'Si le bon Dieu l'avait voulu' (G.Brassens)

Juan José Gordillo García

Si el buen Dios lo quisiera Benjamín Netanyahu podría morir mañana, por ejemplo. Lo haría en su cama como han muerto algunos de los más feroces dictadores semejantes a él en su afán cruel y despiadado. Como él también, tan religiosos, tan de asistencia entusiasta a ceremonias religiosas, tan puntuales en acudir a cualquier levantamiento de hostias consagradas las veces que fuera necesario. Morir tranquilamente, sin aviso ni nota alguna que pudieran delatar su fin inmediato, esa noche siguiente, por ejemplo, arropado por el peso liviano de las buenas telas que cubren en la oscuridad a estos hombres ricos y malditos por siempre hasta la eternidad.

Si el buen Dios quisiera el actual ministro de Defensa, Israel Katz, podría palmarla (se merece el verbo) gritando en un mitin, rodeado de sus fieles seguidores los extremistas colonos que invaden la Cisjordania todos los días desde hace muchos años, desde que Israel fuera responsable de los transportes y la agricultura israelitas y animara a tales acciones. Tal vez el hecho de su origen foráneo, ninguno de sus padres (que los tuvo) eran israelíes, haya sido un factor que le haya espoleado a superar en bestialismo a los más bestias del lugar, sea este la Knéset, una calle de Mea Shearim, o sentado en los asientos de cualquiera de los autobuses para hombres, en los que las mujeres no entran, gracias en parte al propio Katz, defensor y promotor del segregacionismo llevado a su índice más mezquino. Sería una muerte, si el buen Dios lo quisiera, muy llorada por quienes se dedican a llorar en los funerales propios escondidos tras los caireles que les distinguen de quienes no.

Si el buen Dios lo quisiera Benjamín Netanyahu podría morir mañana, por ejemplo. Lo haría en su cama como han muerto algunos de los más feroces dictadores semejantes a él en su afán cruel y despiadado

Si el buen Dios lo hubiera querido Noor Al-Din Sobhi Misgah Saqr, con 8 años recién cumplidos, podría seguir corriendo entre ruinas con Remi Wasim Rabi Bakir, un año menor, y Eileen Jihad Hamada Al Bakri andaría sus primeros pasos por entre las piernas de sus mayores, tal vez entre las de Seif Al Din Rami Masoud Dabbash, el mayor de ellos. Si hubiera querido el buen Dios sus nombres no estarían escritos en las listas de la infamia, no figurarían entre los casi 18.000 niños y niñas muertos bajo las bombas y la metralla que Benjamín, al que el buen Dios podría hacer morir mañana, sin más demora, ordena lanzar día tras día, en la terrible oscuridad de cada noche de la que él nunca jamás debería volver, si el buen Dios así lo quisiera.

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 Juan José Gordillo García es socio de infoLibre.

Juan José Gordillo García

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