La paradoja de Osakidetza, la sanidad pública a la cabeza en inversión y a la cola en la valoración de los ciudadanos

Imagen de una pancarta en defensa de Osakidetza durante una manifestación en Bilbao.

Fue una de las palabras más escuchadas. Todos los participantes, sin excepción, mencionaron la palabra Osakidetza durante el debate electoral que el pasado 10 de abril emitió la cadena EITB. Y no sólo eso: el sistema sanitario vasco fue, según la propia emisora, el tema más presente durante todo el programa. Por ejemplo, Pello Otxandiano (EH Bildu) pronunció la palabra hasta seis veces durante los 30 segundos que tuvo para arrancar su bloque de servicios públicos. Otro: Andeka Larrea (Sumar) lo hizo hasta en 15 ocasiones durante todas sus intervenciones. Y el último: los demás lo hicieron hasta media docena de veces más. Todos saben que es uno de los temas que más preocupan a sus potenciales votantes. Y no es porque su sistema sea el peor de España. Al contrario.

Osakidetza está a punto de cumplir 41 años. Nació el 19 de mayo de 1983, cuando el Parlamento vasco aprobó la ley que creaba el sistema, ideado con el objetivo de "prestar atención sanitaria integral a todos los vascos y vascas". Por eso se eligió esa denominación, que semánticamente significa salud y solidaridad. Desde entonces fue ejemplo para el resto de autonomías. Y se convirtió por tanto en la joya de la corona del País Vasco, respetada además por todos los gobiernos, independientemente de sus siglas. "La sanidad vasca ha estado en manos del PSE-EE tres veces, y el resto en manos del PNV. Uno tras otro siempre han priorizado la estabilidad, completando lo que hacía el anterior. Eso ha sido muy importante, no se puede improvisar", destaca el ex consejero de Sanidad del Gobierno vasco entre 2009 y 2012, Rafael Bengoa.

"Un gobierno iba sumando al anterior", continúa. Y matiza que la afirmación no sólo se entiende desde el terreno económico, aunque reconoce que también ha sido así. "Obviamente cada vez ha habido más fondos, pero también Osakidetza ofrecía más servicios", celebra. En cualquier caso, esto se ha mantenido. No es el problema, señalan las fuentes consultadas.

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Lo muestra, por ejemplo, la última Estadística del gasto sanitario público del Ministerio de Sanidad, correspondiente al año 2022, que sitúa al País Vasco a la cabeza en gasto por habitante (2.142 euros), superando en hasta 291 euros la media estatal y en 609 a Andalucía, la autonomía que se encuentra a la cola.

Aun así, si en la misma estadística analizamos el porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) que el País Vasco destina a su sistema sanitario público, las cifras no la dejan en tan buen lugar. Se sitúa, en este caso, la décimo tercera (con un 6%), por debajo de la media nacional (7,9%) y europea (8%) y alejada de otras autonomías como Extremadura (9,1%), Canarias o Murcia (8,4%).

En la última década, además, tampoco ha sido la autonomía que más ha incrementado estos datos: desde 2012 ha sido 0,4 puntos porcentuales, una cifra que a nivel nacional se situó en un punto. "Somos conscientes de que la riqueza del País Vasco es mayor a la que hay en otros sitios, pero no se traslada al sistema sanitario", denuncia Esther Saavedra, responsable del sistema sanitario en el sindicato ELA.

¿Y cuál es su situación respecto al número de profesionales? Pues el País Vasco se encuentra por ejemplo por encima de la media en el número de sanitarios por cada 1.000 habitantes que trabajan en atención especializada (2,46 frente a 2,14) y en los mismos estándares que el resto de comunidades en los trabajadores en atención primaria (0,77 frente a 0,78).

Pero si analizamos la evolución en la última década, la primera cifra ha mejorado, puesto que en 2012 era de 2,13, pero la segunda ha empeorado, puesto que entonces se situaba en 0,78.

Un necesario cambio de modelo que no se ha producido

Ahí está el problema. Según explica Bengoa, no es que haya dejado de haber continuidad entre gobiernos. O que la inversión haya descendido. Lo que ha ocurrido, explica desde el otro lado del teléfono, es que Osakidetza pedía un cambio de modelo para adaptarse a las nuevas realidades y que, en cambio, nadie ha llevado a cabo. "Se ha invertido siempre en la sanidad vasca, nunca se ha recortado. El problema es que esos fondos no se han destinado a la construcción del nuevo modelo, que necesita reforzar la atención primaria y apostar por la telemedicina", señala.

Lo explica con un ejemplo. "Se estima que en España habrá dos millones de personas más con enfermedades complejas en el año 2040. ¿Cómo manejaremos a esos enfermos? ¿Esperando que aparezcan en urgencias y que haya una cama?", se pregunta. A nivel del País Vasco esto ya ha ocurrido. "No hay que seguir echándole dinero al modelo actual, que pretende hacer todo en los hospitales. Hay que priorizar la prevención y el control de los enfermos crónicos. Y hacia eso hay que ir", señala.

Acabar con el hospitalocentrismo, podríamos resumir, que ha provocado que cada vez más vascos y vascas se sientan preocupados por su sistema sanitario. Este lunes, un sondeo realizado por el Instituto DYM para 20Minutos reveló que la sanidad es el principal quebradero de cabeza para el 33,2% de los encuestados, un porcentaje que asciende hasta el 52,8% si se suman los que la mencionan como su segunda preocupación. El sociómetro vasco publicado el pasado mes de febrero indicaba lo mismo: Osakidetza era el segundo problema para la ciudadanía vasca, sólo por detrás de los problemas ligados al mercado de trabajo.

Ocurre porque lo micro y lo macro, en este terreno igual que por ejemplo en el económico, se mueven a tiempos completamente diferentes. Que siga habiendo una gran inversión no implica que los pacientes, en su día a día, lo vean. Y eso es lo que ocurre en este caso. "Los ciudadanos ya han avisado de que la crisis no es una cosa coyuntural, sino un problema estructural del modelo", señala Bengoa.

Listas de espera y temporalidad récord

Lo dicen los pacientes y también las organizaciones. El Foro Vasco por la Salud, integrado por ciudadanos y organizaciones profesionales y científicas como la Sociedad Vasca de Medicina de Familia y Comunitaria, ha emitido un escrito en el que denuncia, fundamentalmente, tres aspectos: la ineficacia de los dirigentes de Osakidetza, la mala organización de la asistencia a la población y la falta de claridad y transparencia a la hora de resolver los problemas. "Ya nos temíamos que la mercadotecnia de las elecciones iba a usar bastante este tema para captar votantes, por eso nos hemos pronunciado", resalta Juan Luis Uría, presidente de Osalde (la asociación de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública que trabaja en el País Vasco).

Más allá "de lo profundo", desde su organización perciben una "crisis de liderazgo" que ha determinado que la gestión y la planificación sea "ineficaz" a la hora de abordar problemas como, por ejemplo, el de las listas de espera. Porque su evolución en la última década es patente. "El mayor problema con el sistema sanitario tiene que ver con su accesibilidad", critica Bengoa. En diciembre de 2013, 67.322 personas (31,12 por cada 1.000) esperaban su turno para una consulta, un número que en el mismo periodo de 2023 se situaba en 78.843 (35,14 por cada 1.000). Pero no sólo son más, sino que esperan más tiempo. Si hace diez años lo hacían de media 30 días, ahora son el doble: 61. Son también datos oficiales del Ministerio de Sanidad.

Muchos de esos números, en cualquier caso, se explican también por los retrasos que generó la pandemia de covid, que según cifra Uría retrasó en torno a 25.000 operaciones y 50.000 pruebas de diagnóstico que no se han planificado de manera adecuada, denuncia. Y eso enlaza con el siguiente problema, que es puramente organizativo, como también mencionaba Bengoa. "Se está perdiendo la atención personal e integral, sobre todo a los personas mayores, en los centros de salud. Han aumentado, innecesariamente, las consultas no presenciales", denuncia su organización en el escrito. Hay centros, cifra él, en los que hasta el 70% de las consultas son telefónicas.

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Porque tampoco hay continuidad de los profesionales, sometidos a tasas récord de temporalidad. Según los datos del sindicato ELA, actualizados el pasado mes de marzo, la mitad de sanitarios que conforman las plantillas de Osakidetza es temporal (24.000 personas), una situación que previsiblemente se agravará al ritmo actual de jubilaciones, que es de alrededor de 1.200 al año, según explica Saavedra. Actualmente, según la organización sindical, "existen un total de 1.645 plazas sin ocupante, y 3.654 empleados y empleadas trabajan en fraude como temporales de larga duración en plazas o puestos de trabajo que responden a funciones estructurales pero que no están reconocidas como tal".

También ocurre, añade Saavedra, que muchos PAC (puntos de atención continuada que funcionan como urgencias extrahospitalarias) o bien se han cerrado o bien trabajan sin personal médico. "Hay una sobrecarga sistemática de trabajo", lamenta la sindicalista, que critica también que los sanitarios vascos han perdido un 20% de poder adquisitivo en 10 años y soportan un convenio caducado desde hace 14. "No se negocia nada", denuncia.

Es otro de los problemas fundamentales, dice Uría y coincide el secretario general en Gipuzkoa del Sindicato Médico de Euskadi, Ignacio Sanroma, que no hay diálogo para buscar soluciones conjuntas. "El problema de fondo con el que nos encontramos en el País Vasco es que no ha habido una actitud de abordar los problemas. Hemos puesto muchas veces encima de la mesa posturas y medidas posibles, pero la administración no se ha implicado. Desde hace mucho tiempo no existe discusión ni debate", lamenta. "Llevamos mucho tiempo así. No se ha analizado el día a día, el mes a mes o el año a año. Y las deficiencias no son nuevas", lamenta. "La pandemia los ha agravado, pero los problemas no nacieron con ella", añade Saavedra.

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