Plaza Pública

El proyecto económico socialdemócrata

Luis Angel Hierro

Toda crisis económica tiene un origen. Dicho origen puede tener razones políticas, económicas o de política económica. Por ejemplo, la crisis económica de los 70 del siglo pasado tuvo origen político y fue debida a las subidas del precio del petróleo asociadas al embargo por la guerra árabe-israelí de 1973. Dichas subidas de precio alteraron drásticamente las estructuras de costes empresariales y produjeron una pérdida de renta que fue a manos de los países productores. El resultado fue un aumento del desempleo, una espiral de precios y salarios y una lucha encarnizada entre trabajo y capital para dirimir quién debía asumir la pérdida de renta que se transfería a los países productores de petróleo.

Las crisis económicas también pueden tener origen económico, valga la redundancia. En dichas crisis es el funcionamiento de la propia economía el que las produce y son propias del capitalismo, hoy conocido por el eufemismo de “neoliberalismo”. Dichas crisis son reiterativas y producen ciclos económicos y en algunos casos producen devastaciones económicas sin comparación. En el último siglo las dos mayores crisis mundiales, la Gran Depresión de los años 30 del siglo pasado y la Gran Recesión que aún da sus coletazos, tienen su origen en el propio funcionamiento del capitalismo. La liberalización financiera (bancaria, de movilidad de capitales, de tipos de cambio, …) y la creación masiva de dinero y de endeudamiento privado que la misma conlleva produce burbujas especulativas, que cuando afectan a las entidades financieras de las principales economías del mundo y estallan provocan recesiones de nivel mundial, deflación y desempleo masivo.

Finalmente están las crisis económicas creadas por los propios gestores de la política económica. Un claro ejemplo de este tipo de crisis es la crisis económica de 2012 y 2013 en la Unión Europea, conocida como el “austericidio” o, en términos ortodoxos, “crisis de deuda soberana”. La misma se produjo como consecuencia de la aplicación de las políticas económicas previstas en los artículos 123, 124 y 126 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Por los dos primeros se impide cualquier préstamo directo o indirecto del Banco Central Europeo a los Estados, lo que hizo vulnerables a los Estados más afectados por las crisis bancarias a los ataques especulativos de los grandes fondos de inversión internacional que pretendieron romper el euro. Por el tercero, el que pretende evitar los déficit excesivos, los Estados europeos se vieron obligados a aplicar políticas fiscales contractivas en plena recesión económica, lo que prolongó la deflación y elevó las tasas de paro a niveles insostenibles en algunos países.

Son precisamente estos dos últimos tipos de crisis los que hacen indispensable el renacimiento de la socialdemocracia económica y de las políticas económicas keynesianas y las que imponen la necesidad de que los partidos socialistas europeos converjan en una reforma drástica del Tratado de la Unión que salve a Europa de sí misma.

En efecto, la realidad ha puesto de manifiesto que la liberalización de los mercados internacionales y la eliminación del corsé keynesiano ha liberado un leviathan, un monstruo obcecado por maximizar el beneficio a corto plazo al precio que sea. Los tipos de cambio flexibles, la libertad de movimientos de capitales, la financiación de los mercados de materias primas, la eliminación de todo tipo de arancel, la desfiscalización del capital y de las transacciones financieras, el fin de la separación entre banca de depósitos y banca de inversión, la despolitización de la política monetaria, la proliferación de reguladores independientes, las privatizaciones masivas, los controles constitucionales del gasto público... es el arsenal utilizado por el neoliberalismo y consentido e incluso promovido por el social-liberalismo (Blair, Schroeder, González... Clinton, si se le puede considerar tal) para desmontar el corsé keynesiano del mercado financiero mundial. Dicho corsé estuvo vigente durante los 30 años de mayor estabilidad económica y financiera mundial (40,50 y 60 del siglo pasado), y con su eliminación se reinstauró un capitalismo similar al de los años 20 del siglo pasado, que en apenas una década de nuevo culminó con un crack financiero y una recesión mundial. Este proceso ha tenido aún mayor incidencia en Europa, ya que con motivo de los acuerdos de Maastricht y sus posteriores, y utilizando como excusa la introducción del euro, se aprobó un articulado constitucional que impide la reinstauración del corsé keynesiano y la aplicación de políticas expansivas de demanda anti-deflación y generadoras de empleo. El resultado ha sido que Europa y España han sufrido dos crisis en lugar de una.

Pues bien, en la base de las primarias del PSOE existe una lucha ideológica acerca de la política económica, que los partidarios de Susana Díaz quieren soslayar porque les resta apoyos y que se dirime entre el social-liberalismo que apoya a Díaz y que a comienzos de los 90 del siglo pasado se hizo con el control absoluto del partido en materia económica (González, Almunia, Rubalcaba, Solana, Solchaga... más Zapatero) y los defensores del keynesianismo y el intervencionismo socialdemócrata que promovemos una activa política de rentas en defensa de los trabajadores y la vuelta al control del mercado y que apoyamos a Sánchez.

Enrique Álvarez Cruz, magistrado fundador de Justicia Democrática

La Unión Europea se está desarticulando al ritmo que lo hacen los partidos que la definieron en su actual forma. En especial los partidos socialdemócratas que, aquejados del mal de la sobreexposición  al neoliberalismo, se han alejado tanto del electorado en sus políticas económicas que se han hecho irreconocibles ideológicamente. Para recuperar la mayoría del voto perdido, el PSOE necesita definir un proyecto económico netamente socialdemócrata para Europa y España, un programa económico de corte keynesiano que reinstaure el control del capitalismo financiero y que cree empleo con políticas fiscales de demanda. Un programa intervencionista tanto en términos redistributivos para reducir la desigualdad, vía política fiscal, laboral y de rentas, como en términos ambientales, para definir un modelo energético sostenible. Solo de esa forma podrá presentarse ante su electorado perdido como la izquierda transformadora y de cambio que durante más de un siglo ha defendido a los trabajadores y el progreso de las sociedades.

Hoy por hoy esa alternativa no está recogida en la ponencia marco de la Gestora socialista, a la que hasta ahora parecía apuntarse Susana Díaz, sino el documento Por una nueva socialdemocracia que promueve Pedro SánchezPor una nueva socialdemocracia. _____________________

* Luis Angel Hierro es secretario de Economía del PSOE de SevillaLuis Angel Hierro

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