Documentales

La increíble historia de Gualdino Barros

El baterista Gualdino Barros.

Francisco Chacón

Jazz y humanidad bajo la batuta de Filipe Araújo, uno de los nombres clave del renovado documental portugués. La séptima vida de Gualdino es la segunda inmersión de este director en el género, con African parade en la retina. Película y mito a mayor gloria del baterista, todo un personaje que atesora mil experiencias vitales desde que dejó el oscuro Portugal de Salazar para buscarse la vida en los clubs de París, donde acompañó en el escenario a Nina Simone, Memphis Slim o Johnny Griffin.

“Este hombre hizo de todo hasta llegar donde quería, y no es sólo una leyenda por haber tocado al lado de esos grandes músicos, también por haber impulsado la carrera de varios talentos del jazz, como los pianistas Bernardo Sassetti y Filipe Melo”, declara el director de la película.

“Conocí a Gualdino Barros hace 15 años. Cuando me apercibí de toda su dimensión, me fascinó. Es un músico muy sui generis, siempre dispuesto a sorprender contando alguna aventura. Decidí entonces investigar en su pasado para saber dónde terminaba la realidad y comenzaba la leyenda. Hablé con unos 40 músicos y publiqué un artículo sobre él en el suplemento dominical del Diário de Noticias”, explica Filipe Araújo sobre el reportaje que encendió la mecha del documental.

El infarto cerebral que sufrió el baterista terminó de convencer al treintañero cineasta para dar forma a la película: “Perdió de forma momentánea la capacidad de movimientos en parte de su cuerpo y se vio obligado a comenzar de nuevo. Hablé con él unos días después y me di cuenta de que tenía entre manos un auténtico historión para realizar esta película, seleccionada para el Festival de Cine Documental de Tesalónica”. El periplo del rodaje duró dos años, entre Lisboa, Oporto y París.

Después de la primera proyección pública en la capital portuguesa, el protagonista rememoró para infoLibre la noche en que descubrió al excepcional pianista Bernardo Sassetti, autor de un disco magistral en el que arropa a Carlos do Carmo. “Lo vi tocando en un bar de Lisboa cuando sólo tenía 16 años. Interpretaba canciones de los Beatles y me impresionó”. Su suicidio en 2012 (se arrojó por un acantilado en Cascais) impactó de lleno en Portugal.

Gualdino pululó también por Madrid, donde se aficionó a la fusión entre jazz y flamenco. “Qué gran músico es Chano Domínguez. Me gusta muchísimo”, asegura en presencia de otro pianista con gran sensibilidad, Emilio Robalo.

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