No hay encuestas para Yolanda

Hasta la fecha, Díaz ni siquiera ha decidido si va a presentarse a las próximas elecciones generales. Entre otros motivos, porque no sabemos todavía qué es Sumar exactamente ni quién lo va a componer. Por esa razón tampoco disponemos de encuestas, al menos publicadas, que pregunten directamente por intención de voto a la eventual plataforma de Yolanda Díaz. Probablemente hasta que las incógnitas anteriores se solucionen, no vamos a tener acceso a estos datos.

Algunas pistas nos las da el nombre, Sumar. La plataforma, a priori, aspira a agrupar a las fuerzas a la izquierda del PSOE. Pero también, según la propia Yolanda y numerosos analistas, tiene cierta voluntad de transversalidad, de apelar a electorados que van más allá del de Unidas Podemos. De modo que pretenden abrir el campo electoral de UP, haciendo que la intención de voto al partido morado tampoco se antoje un buen predictor del apoyo a Sumar.

Sumar es invisible demoscópicamente hasta que ellas mismas lo decidan, y esto puede suponer una ventaja competitiva

Una certidumbre es que Sumar ya ha anunciado que no se presentará a las elecciones autonómicas y municipales de primavera de 2023. Por lo tanto, tampoco tendremos un hito previo a las generales que nos permita conocer la potencial fuerza electoral de Sumar, al menos en algún territorio.

El efecto de las encuestas en la opinión pública

Las encuestas no son solo una fotografía de la opinión pública, no operan en el vacío, también tienen un efecto en ella. En consecuencia, también juegan un papel en la campaña electoral, las estrategias de los partidos, los influencers y, finalmente, en el propio voto.

Numerosas teorías pueden explicarlo en la ciencia política. Algunas clásicas como la de 'la espiral del silencio' de la doctora Noelle-Newmann (1974). Según ella, los ciudadanos tienden a formar sus opiniones siguiendo la opinión dominante en su entorno. O el efecto bandwagon (sumarse al caballo ganador), según el cual los electores votan por aquellas opciones que ven más probable que ganen (en parte en base a las encuestas de intención de voto publicadas).

Estimar el voto a Sumar

La única manera de estimar el apoyo a Sumar con las encuestas que se publican hasta el momento es utilizar lo que denominamos variables proxi. Es decir, preguntas de encuesta que se parecen o que creemos que pueden tener una alta correlación con lo que queremos estimar. En este caso, la intención de voto a Sumar. Por ejemplo, se ha utilizado la valoración de líderes o la preferencia como presidente/a del Gobierno. Estas aproximaciones pueden ayudar a justificar una cifra de porcentaje de voto muy provisional y, desde luego, son muy útiles para estudiar el perfil del potencial votante.

Sin embargo, estas variables tienen muchos problemas para estimar el voto. Por ejemplo, en los dos casos anteriores dejan fuera la dimensión partidista y solo operan en torno a la figura del líder. Hemos tenido líderes con valoraciones muy bajas que han ganado elecciones con mayoría absoluta (véase Rajoy en 2011).

Adicionalmente a la complejidad de estimar el propio resultado de Sumar, tampoco disponemos de un buen instrumento para medir el impacto en los demás partidos. Estas estimaciones nos plantean un resultado aislado de la competición electoral. Además, la carencia de estimación de voto fiable impide conocer las transferencias de voto o el propio resultado de los demás partidos, ya que falta un factor de la ecuación para calcular los escaños, por ejemplo.

De manera que, ahora mismo, ¿de dónde salen los votos de Sumar? ¿Serán los mismos que quienes declaran votar a Unidas Podemos o serán más? Y si son más, ¿de dónde vienen, del PSOE, de la abstención, de otros partidos? ¿Y si son menos, qué partido se los lleva? ¿A quién imputamos los indecisos, cómo afecta todo esto a los demás partidos y a los bloques? ¿Y si no se presentan con Unidas Podemos? Como ven, una quimera. 

Las expectativas marcan una victoria o una derrota electoral

En política, los resultados electorales se miden en base a expectativas. Ganas o pierdes según mejores o empeores el resultado que se esperaba de ti. Seguramente esto sea una de las razones fundamentales para no presentarse, al menos en algún territorio, a las elecciones autonómicas y municipales inmediatamente anteriores a las generales. Esa invisibilidad demoscópica y falta de resultados previos, sabiéndola explotar, puede ser su ventaja, su factor sorpresa y su lienzo en blanco para dibujar en la discusión pública las expectativas que más les beneficien.

El desafío, cómo integrar a Unidas Podemos y el resto de partidos

Aquí hay dos aspectos cruciales. El primero lo podemos llamar ‘la interna’: la propia negociación entre las partes para integrarse en una misma. Y la segunda, la estrategia externa: la imagen y el relato sobre la integración que pretenderán instalar en la opinión pública buscando rédito electoral de la candidatura final.

Este formato final puede ser desde presentarse en dos candidaturas distintas e independientes que incluso compitan entre ellas (como ya ha ocurrido en Andalucía o Madrid, por ejemplo) hasta una candidatura única perfectamente integrada, pasando por todo el abanico de posibilidades que existen entre las dos opciones: Sumar, Sumemos, Unidas Sumemos. Habrá lluvia de ideas con el nombre, eso está garantizado.

Por supuesto, las estrategias interna y externa son interdependientes y muy complejas. Como ya habrán aprendido los actores implicados en esta negociación, en política hay algunas sumas que restan y otras que multiplican.

El ser invisibles en las encuestas puede hábilmente convertirse en una ventaja competitiva. Una ventaja que solo tendrá efecto si se estructura sobre una candidatura sólida y sin exponer las luchas que se van a dar en la interna. Sin exponer las vergüenzas innecesarias al exterior. Un verdadero reto atendiendo al pasado de las partes. 

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Gonzalo Velasco Monasterio es analista de la Fundación Alternativas.