Desde la tramoya

Presoe

El gran éxito de Susana Díaz en su operación para derrocar a Pedro Sánchez ha sido sumir al PSOE en la mayor depresión posible. Los socialistas están ahora presos. Presos en una celda en la que les ha metido la presidenta andaluza, con un poco de ayuda del propio Sánchez. La llave de la celda la tiene el PP.

En efecto. Rajoy puede ahora volver a fumarse uno de los puros de antaño. Si quiere le pide al rey permiso y vuelve a intentar la investidura. Sin duda habrá unos cuantos diputados socialistas que aunque sólo sea por llevar la contraria se abstendrían saltándose la disciplina parlamentaria. Incluso aunque esa disciplina se impusiera, lo más probable sería que finalmente el PSOE hiciera lo que tenía que haber hecho en junio: dar a la investidura de Rajoy los votos estrictamente necesarios y empezar a liderar la oposición.

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Pero Rajoy puede, además, con esa flema suya tan personal, dejarse llevar hasta las terceras elecciones. Si así fuera, el PSOE quedaría gravemente dañado, porque no hay candidato alguno capaz de reflotar en un par de meses un partido que ha hecho un ridículo monumental. No hay panorama más apetecible para el PP, desde el punto de vista de la estrategia a medio y largo plazo, que un nuevo bipartidismo compitiendo con Podemos, y con PSOE y Ciudadanos como fuerzas irrelevantes.

De manera que, como se ha señalado estos días con mucha sorna, Susana Díaz ha sido la mejor aliada del PP. No por sugerir que quizá haya que abstenerse para que Rajoy pueda gobernar. No nos engañemos. Eso es lo de menos. Si se explica, lo entienden hasta los militantes más recalcitrantes.

Susana Díaz ha sido la mejor aliada del PP porque ha constatado, con tanta intención como torpeza, que el PSOE es un partido débil, dividido y desnortado. En nombre del PP, gracias, presidenta.

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