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El timo de la estampita

Mario Martín Lucas

En el año 1974 empecé a trabajar. Hace unos días recibí mi informe de vida laboral y en él aparece que llevo cotizando a la Seguridad Social 41 años, 6 meses y 22 días, a pesar de ello aún me quedan algunos años, rodeados de incertidumbre, hasta alcanzar la edad de jubilación, pero sí tengo la certeza que cuando lo haga, mi pensión no será como aquellas a donde fueron a parar mis aportaciones y, con suerte, quizás sea, sólo, un 35% inferior a las actuales, a su vez ya recortadas en 2011, por el PSOE, y 2013, por el PP.

Los recortes sufridos sobre lo que debía ser un derecho constitucional, a salvo de las contingencias políticas del día a día, o presupuestarias, buscan mantener fijo el coste de las pensiones en el 12% del PIB en España, media relativa situada por debajo del coste medio de los países de la Unión Europea, a fin de que el efecto del denominado “baby boom”, que se experimentó en los años 50's y 60's, no tenga un traslado presupuestario, aunque los derechos de esos españoles sean agraviados y minusvalorados en relación a los de otros.

Debería estar garantizado por ley los derechos futuros de pensiones, ¿Qué dice de un país que afronta una reforma constitucional para garantizar los derechos de los acreedores de la deuda pública y no se garantice, al mismo nivel, esos derechos para quienes han trabajado, y cotizado, durante décadas, esperando alcanzar en su edad de jubilación, la misma solidaridad a la que ellos han contribuido?, solo encontramos a ese nivel, un exponente similar en el hecho de que el Gobierno actual, presidido por el señor Rajoy, haya consumido 50.000 millones del fondo de reserva de la Seguridad Social, la conocida como hucha de las pensiones, en los cuatro años la legislatura 2011/2015, reduciendo a menos del 50% el ahorro de todos, con un valor de mercado actual de 36.928 millones de euros.

La justificación ética de unas reformas que ignoran los derechos morales y sociales de unos pensionistas, o futuros, a recibir prestaciones similares a las que ellos ayudaron a pagar con sus cotizaciones es bastante dudosa.

Un sistema obligatorio en las aportaciones, pero incierto en las prestaciones, cuyo marco legal es tantas veces modificado como necesidad de ello tiene quien ejerce el poder en cada momento, es lo más parecido al “timo de la estampita".

Mario Martín Lucas es socio de infoLibre

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