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Los libros

‘Me llamo Lucy Barton’, de Elizabeth Strout

'Me llamo Lucy Barton', de Elizabeth Strout.

Sonia Asensio

Me llamo Lucy Barton

Elizabeth StroutDuomo Barcelona2016

Afortunadamente también las buenas noticias corren como la pólvora. Y por todos los rincones y en cada esquina leía u oía que la última novela de Elizabeth Strout era puro sentimiento. Y eso son palabras mayores.

Me llamo Lucy Barton fue publicada en agosto de este año por Duomo. Esta editorial es una empresa comprometida con el medio ambiente y además de utilizar un papel obtenido de bosques sostenibles me ha encantado leer que “el libro está impreso con el sol”, con energía procedente exclusivamente de paneles solares. Todo debería tener la impresión del sol, esa estrella ineludible que nos hace mejores personas, estar más calentitos. 

Lucy Barton odía el frío. Sólo quien ha pasado frío de veras sabe lo que es odiar el frío. No poder dormir por el frío. Creer que vas a morir de frío. Desgraciadamente antes lo oíamos a nuestros abuelos y ahora tememos que ocurra en alguna casa cercana o en algún campamento donde las personas ya no tienen nombre pero se les llama “refugiados”.

Lucy Barton se encuentra enferma en un hospital y ahí va a permanecer largas semanas sin ver a sus hijas pequeñas y apenas a su esposo. Inesperadamente, la visita más lejana, su madre, se sienta a los pies de su cama. Y la presencia de la madre provoca una catarsis, una confesión, si no ya por la conversación escasa con una madre siempre ausente, sí por los recuerdos vivos de una infancia dura, durísima, que nos deja entrever con sentimiento pero sin victimismo. Lucy Barton nos deja mirar a través de la ventana de su habitación de hospital y vemos cómo anochece en Nueva York y cómo se va iluminando el edificio Chrysler. En el silencio de la noche, Lucy recuerda las luces y las sombras de su infancia. Pobreza, o más bien miseria, brusquedad, suciedad, burla, hostilidad, violencia, soledad. Esa soledad negra que de vez en cuando vislumbrará cuando esos primeros años sean un recuerdo nunca lejano. Y que se apaciguará en breves momentos guardados como instantáneas de luz: una manzana con caramelo en una feria, un perfecto atardecer de otoño en un lugar al que, implacablemente, decidió un día no volver.

“Hay ciertos elementos que determinan el camino que tomamos, y raramente podemos encontrarlos o señalarlos con precisión”, dice. Y quizás porque en el aula había calefacción, quizás porque los libros y sus historias la abrazaron y alejaron la soledad, quizás porque encontró a alguien en su camino que la alentó y la ayudó… Son muchos quizás y ninguno concreto pero todos necesarios para salir excepcionalmente de una vida de la que poco o nada podría esperar.

En sus recuerdos, Lucy Barton nos deja ver cómo lo nuevo nos produce sorpresa. Y más si lo nuevo es todo, es decir, ropa, música, libros, gente, ciudad, programas de televisión, cine, teatro, limpieza, sosiego... Entonces la sorpresa se convierte en perplejidad y respeto. A veces inmoviliza y te sientes inferior, te acobarda, te empequeñece. Te asombra.

Me llamo Lucy Barton es una novela conmovedora que “intenta contarte algo verdadero”. Y que lo consigue. Con un lenguaje franco, sobrio, directo, con palabras escogidas y sinceras, la niña Lucy, la joven estudiante enamorada de un profesor de universidad, la madre y esposa Lucy Barton, se sienta a nuestro lado en la mesa de la cocina y el café es para dos. No puedo dejar de decir que he leído la novela del tirón, sin pausa, sin descanso y con ternura, con mucho afecto y una inconfesable empatía. Como si la conociese de toda la vida, como si las tazas vacías de los juegos infantiles tuviesen por fin propietaria, esa niña que soñamos en la infancia que era nuestra mejor amiga.

Que la vida va en serio, quizás, y sólo quizás, uno lo empieza a comprender cuando vas dejando atrás la vergüenza, el daño que te han infligido y el que has causado, el espejo que por fin te has atrevido a comprar de cuerpo entero. Ahora que se acerca inexorablemente el otoño, por no hacer mudanza en su costumbre, los cielos violentos se aplacarán con la belleza de esta imprescindible novela.

*Sonia Asensio es profesora de Literatura.Sonia Asensio

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