África no quiere que la salven

Begoña Curiel (El libro durmiente)

El libro durmiente comenzó su andadura como club de lectura en junio de 2003. Su nombre hace referencia a la necesidad de rescatar los valores y principios que duermen en el seno de los libros. El libro durmiente se define como una entidad creada sin fin de lucro. Nuestra acción adquiere la condición de voluntariado cultural. Desde el año 2012, correspondiendo con el período lectivo, impartimos los talleres de escritura creativa en dos niveles: básico y avanzado. Finalmente, la invitación a los autores para presentar sus obras o impartir clases magistrales sobre las técnicas de escritura ha dado lugar a la creación de un foro literario donde confluyen los lectores, libros y escritores, compartiendo ideas e inquietudes en pro de la cultura.

Horizonte

María Iglesias

Edhasa (2023)

Instructiva, interesante y valiente, María Iglesias da voz a los jóvenes africanos que están dispuestos a transformar la realidad de un continente olvidado y machacado por Occidente. En Horizonte no existe la resignación, ni se pronuncia el manido "pobrecitos" asociado a la imagen de debilidad de quienes ansían el idealizado paraíso, sino la apuesta decidida de África por conseguir una igualdad real con Europa.

Horizonte está inspirada en Sani Ladan, analista e investigador especializado en Oriente Medio, África central y occidental al que conoció la autora. Pero su protagonista es Ketu Simo, un joven camerunés que llegará a Ceuta antes de dar el salto a la península, donde descubre el eterno proyecto nunca cumplido de una infraestructura, puente o túnel, que conecte África con Europa.

El proyecto existe pero está enterrado desde hace décadas, aunque en su momento llegara a moverse la tierra bajo la superficie. Un intento fallido ante el que Ketu no se va a quedar de brazos cruzados. Quiere levantar el polvo del fracasado túnel con ayuda de otros compañeros: un ingeniero marroquí, una migrante marfileña, una revolucionaria sudanesa y una activista española.

Todo un reto que simboliza la lucha por los derechos y libertades que el primer mundo les roba. No es una pataleta, un grito en medio de la nada, van a pelear y movilizar a su gente en África. En su relato María Iglesias muestra la caldera que se está gestando. Las aspiraciones de las nuevas generaciones no son de palabra hueca y pancarta, sino la reacción de la ciudadanía frente al neocolonialismo, harta de que se esquilmen los recursos del continente africano a cambio de migajas.

Iglesias, que bebe del periodismo especializado en política internacional, migraciones y derechos humanos, lleva años documentándose en este terreno, hace de intermediaria como escritora de lo que se está cociendo en el otro lado. Pese a las colosales dimensiones del continente africano y las múltiples realidades sociopolíticas, describe el sentir generalizado que está empeñado en echar un pulso diplomático a Europa. Quién sabe qué derroteros tomará si continúa la habitual sordera del que llaman mundo civilizado. María Iglesias se apoya en el famoso puente/túnel como metáfora del cambio que se está gestando.

Este trasfondo pesa con fuerza en Horizonte. Su título es ya una declaración de intenciones sin que haga falta añadirle por delante o por detrás la palabra "nuevo". Porque África no quiere "que la salven", quiere hacer el camino desde su propio territorio, exigiendo la libertad de movimientos y derechos que como seres humanos tienen de decidir su destino. ¿Por qué necesitan visados para estar a este lado del Estrecho y no son exigencia indispensable –dependiendo del tiempo de estancia– para el blanco que pisa África?

Sólo es un pequeño ejemplo que separa a las personas de primera y de segunda. María Iglesias alza a Ketu Simo como símbolo del despertar que se está extendiendo según muestra la novela con capítulos estremecedores, otros casi épicos, representativos del levantamiento y desafío imparable por y para la transformación que está experimentando Africa.

Para explicar la base de esta novela, la autora ofrece pasajes emocionantes a nivel narrativo con los que he vibrado.  Transmite de forma efectiva la pasión que transpira la insurrección latente que recorre muchos países africanos.

No faltan las polémicas por supuesto. Las dimensiones del continente conlleva una amalgama de opiniones y múltiples matices en función de los lugares y el contexto sociopolítico de cada país. Pero el mensaje está ahí: algo se mueve en la jaula en la que muchos ciudadanos africanos se sienten tras los barrotes, entre la opresión y la indiferencia.

Los 'trenes' a los que (no) nos subimos

El pulso ha comenzado según Horizonte con nuevos aires por más altos que sean los muros que se encuentren. En sus páginas se respira la esperanza, sea viable o no –mil dudas tengo– ese puente de unión para los que rechazan ser víctimas y los "pobrecitos" que se la juegan en patera tras haberse librado de la muerte en el desierto.

La apuesta narrativa de María Iglesias es valiente. No es algo que me extrañe. Tengo el placer de conocerla y de haber leído otras obras suyas, además de sus habituales artículos en prensa. Sé que ha dejado el corazón y su firme determinación en cada página de Horizonte, creyente como es de lo que su alma le dicta.

La autora nunca deja de ser periodista, pero como escritora añade el ritmo y el ímpetu que requiere la narración, describiendo el frenesí del constante movimiento que se fragua en el gran continente. Nunca la he visto escribir pero puedo imaginármela, tecleando con su fuerza característica cuando pone el corazón en un proyecto. Y este, bombea con garra. Bravo por este Horizonte, María Iglesias.

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