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La Iglesia excluyente que deja Rouco Varela

Antonio María Rouco, en la asamblea plenaria de los obispos.

El arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela ha sido el paradigma del afianzamiento de la Iglesia católica en las posiciones más ultrapolitizadas y conservadoras. Deja una institución que se ha mostrado insensible ante la crisis y sus consecuencias sobre los más desfavorecidos y que no ha sabido entender el alcance del proceso de secularización lento pero constante que experimenta España a la luz de las encuestas. Además, ha callado ante el drama de los desahucios o el escándalo del robo de bebés. Y de puertas para adentro, ha contribuido a agrandar la brecha entre la jerarquía católica y la comunidades de base, que dicen haberse visto ignoradas durante su gestión. 

Es el análisis común que hacen analistas y teólogos críticos consultados por infoLibre ante su inminente marcha. Este martes comienzan en Madrid las elecciones a los cargos de la institución y está previsto que Rouco Varela deje la presidencia al cumplir el máximo de dos mandatos consecutivos de tres años que marcan los estatutos. De hecho ocupa este cargo desde 2008 y también lo ocupó entre 1999 y 2005. Es el obispo que más años ha ocupado este puesto, por delante del cardenal Vicente Enrique y Tarancón, que estuvo un año en funciones y tres trienios. 

En estos años, Rouco Varela ha dicho que el matrimonio homosexual "niega la misma razón humana" y que "no puede ayudar al progreso de la sociedad". O que autorizarlo haría "quebrar a la Seguridad Social". También ha defendido el concepto de familia tradicional señalando que "la familia es la gran sacrificada y explotada de la sociedad europea". Sobre el preservativo ha aseverado que "las familias numerosas en España son testigos privilegiados de cómo el amor matrimonial produce frutos de felicidad y nueva vida". Y ha definido la ley socialista del aborto –que el Gobierno del PP quiere derogar– como una norma que "atenta contra la vida de los no nacidos". Su ofensiva contra la ampliación de los derechos civiles y su extensa exposición pública serán, por tanto, los aspectos más destacados de su paso por la presidencia de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

"Rouco deja una Iglesia beligerante contra la secularización, el laicismo, el socialismo e incluso la democracia... Una institución que ha sido insolidaria con los sectores más vulnerables. Ha sido una época de confrontación sistemática y permanente", analiza Juan José Tamayo, teólogo y director de la cátedra de Teología y Ciencias de la Religión de la Universidad Carlos III de Madrid. "Rouco no ha sabido entender la secularización creciente de la sociedad española. Se ha negado a visualizar el enorme pluralismo que existe en la Iglesia obviando que hay muchas formas de ser católico", añade Evaristo Villar, teólogo y miembro de Redes Cristianas, una organización que agrupa a más de dos centenares de grupos de cristianos de base, entre ellos muchos sacerdotes y teólogos.

Los datos vienen a confirmar esa tendencia secular lenta pero constante a la que, a juicio de las fuentes consultadas, Rouco ha dado la espalda. El 70,6% de los españoles se declararon católicos en noviembre de 2013, frente al 82,1% que lo hacían en 2001, lo que muestra casi 12 puntos de caída en 12 años según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Además, uno de cada cuatro españoles se declara ahora no creyente o ateo. Y el alejamiento de los jóvenes es también llamativo, pues el 52% de los españoles de entre 15 y 29 años ya no se considera católico.

Una Iglesia "excluyente"

A juicio de Villar, Rouco "ha liderado una Iglesia marcadamente discriminatoria con todo lo que es considerado diferente por la jerarquía". "Ha rechazado a los homosexuales o a las personas que se divorcian y se vuelven a casar, ha defendido una visión patriarcalista de la religión y ha practicado una moral fundamentalista en cuanto a la sexualidad... En definitiva, ha practicado la exclusión, algo que es totalmente contrario al Evangelio", añade. "Se ha olvidado de la dimensión social y pastoral y ha dado prioridad al campo dogmático y al de la moral, especialmente en relación a la sexualidad", remarca Tamayo. Juan G. Bedoya, periodista de El País especializado en especializado en información religiosa, señala además que Rouco ha dibujado durante su mandato un paisaje apocalíptico, con afirmaciones "exageradas" sobre la "persecución que, a su juicio, vive la Iglesia católica. 

De puertas para adentro, su gestión también provocado roces. De hecho, llegó a decir sobre los colectivos de base que "profanar la eucaristía supone un desprecio de la muerte del Señor". "Ha hecho como si los colectivos de base no existieran. Y cuando ha reaccionado lo ha hecho para intentar acallar sus reivindicaciones. Ha obviado que si la ciudadanía tiene cierto cariño a la Iglesia es precisamente por este sector", señala Evaristo Villar. 

Los analistas coinciden en que durante su etapa al frente de la institución, la Iglesia católica ha mantenido una posición beligerante pero sólo ante ciertas políticas. Junto al PP, entonces en la oposición, la cúpula de la jerarquía católica –con el presidente Antonio María Rouco Varela y Martínez Camino incluidos– no dudó en encabezar manifestaciones y en librar un duro pulso con los gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero con propuestas de objeción y movilización de los católicos. Sin embargo, Juan G. Bedoya y Juan José Tamayo creen que fue bajo el Gobierno de Zapatero cuando mejor le fue a la Iglesia. 

En 2006 –en aquel momento Ricardo Blázquez era presidente de la CEE– el Gobierno anunció un acuerdo con la Iglesia que elevaba al 0,7% la aportación voluntaria del IRPF a cambio de comenzar a aplicarle el IVA por la venta de bienes muebles e inmuebles. El Ejecutivo socialista contribuyó así a aparcar la autofinanciación de la Iglesia católica, a la que se aludía en los acuerdos entre el Gobierno de Suárez y la Santa Sede en 1979. Entonces, ¿por qué salían a la calle los obispos? A juicio de Juan G. Bedoya, la CEE actuó entonces a rebufo de grupos neointegristas como el Opus Dei, Legionarios de Cristo o Camino Neocatecumenal y de un sector mediático afín. "Buscaban dar la idea de que no estaban satisfechos con nada", añade Tamayo. 

Los silencios de Rouco 

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En su vertiente más social, los analistas y teólogos consultados coinciden en haber echado en falta pronunciamientos de los obispos sobre ciertos temas en la era Rouco. "Ha hablado sobre lo que no tenía que hablar y ha callado sobre lo que tenía que denunciar", señala el teólogo Juan José Tamayo sobre el arzobispo de Madrid. "Los obispos se han mostrado insensibles ante los atropellos al Estado del bienestar que hieren y escandalizan a mucha gente, ante la reforma laboral, los desmanes de la banca o los desahucios. Y han apostado más por hacer caridad que por denunciar las injusticias y apostar por una justicia verdadera", dice Villar. Asimismo, Villar critica que Rouco Varela haya dado la espalda a la memoria histórica canonizando a mártires del bando nacional mientras mantiene en el olvido a los luchadores antifranquistas que defendieron la legalidad de la II República. 

Otros de los asuntos sobre los que la Iglesia ha guardado silencio bajo la presidencia de Rouco Varela es el escándalo de los niños robados. Y eso que en esta trama están implicados instituciones y religiosos y que incluso una monja, la fallecida sor María Gómez Valbuena, resultó imputada. La ONU, en un informe del Comité de los Derechos del Niño, acusó al Vaticano de haber avalado esta práctica con su silencio. La Comisión –señala Naciones Unidas en un documento– "deplora que miles de niños hayan sido arrebatados a sus madres por la fuerza por congregaciones católicas en varios países para después ser enviados a orfanatos o entregados en adopción a otros padres, como fue el caso importante en España". 

La sustitución de Rouco Varela cierra esta semana un proceso de renovación en la CEE que se inició el pasado noviembre con el relevo de Martínez Camino en la portavocía de los obispos. Dos días después de ser nombrado el nuevo portavoz, José María Gil Tamayo, acusó al "PSOE y otros partidos del espectro político" de usar a la Iglesia "como bandera para distraer de asuntos que son graves e importantes". Las fuentes consultadas también creen que el cambio en la presidencia provocará pocos cambios en la jerarquía católica. "No hay nada que se parezca más a un obispo que otro obispo", señala Bedoya. "Los cristianos no tienen nada que ver con lo que se va a votar estos días. No es lo mismo una persona que otra, pero es el sistema el que está viciado", sentencia Villar. 

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