Hay una España que sí anhela más turismo: convertirse en destino es la última esperanza de algunos pueblos

Castillo de Altamira, Monteagudo de las Vicarías

A Monteagudo de las Vicarías sólo le quedaba un bar hace cuatro años. Ahora tiene también un restaurante con panadería, una tienda, una oficina de turismo y unos 1.000 visitantes por mes. En 2020 este municipio de Soria, que no alcanza los 200 habitantes, entró en la popular asociación Los Pueblos Más Bonitos de España, creada en 2010 para promocionar el turismo en los núcleos rurales a través de su patrimonio cultural y natural. “Esa ha sido la salvación, este es un pueblo que en los años cincuenta tenía 900 personas y ahora estamos 173, si nosotros no hacemos algo esto va para abajo, el turismo ha sido lo que nos ha cambiado la dinámica”, explica a infoLibre su alcalde, Carlos González Pérez.

El 95% de los municipios que integran la asociación tienen menos de 3.000 habitantes, aunque el requisito para pertenecer es no superar los 15.000. Los pueblos aspirantes deben cumplir una serie de criterios establecidos en una carta de calidad. “Para considerar una candidatura se analizan puntos clave como el urbanismo. En España no nos falta patrimonio. En muchos pueblos podemos encontrar una iglesia excelente, pero ese conjunto histórico no puede estar rodeado de un urbanismo atroz. Tiene que haber armonía, homogeneidad en los materiales de construcción y cuidado”, explica a infoLibre el presidente de la asociación, Francisco Mestre. Los “pueblos que parecen ciudades por el urbanismo” quedan descartados: “La idea es mantener la esencia, reivindicar lo que es un pueblo, que se haya conseguido mantener el encanto de pueblo medieval, que consigas trasladarte. Lo último que queremos como marca es que los turistas se vayan defraudados”. 

La idea se inspira en Francia, donde en 1982 se creó la primera asociación de Pueblos más Bonitos: Les Plus  Beaux Villages de France. El objetivo es “poner a los pequeños municipios” en el mapa reivindicando su patrimonio artístico, histórico o natural. En Monteagudo de las Vicarías ese patrimonio estuvo descuidado e infrautilizado durante décadas. El Castillo de Altamira, del siglo XV, ha pasado de estar cerrado a albergar una oficina de turismo, una sala de exposiciones de arte contemporáneo y visitas guiadas. Este verano su silueta se venderá como recuerdos en la tienda del pueblo. “Ahora hay una zona de delicatessen con cosas típicas de la zona, como miel, aceite y vino, o los famosos torreznos, pero este verano ya tendremos recuerdos del pueblo que puedan llevarse”, cuenta el alcalde. Antes el Castillo solamente lo abrían “menos de 20 días al año”, para alguna fiesta o actividad puntual, de manera que los turistas que paraban en el pueblo en su busca “se iban rápido al encontrarlo cerrado, mientras que ahora alargan su visita e incluso pernoctan en la casa rural”. 

“Ningún alcalde nos dice que están hartos del turismo”

En la red de Pueblos más Bonitos de España hay muchos que ya llevan años siendo destino turístico consolidado, como Pedraza (Segovia), Cudillero (Asturias), Mojácar (Almería) o Peñíscola (Castelló). Otros, como Monteagudo de las Vicarías, son nombres nuevos para un turismo rural que crece en España al calor de la necesidad de escapada y el ansia por “descubrir” lugares todavía no colonizados por las fotografías de otros. Seis pueblos minúsculos y casi deshabitados para desconectar: uno está pegado a Madrid, Calma chicha: pueblos de menos de 250 habitantes que merecen una visita, Pueblos no turísticos que vas a querer visitar son algunos de los artículos que aparecen si se busca en Google alguna combinación de las palabras “turismo”, “pueblos”, “pequeños”, “España”. En muchos aparece alguna variante de la expresión “no conocidos” como reclamo.

El presidente de la asociación, acostumbrado a ver el antes y el después de estos pueblos pequeños tocados por el turismo, asegura que, salvo momentos concretos en lugares puntuales, no hay saturación. “Ningún alcalde me dice nunca que están hartos del turismo. Para estos pueblos es importante que haya turismo, muchísima gente del pueblo vive de eso”, indica. Y añade: “Si vas un martes cualquiera por la mañana te das cuenta de que están vacíos o con muy poquita gente, el reto es desestacionalizar”. Sí reconoce que los pueblos del norte de España han vivido en los últimos veranos momentos de saturación por el refugio que supone su temperatura frente al calor de récord en el resto del país.

El codiciado agosto en los pueblos donde aún se puede dormir tapado

Castilla y León se difumina en su día oficial, ahora en el punto de mira de Vox

Castilla y León se difumina en su día oficial, ahora en el punto de mira de Vox

El único pueblo de Zamora en la lista de más bonitos de España es uno de esos lugares donde todavía se puede dormir bien en verano. Incluso tapados, porque aún refresca por la noche. Puebla de Sanabria y su lago siempre han sido la joya del turismo provincial de verano, pero desde hace una década crecen como destino de naturaleza y patrimonio, con visitas que llegan mayoritariamente de Madrid. “El problema que tenemos es la estacionalización, la saturación sólo se puede encontrar entre la última semana de julio y la última de agosto, sobre todo el fin de semana que coincide con el festivo del 15 de agosto, cuando hay también el famoso mercado medieval”, explica Fernando Colino Prieto, geógrafo y vecino de El Puente de Sanabria, un pueblo sin especial atractivo urbanístico, pero que se beneficia de su situación estratégica entre el gran lago glaciar de Sanabria y Puebla, una villa medieval de postal. El Puente tiene apenas 300 habitantes, pero cuenta con 14 bares. 

El principal problema que se genera en el entorno del Lago de Sanabria en las semanas centrales del verano es el aparcamiento, algo común en estos municipios pequeños y una de las principales preocupaciones que tiene en cuenta la red de Pueblos más Bonitos de España. “En esos días puedes encontrar algo de atasco, atasco para lo que es esto, porque ya de normal no hay muchas plazas de aparcamiento. Hay algunas quejas en esos momentos porque el sitio da lo que da de sí, pero es algo muy concentrado en determinados momentos”, cuenta Colino, que en sus 24 años ha visto la evolución del turismo provincial a uno más intenso. En los días pico del verano, los sanabreses y los visitantes de siempre se empiezan a acostumbrar a reservar para comer, porque si improvisas puede que no encuentres sitio.  

“Aunque a veces nos quejemos, Sanabria estaría mucho peor de lo que está si no fuera por el turismo, porque una ubicación muy periférica incluso dentro de su provincia está lejos de Zamora capital, de Ourense, de León”, considera Colino, que observa que el reto de desestacionalizar sí comienza a trabajarse en la zona: “Antes un miércoles de marzo no encontrabas a nadie y ahora ya se empiezan a ver visitantes fuera del turismo de sol y lago del verano. Incluso hay gente que prefiere ver Puebla de manera más tranquila en temporada baja”.

Más sobre este tema
stats