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La encrucijada del PSOE

Las primarias del PSOE, con una participación orgullosa de la militancia, han sido un claro e inesperado ejemplo de vigor democrático. Por encima de tensiones, desencuentros y salidas de tono, el proceso demuestra que la discusión política abierta es mucho más conveniente para la renovación de un partido que el borreguismo y las ingenierías de control interno. Demuestra también que el PSOE sigue siendo una organización decisiva para la democracia española y que vuelve a equivocarse quien considera que se puede o se debe prescindir de él a la hora de buscar alternativas a la derecha.

El protagonismo de la militancia debería servir no sólo para legitimar la utilidad del proceso y el nombramiento del nuevo secretario general, sino para definir los caminos políticos del PSOE. Siempre se vota a favor de algo y en contra de algo. Saber contra lo que ha votado la mayoría de la militancia ayuda a comprender también el rumbo que se desea establecer.

Son muy reduccionistas las explicaciones basadas en la idea de que la militancia ha votado contra Susana Díaz. Cuando se insiste una y otra vez en que Susana Díaz no es querida fuera de Andalucía, se cuelan todo tipo de matices, mucho de los cuales tienen que ver con el clasismo, el machismo y la caricatura política. La militancia del PSOE ha hecho algo más que votar contra Susana Díaz. Es todo un comportamiento de su partido el que han querido cambiar dentro de un debate claro sobre el papel de la socialdemocracia en España y en Europa.

De verdad que no es una cuestión personal, pero me parece incompatible la figura sagrada de Felipe González con la dignidad política del socialismo. No, no puede seguir haciendo uso del socialismo un señor fascinado por el mundo del dinero, íntimo amigo de Carlos Slim, agente notable de los grandes millonarios latinoamericanos, ejemplo vivo de las puertas giratorias entre la política y las empresas del Ibex-35 y cínico desde 1982 en cada una de sus sílabas. El poder notable que viene ejerciendo en algunos grupos mediáticos, no ha servido para abrillantar su imagen, sino para desprestigiarse más él y desprestigiar más a esos grupos. La militancia ha dicho que eso no puede ser el socialismo. Tres vueltas de llave al sepulcro de su memoria.

La militancia también ha dicho que el socialismo no puede ser una promesa electoral que desemboque en una nueva desilusión de Gobierno. Rodríguez Zapatero es una persona mucho más honesta que Felipe González, pero se equivocó pactando con la derecha el cambio urgente de la constitución para hundir al país en las garras del neoliberalismo europeo. Las cuentas de los grandes bancos y de las multinacionales se lo han agradecido, pero la población quedó desamparada y sufrió el empobrecimiento y la pérdida de derechos sociales.

Cuando Pedro Sánchez se hizo cargo de la organización, tuvo malos resultados electorales. Responsabilizarlo a él fue un error de la cúpula socialista, porque los españoles castigaban con su voto un desencanto que venía de Felipe González, de Zapatero, de Rubalcaba, y de un PSOE condenado a ser parte de la política neoliberal hasta el punto de romper el diálogo con la izquierda y legitimar por activa o por pasiva una gran coalición con el PP. Cuando las descarnadas luchas internas hicieron de Pedro Sánchez una víctima de la situación, su figura representó la alternativa posible a un PSOE descaradamente neoliberal. Lo que unió contra él a toda la cúpula peleada entre sí, unió en su favor a una mayoría de militantes con derecho a exigir otro tipo de partido.

Madrid arcoíris

Y es que se pueden hacer muchas cosas por una democracia social sin caer en radicalismos de ningún tipo. Es muy sensato intentar que el Estado español deje de ser el gran negocio de los bancos, de las empresas de la energía, de las constructoras… Es muy sensato establecer una política fiscal que obligue a las grandes fortunas a pagar lo que deben pagar, evitando el fraude y las ingenierías o los paraísos. Es muy sensato equilibrar la relación entre los empresarios y los trabajadores con una legislación laboral más justa. Todo esto se puede hacer. La militancia socialista lo sabe y lo desea. Lo desean también los militantes y los votantes de las otras organizaciones de izquierdas.

Después del resultado de las primarias, ha surgido con fuerza la palabra unidad. Es lógico. Pero se trata de buscar la unidad en el sentido del voto de la mayoría de la militancia socialista. Unidad no debería significar volver a la gran coalición con el PP, a las puertas giratorias y a las complicidades con el mundo del dinero como si no hubiesen existido estas primarias. Pedro Sánchez y sus circunstancias tienen la oportunidad de demostrar que otro PSOE es posible.

Muchos votantes socialistas y yo, que no lo soy, se lo agradeceríamos.

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