Aún así, recomienda consumir esta planta responsable de un gran número de muertes de ganado en África por envenenamiento.

Qué oscuro sentimiento se esconde detrás de un curandero. Qué tiene en mente una persona que vende falsos remedios que perjudican la salud. Qué desesperación conquista a los que se dejan engañar. Pàmies tiene una legión de vulnerables seguidores desinformados y cegados por sus ganas de un mundo mejor. Cuando alguien muera por abandonar el tratamiento, cuando alguien se intoxique de manera irreversible por beber MMS o por alguna infusión de plantas mal calculada, qué pasará entonces por tu cabeza, Pàmies. Qué te hemos hecho.

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