Caso Pujol

Un Pujol desafiante se niega a contestar a los diputados y no aclara por qué no regularizó su fortuna

Jordi Pujol, a su llegada a su comparecencia en el Parlament de Catalunya, este 26 de septiembre de 2014.

J. R.

"Puedo afirmar que no he sido un político corrupto". Jordi Pujol i Soley, de 80 años y president de la Generalitat de Catalunya durante 23 (1980-2003), trenzó este viernes en el Parlament un relato exculpatorio. Atribuyendo su fortuna oculta en el extranjero –y que no declaró durante 34 años a Hacienda– a los negocios de su padre, herencia que le dejó por el "miedo" que tenía de cómo podía acabar su carrera política. La existencia de un dinero fuera de España "puede ser criticado", pero no quiere decir que el origen "sea ilícito", sostuvo. "Jamás" recibió dinero por una decisión administrativa durante su tiempo en el Govern. 

Pero más allá de intentar explicar el origen (sin pruebas) de su patrimonio, y de cuantificar en 140 millones de pesetas los bienes que le ingresó su padre a su fallecimiento, poco más hubo. Porque Pujol se negó a responder a las preguntas de los grupos. No contestó a ninguna. Más aún: les abroncó, desafiante, irritadísimo, arrogante, hasta chulesco, por su interrogatorio (su "frivolidad") y por ir contra él y contra CiU. "Me he desnudado ante la opinión pública", justificó, airado. La oposición replicó contundente y manifestó su malestar por la inesperada "riña" del expresident. 

Ese Pujol de la réplica en poco se parecía al que llegó a las cuatro de la tarde de este viernes a la Comisión de Asuntos Institucionales (CAI) del Parlament. Entonces mantuvo un tono bajo, casi contrito. Arrancó augurando que, por muchas críticas que recibiera de los grupos, estas nunca serían "tan fuertes" como las "recriminaciones" que él mismo se ha hecho por no regularizar su herencia. Pujol comenzó bosquejando cómo su padre, Florenci Pujol, hizo tanto dinero. "La historia es larga pero la explicaré entera porque demuestra que no ha habido ni corrupción ni trato de favor". Explicó que su progenitor tenía muy buen trato con los algodoneros, que necesitaban dólares para pagar algodón de calidad. Eran los años 50, cuando la industria textil era clave en Cataluña. "La única manera de lograr dólares era comprarlos en Tánger", fue narrando Pujol, leyendo su intervención, de poco más de media hora. Tuvo suerte, y amasó una gran fortuna.

Pujol contó que tenía una relación "especial, particular", de "cierto secretismo" con su padre, ya que este sentía por él una "mezcla de admiración y temor". Florenci pensaba que su hijo estaba "obsesionado" por la política, que "arriesgaba" mucho, pero sabía que su compromiso en la Transición era "inalterable". Tenía incluso mejor relación con la mujer de su vástago, Marta Ferrusola. Por eso decidió guardar su dinero en el extranjero, "en un momento en que podía, en un momento favorable, antes de la crisis bancaria de los años 80, que afectó muy gravemente al patrimonio familiar". Eso le dijo Florenci: "Para que tú, Jordi, y vuestros hijos os podáis ir" en caso de que las cosas se torcieran. "A menudo se piensa que guardar dinero se hace por codicia, pero a veces se hace por miedo", rubricó el expresident. Ese "miedo" hizo que Florenci le obligara a poner las acciones a su nombre. 

Su "prioridad", "hacer país" en Cataluña

"En los setenta yo era un hombre con dinero, mucho dinero. Y pregunto: ¿qué puede hacer un hombre de 40 años y con dinero?", inquirió retóricamente. En lugar de "comprar fincas" o "hacer negocios", o involucrarse en obras sociales, él tenía un proyecto "prioritario": "Hacer país" en Cataluña, según la hoja de ruta que él mismo escribió cuando era joven, en 1958. Un compromiso "no sólo político, sino también cultural, social, económico y nacional". "Y a este proyecto dediqué mi vida y mis recursos [...]. Yo tenía un proyecto que no era económico, pero que ambicioso y arriesgado, y no quise renunciar a ello", remachó. En definitiva, Pujol quería subrayar que no entró en política para hacer dinero, porque dinero ya tenía. "La existencia de dinero en el extranjero puede ser muy criticada pero no presupone que su origen sea ilícito. No salió del erario". También insistió en que no cobró más sueldo que el que le correspondía por su actividad pública. 

A la muerte de su padre, en 1980, a los pocos meses de que Pujol accediera a la Presidencia de la Generalitat, había ocultos 140 millones de pesetas en dólares en el extranjero. Una precisión esta –en dólares– importante, porque gracias a la inflación y a las devaluaciones sucesivas de la peseta, ese dinero aumentó de valor. Ese fue el dato novedoso de la comparecencia de este jueves. 

Dos amigos de Florenci se encargaron de la fortuna en el exterior. Pujol no reveló quiénes fueron. Sólo dijo que ambos tenían "una amistad profunda y antigua, de cuando eran jóvenes" con su padre. Él quedó al margen. Al cabo de unos años, la tarea de custodia del dinero recayó en uno de sus hijos. 

A veces, acabó, decisiones que se toman "en segundos" al final "condicionan toda una vida". Son hechos "de difícil comprensión", pero su deber "doloroso, no obligatorio", pero sí "obligado" para él, era contarlo, manifestó, emulando contrición. Y ahí concluyó la primera intervención del expresident, sin aclarar por qué en 34 años no regularizó esos millones. 

Preguntas comunes de los grupos

Esa cuestión capital se convirtió en uno de los ejes comunes de las intervenciones de los grupos parlamentarios. Así, Gemma Calvet, de ERC, socio parlamentario de CiU, además de recriminar a Pujol que hubiera "hecho temblar la imagen de la política catalana en sus fundamentos" con su confesión, le preguntó por qué no regularizó esa cantidad desde 1980, quiénes eran los administradores de esa fortuna, por qué su familia ingresó hace poco tres millones de euros en la Banca Andorrana, por qué se decidió a confesarlo en este momento, si sabía que se hubieran pagado comisiones por contratación de obra pública. Miquel Iceta, líder del PSC, le inquirió si el dinero evadido en Andorra procedía de la venta de acciones de Banca Catalana antes de su quiebra, le preguntó por el volumen defraudado, le pidió que documentara el origen de su patrimonio, que dijera de dónde procedían los ingresos de sus hijos y si estos habían crecido al amparo de la Generalitat.

Y una estela parecida, con mayor o menor dureza, siguieron los jefes de PP (Alicia Sánchez-Camacho), ICV-EUiA (Joan Herrera), Ciutadans (Albert Rivera) y CUP (David Fernàndez). Las dudas eran lógicamente compartidas, aunque cada portavoz lo complementó con su discurso político. La diputada conservadora preguntó si Artur Mas era quien gestionaba los fondos en el extranjero, y acusó al president de "tapar" la comparecencia de Pujol con la firma del decreto de convocatoria de la consulta. Joan Herrera le pidió que "tire de la manta" y desconfió del origen de los bienes. Fernàndez aseguró que el proceso soberanista "enterrará el pujolismo" y llamó al expresident "ladrón de guante blanco". "No nos creemos su cuento, ha mentido", le lanzó Rivera. "Usted ha tenido una trama, un equipo, una banda que ha colaborado y se ha beneficiado. Es momento de saber quién ha participado en todo esto".

Sólo Jordi Turull, el portavoz de CiU en la Cámara catalana, enhebró una defensa del patriarca. Aunque reconoció que en su formación se sentían "dolidos" por la confesión de que había ocultado fondos en el extranjero, insistió en que los hechos sólo le afectan en la "esfera personal", un intento de que el incendio no se expanda a la acción de Gobierno de los convergentes. Turull regañó a la oposición por el "linchamiento público" al expresident, por hablar desde la "bilis". Y especialmente se enzarzó con Sánchez-Camacho, precisamente por haberse negado a dar cuentas en el Parlament por el caso Método 3.

Pujol estalló en su segunda intervención. Enfurecido, reprendió a los grupos por endosarle una gran corrupción pero no les contestó a nada. Absolutamente a nada: "Hay un punto de frivolidad y de liarlo todo para crear una sensación de malestar y culpabilidad" en contra suya y de CiU. "Si todo hubiera sido tan corrupto, no se habría aguantado", y él gobernó durante 23 años "con elecciones libres". A los portavoces les afeó su actitud "infantil". Y deslizó una amenaza clara: "Si vas segando la rama de un árbol al final cae la rama [...], caerán todas y habrá sido responsabilidad de todos los que han practicado este tipo de política".

Sin tercera intervención y gritos de "¡Ladrón!"

El expresident se escudó en todo momento en que había decidido acudir al Parlament a dar explicaciones, cuando podía haberse escabullido –una referencia tácita a Sánchez-Camacho, que se libró de dar cuentas del caso Método 3–. "Me he desnudado ante la opinión pública". Volvió a enfatizar su contribución a la historia de Cataluña, cómo él mismo luchó para que hubiera un Parlament, el mismo que ahora le pedía explicaciones. 

Ni siquiera la diputada de ERC pudo ocultar su indignación por el rapapolvo de Pujol. "Nos ha reñido, y no lo encontramos pertinente". Y con ella, uno tras otro, insistieron en la misma idea: el expresident debía responder a las preguntas, y no escaparse, porque aún quedaban muchas dudas en el aire. Los diputados le acusaron de "faltar el respeto" al Parlament y de permitirse el lujo de dar "lecciones morales". Rivera le llamó "soberbio" y anunció que le denunciará ante la Fiscalía para que le explique lo que hoy no quiso explicar a la comisión. La CUP incluso abandonó la sala, indignada por el silencio del exjefe del Govern.

Nada perturbó al expresident ni conmovió su conciencia. No hubo una tercera intervención. Se negó a responder. Se levantó y se fue. A las 18.40, menos de tres horas después de que pusiera un pie en la comisión, salió del Parlament. Eso sí, entre silbidos y gritos de "¡Ladrón!" de los concentrados a la entrada y arropado por media docena de diputados de Convergència Democràtica, informa Europa Press. Al llegar a la Cámara sí pudo evitar a los manifestantes, porque entró sobre las dos para poder comer con la presidenta del Legislativo, Núria de Gispert.

El origen del escándalo

Para entender el porqué de esta esperada comparecencia, hay que remontarse a la confesión de Pujol, el pasado 25 de julio, que causó una auténtica convulsión en la política catalana, sumergida en el proceso soberanista. En un comunicado, confesó que él y su familia mantuvieron oculta en el extranjero, desde 1980, una herencia millonaria que su padre, Florenci, dejó a su esposa, Marta Ferrusola, y a sus siete hijos. 

El expresident sólo regularizó su legado este verano, acosado por las informaciones periodísticas que ya apuntaban a un gigantesco fraude de la familia Pujol. La confesión dio pie a una investigación judicial sobre el origen de esa fortuna. A instancias de la querella presentada por el sindicato Manos Limpias, el caso se sigue en el juzgado de instrucción número 31 de Barcelona

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La esposa de Pujol y cuatro de sus hijos han regularizado en los últimos meses tres millones de euros que permanecían escondidos en un banco de Andorra. La Fiscalía pidió a la juez que investigue a la familia por si hubiera podido cometer un fraude fiscal, ya que consideraba "dudosa" el origen de tan inmenso patrimonio. No es el único frente judicial que está abierto. La Audiencia Nacional imputó a su hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola, por un presunto blanqueo de capitales. El miércoles pasado, Marta Ferrusola y varios de sus hijos declararon en los juzgados de Andorra después de que su familia interpusiese una querella por un supuesto delito de revelación de secreto bancario. La familia Pujol, cercada por el escándalo, intentó salir al paso bombardeando las investigaciones, denunciando que no debió filtrarse información antes de que la reclamara el Estado o la Justicia. 

La ofensiva parlamentaria no concluye este viernes. La Mesa del Parlament y la Junta de Portavoces acordaron crear una comisión de investigación sobre el patrimonio oculto de los Pujol que previsiblemente se aprobará la próxima semana. La rebelión de la oposición se debe a la resistencia del expresident a comparecer de forma inmediata. ERC, PSC, PP, ICV-EUiA, Ciutadans y la CUP cuentan con mayoría suficiente en la Cámara. CiU, por tanto, cuenta con la derrota de antemano. 

Artur Mas buscó minimizar el efecto de la comparecencia de Pujol. No quiso hacer coincidir la firma del decreto de convocatoria de la consulta del 9-N con sus explicaciones en el Parlament, así que desplazó el acto a la mañana del sábado. Entonces, toda la atención se centrará, de nuevo, en el desafío soberanista y en la inmediata puesta en marcha de la maquinaria del Estado. 

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