Una misa cinematográfica. Eso fue la gala de los Goya celebrada el sábado noche en Málaga, sin duda la más extraña de la historia de los premios de la Academia de Cine. La ceremonia arrancaba sin música, con un Antonio Banderas cariacontecido y vestido de negro: el sacerdote. Con su discurso de apertura, el sermón, más institucional aún que el del presidente de la Academia, Mariano Barroso, buscaba convertir los Goya en una especie de catarsis colectiva... pero poco. Poco catarsis por muy contenida; poco colectiva por las medidas de seguridad. “Contaremos la historia de estos días”, decía, pensando en el futuro del cine español, “tratando de entender cómo nos ha afectado esta realidad, la profundidad de las heridas abiertas, qué fue aquello que nos emocionó, o que nos hizo llorar, o que nos enfadó, o que nos asustó”. Si alguien se preguntaba qué importa el cine en todo esto, qué importan las películas mientras la gente muere y el mundo se dedica a hornear panes y, básicamente, a renunciar a todo lo que merece la pena en esta vida, Banderas tenía una respuesta. Una respuesta que era una tarea para el sector y para los espectadores: “Reflexionar a través del cine de las circunstancias complejas que la vida nos ha puesto por delante”. No era quizás lo más apetecible para un sábado noche, pero estando en pandemia habría que conformarse.
Como misa que era, la ceremonia fue solemne. Sin humor, sin chistes, sin monólogos —excepto el de Carlos Latre como Pepe Isbert en homenaje a Berlanga, lo más flojo de la noche—. Era la apuesta del equipo: no estamos para bromas, lo que España necesita es seriedad y luto. Lo contrario a lo que habían supuesto los Feroz, entregados por la prensa cinematográfica el mismo martes, que asumieron que lo que España necesitaba era alegría y un poquito de poca vergüenza. Si aquello era Carnaval, esto era Semana Santa. Y parece que los Goya tenían razón, porque la gala funcionó. Y eso que uno de los empleos menos deseados de España este sábado era el de realizador de los Goya: una gala semipresencial, con una treintena de entregadores en directo y los 166 nominados desde sus casas —quien dice casas, dice hoteles, casas rurales o espacios varios alquilados para la ocasión—, conectados bien por Zoom o sucedáneos, bien gracias a los equipos de productoras televisivas. La disparidad de medios creaba, por cierto, una extraña imagen de castas dentro del mundo del cine, unos con la textura granulosa de la videollamada, otros con full HD. Una imagen para nada real: ¿cómo va a haber clases en un sector en el que menos del 10% de los intérpretes puede vivir de su trabajo?
Y, si hay clases en el cine español, la noche del sábado la ganaron los de abajo. Las de abajo. Las niñas, ópera prima de Pilar Palomero con 1,2 millones de presupuesto, se hacía con cuatro cabezones, pero qué cuatro: mejor dirección novel, guion original, fotografía... y mejor película. A quién no se le calentaría el corazón con cada celebración del equipo de una producción pequeña que se atrevió a estrenarse en plena pandemia. Ya metidos en el 7 de marzo, su triunfo tenía un regusto de victoria colectiva: cuatro estatuillas que irán a casa de mujeres. Y todavía más: de las 14 categorías mixtas, 10 tuvieron a mujeres como ganadoras, en un año en el que por primera vez las nominadas superaban el 40%. Era lo único que podía consolar al equipo de La boda de Rosa, con Icíar Bollaín a la cabeza, otra historia de mujeres y la otra gran favorita de la noche, que se llevaba solo dos galardones. En un año lleno de derrotas, esta seguramente no estaría entre las más amargas. Las victorias, sin embargo, tienen otro peso. La mascarilla y la videollamada no podían hacer justicia a la alegría de Pilar Palomero, que se convierte en la tercera cineasta, la primera mujer, en ganar el Goya a mejor película con su debut en el largometraje.
Faltaba un Goya para el equipo de realización. La gala fue como un reloj, sin los errores que se podrían esperar de una plantilla que lidiaba con más de 160 conexiones en directo y las cámaras del Teatro Soho desde sus unidades móviles. La sala, heredera del primer cine malagueño, está gestionada por la productora de Antonio Banderas, convertido en uno de los grandes ganadores de la noche después de dos horas y media de medida producción televisiva en prime time. Ayudaba la velocidad de reparto de cabezones: los entregadores entraban por tandas al escenario, como azafatas del Telecupón, y por tandas se iban adjudicando las estatuillas. Los realizadores de futuras galas se puede apuntar el truco para que los discursos de agradecimiento sean concisos: hacerlos online. (Otro truco: si quieren retratar adecuadamente la enorme presencia del colectivo LGTBI en la industria, metan cámaras en sus casas). Daba tiempo incluso a emitir los mensajes de apoyo al cine español de los artistas internacionales que Antonio Banderas había podido reunir tirando de contactos, desde Glenn Close hasta Robert De Niro, desde Nicole Kidman hasta Al Pacino, desde Charlize Theron hasta Barbra Streisand —ella solo en audio, porque Barbra Streisand es mucho para mostrarse entera en una sola gala—.
Lo que los Goya 2021 perdían en espectáculo y en identidad cañí —poca picaresca española había en escena—, lo ganaban en intimidad. La intimidad de la emoción. En el patio de butacas, los premiados se aprestan a recomponerse para subir a escena y dejan para después los abrazos, las lágrimas y las babas. En casa, la sorpresa es genuina, como la de Jone Laspiur como mejor actriz revelación por su trabajo en Ane, que miraba atónita a sus compañeros de reparto, junto a ella, como si ni siquiera estuviera nominada. La alegría es genuina, como la de Adam Nourou, actor revelación por Adú, que mostró en pantalla y a lo Dogma 95 los brincos con familia y amigos. El amor es genuino, como el de Nerea Torrijos, premiada por su vestuario en Akelarre, que metió a su pareja en cuadro a la orden de “Ven aquí”. Y el llanto es genuino, como el de Maite Arroitajauregi, que se derrumbaba en ese llanto compungido tan real y tan poco fotogénico después de recoger, cantando, el Goya a mejor música original por Akelarre junto a su compañera Aránzazu Calleja. Por desgracia, no se vio a nadie recibir el premio en pijama, como Jodie Foster en los Globos de Oro, pero no hizo falta. Con ver a Sergi López gritarle a la cámara del portátil “Tongo, tongo” después de haber perdido contra Alberto San Juan, nos vale.
@mario_casas_ recibe emocionado el Goya a Mejor Actor Protagonista. Vuelve a ver su discurso ⬇️ #Goya2021 pic.twitter.com/2dsXBxZB4W
— Premios Goya (@PremiosGoya) March 6, 2021
Y era difícil no emocionarse, también de manera genuina, con la celebración del equipo de Las niñas, que aplaudía —en el mismo espacio, con una foto del rodaje de fondo— el Goya a la mejor fotografía para la boliviana Daniela Cajías, la primera mujer de la historia en hacerse con este galardón. Era difícil no reírse con los gritos de Nathalie Poza, que ganaba inesperadamente el Goya a mejor actriz de reparto por La boda de Rosa, acompañada de Carmen Machi y Carolina Yuste: “Venimos del teatro, de hacer una función”, decía sobre la obra que comparten, Prostitución, mientras estas intentaban retirarse del plano. Y con la risa de Natalia de Molina, gran favorita de la categoría, que se había plantado de punta en blanco en un hotel de Madrid... y que recibía el revés a carcajadas. Otra receta para los productores de galas futuras para lograr reacciones y agradecimientos espontáneos: que los ganadores se queden en casa, a ser posible con un número indeterminado —ejem, restricciones— de excitados amigos y familiares. Estos pequeños resplandores, la felicidad ajena después de tantos meses de tristeza generalizada, se convertían en la verdadera alma de la gala. Qué paradójico que en la distancia se acabara viviendo una de las galas más emotivas de la historia de los Goya.
Una misa, decíamos, con su Banderas sacerdote —alguien que maneje de Photoshop podría probarle el alzacuellos de The body— y su Virgen triunfante, una Ángela Molina que recitaba su discurso de aceptación del Goya de Honor con el tono de quien parece estar conjurando los malos espíritus. Una misa un poquito pagana, eso sí, que seguramente incluya algún akelarre, y no solo por los cinco Goya que ganó esta película, la más premiada, sino porque seguramente caería alguna fiestecilla privada poco covid-free. Quizás para 2022 no necesitemos sermones ni lutos, las mujeres desaparezcan de nuevo del palmarés y regresemos a la charanga y pandereta habitual. Pero si al cine español se le pedía estar a la altura, el cine español supo dar la homilía correcta y compungida que el espectador necesitaba. Un milagro.
Lista completa de ganadores
Mejor película
Las niñas, de Pilar Palomero
La boda de Rosa, de Icíar Bollaín
Adú, de Salvador Calvo
Ane, de David Pérez Sañudo
Sentimental, de Cesc Gay
Mejor dirección
Salvador Calvo, por Adú
Icíar Bollaín, por La boda de Rosa
Juanma Bajo Uloa, por Baby
Isabel Coixet por Nieva en Benidorm
Mejor actor protagonista
Mario Casas por No matarás
Javier Cámara por Sentimental
Ernesto Alterio por Un mundo normal
David Verdaguer por Uno para todos
Mejor actriz protagonista
Patricia López Arnaiz, por Ane
Amaia Aberasturi, por Akelarre
Kiti Mánver, por El inconveniente
Candela Peña, por La boda de Rosa
Mejor dirección novel
Pilar Palomero por Las niñas
David Pérez Sañudo por Ane.
Bernabé Rico por El inconveniente.
Nuria Giménez Lorang por My Mexican Bretzel.
Mejor guion original
Pilar Palomero por Las niñas
Alejandro Hernández por Adú
Claro García y Javier Fesser por Historias lamentables
Alicia Luna e Icíar Bollaín por La boda de Rosa
Mejor guion adaptado
David Pérez Sañudo y Marina Parés Pulido por Ane
Bernardo Sánchez y Marta Libertad Castillo por Los europeos
David Galán Galindo y Fernando Navarro por Orígenes secretos
Cesc Gay por Sentimental
Mejor música original
Aránzazu Calleja y Maite Arroitajauregi por Akelarre
Roque Baños por Adú
Bingen Mendizábal y Koldo Uriarte por Baby
Federico Jusid por El verano que vivimos
Mejor canción original
Que no, que no - Compositores: María Rozalén por La boda de Rosa
Sababoo - Compositores: Cherif Badua y Roque Baños por Adú
El verano que vivimos - Compositores: Alejandro Sanz y Alfonso Pérez Arias por El verano que vivimos
Lunas de papel - Compositores: Carlos Naya por Las niñas
Mejor actor de reparto
Alberto San Juan por Sentimental
Álvaro Cervantes por Adú
Sergi López por La boda de Rosa
Juan Diego Botto por Los europeos
Mejor actriz de reparto
Nathalie Poza por La boda de Rosa
Juana Acosta por El inconveniente
Verónica Echegui por Explota explota
Natalia de Molina por Las niñas
Mejor actor revelación
Adam Nourou por Adú
Chema del Barco por El plan.
Jannick por Historias lamentables.
Fernando Valdivieso por No matarás.
Mejor actriz revelación
Jone Laspiur por Ane
Paula Usero por La boda de Rosa.
Milena Smit por No matarás.
Griselda Siciliani por Sentimental.
Mejor dirección de producción
Ana Parra y Luis Fernández Lago por Adú.
Guadalupe Balaguer Trelles por Akelarre.
Carmen Martínez Muñoz por Black Beach.
Toni Novella por Nieva en Benidorm.
Mejor dirección de fotografía
Daniela Cajías por Las niñas
Sergi Vilanova por Adú
Javier Agirre por Akelarre
Ángel Amorós por Black Beach
Mejor montaje
Sergio Jiménez por El año del descubrimiento
Jaime Colis por Adú
Fernando Franco y Miguel Doblado por Black Beach
Sofi Escudé Las niñas
Mejor dirección artística
Mikel Serrano por Akelarre
César Macarrón por Adú
Montse Sanz por Black Beach
Mónica Bernuy por Las niñas
Mejor diseño de vestuario
Nerea Torrijos por Akelarre
Cristina Rodríguez por Explota Explota.
Arantxa Ezquerro por Las niñas.
Lena Mossum por Los europeos.
Mejor maquillaje y peluquería
Beata Wotjowicz y Ricardo Molina por Akelarre
Elena Cuevas, Mara Collazo y Sergio López por Adú
Milu Cabrer y Benjamín Pérez por Explota Explota
Paula Cruz, Jesús Guerra y Nacho Díaz por Orígenes secretos
Mejor sonido
Eduardo Esquide, Jamaica Ruíz García, Juan Ferro y Nicolas de Poulpiquet por Adú.
Urko Garai, Josefina Rodriguez, Frédéric Hamelin y Leandro de Loredo por Akelarre.
Coque Lahera, Nacho Royo-Villanova y Sergio Testón por Black Beach.
Mar González, Francesco Lucarelli y Nacho Royo-Villanova por El plan.
Mejores efectos especiales
Mariano García Marty y Ana Rubio, por Akelarre
Raúl Romanillos y Jean-Louis Billiard, por Black Beach
Raúl Romanillos y Míriam Piquer, por Historias lamentables
Lluis Rivera Jove y Helmuth Barnert, por Orígenes secretos
Mejor película de animación
La gallina Turuleca (única nominada)
Mejor película documental
El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco
Anatomía de un dandy, de Alberto Ortega y Charlie Arnaiz
Cartas mojadas, de Paula Palacios
My Mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang
Mejor película iberoamericana
El olvido que seremos
El agente topo
La llorona
Ya no estoy aquí
Mejor película europea
El padre
Corpus Christi
El oficial y el espía
Falling
Mejor cortometraje de ficción
A la cara
16 de decembro
Beef
Gastos incluidos
Lo efímero
Mejor cortometraje documental
Biografía del cadáver de una mujer
Paraíso en llamas
Paraíso
Solo son peces
Mejor cortometraje de animación
Blue & Malone: Casos imposibles
Homeless Home
Metamorphosis
Vuela
A pesar de las dificultades pandemicas, bravo por los profesionales que dieron el callo, para que saliera adelante la Gala de los Goya, con una realización viva y con ritmo. Me pareció amena y nada peñazo. La alegría espontanea de los premiados. El Goya de Honor para Angela Molina, más que merecido, fue la ocasión de comparar sus palabras, con las de otra premiada en otra gala reciente. Las formas y el fondo del discurso de Angela Molina muy por encima de Victoria Abril, nos hicieron recuperar, el buen sabor de boca que nos provocan, la buena gente del cine. Gracias ANGELA.
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Segun mi opinion , fue una solemne castaña; no por la gala en si, que no carecio de talento; pero si por pequeños detalles. Salio una señorita cantando en ingles (o en gringo), olvidando que era una gala de Cine Español. Seguramente Banderas estuvo abducido por su pasado Holliwoodense; suficiente adoctrinamiento cultural sufrimos ya , por parte de los gringos, para que tambien se nos cuelen en una gala netamente española. El desfile de actores, directores, gionistas,....... netamente USA, fue vergonzante; quiero pensar que tambien existiran actores Chinos, Rusos, Franceses ,.......que tambien adoren el cine español, digo yo. Por ultimo la pelicula "Las niñas" es una CASTAÑA insoportable; de lo peor que hay. Hay lo dejo.
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Creo que es la primera vez que una gala no me resulta soporífera y logra que cambie de canal. Ver a Buenafuente & Cía. perdiendo la ropa no me enganchó en absoluto, en cambio anoche desde la iluminación al vestuario, la maravillosa orquesta en vivo y la calidez de los entornos sociales de los nominados me cautivó. El paralelismo religioso no lo entiendo. Parece que haya periodistas empeñados en la crítica pero se.
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Me ha encantado. No sé si por la circunstancia excepcional. La realización, me ha parecido magnífica. Este año solo he podido ver Adú. Enhorabuena por la gala, por los premios, especialmente a Mabel Lozano. Rosa María Sardà le pidió a la Academia no aparecer en el in memoriam.
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www.infolibre.es ISSN 2445-1592
De acuerdo. Controlando con disimulo, muy emocionado, sentirse español; a pesar de los muchos pesares.
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