Club de lectura

'Ensayo sobre la ceguera', de José Saramago

Reunión del club de lectura del colegio Eugenio López y López de Zaragoza.

Club de lectura Eugenio López y López

Los clubes de lectura forman un tejido muy importante en la vida cultural. Les dejamos esta sala para que comenten sus lecturas y nos ayuden a componer nuestra biblioteca. Si formas parte de un club de lectura, puedes escribirnos a losdiablosazules@infolibre.es para contarnos vuestra historia y hacernos llegar vuestras recomendaciones.losdiablosazules@infolibre.es

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Somos un grupo de padres, madres y profesoras del Colegio Público de Educación Infantil y Primaria Eugenio López y López de Zaragoza. Hace tres años comenzamos esta pequeña aventura de crear un club de lectura en nuestro centro. Hoy podemos decir que la experiencia nos ha resultado de lo más placentera y enriquecedora. Nos reunimos una vez al mes en la Biblioteca de nuestro colegio para compartir las lecturas que de forma aleatoria vamos proponiendo. En este tiempo numerosos autores han pasado por nuestras manos: Murakami, Saramago, Galeano, Yasmina Kadra, Harper Lee, Hemingway, Luis García Montero, Vargas Llosa, Martínez de Pisón, Almudena Grandes... Las lecturas nos han permitido crecer, aprender pero sobre todo compartir emociones porque como dice Almudena Grandes “los libros viven, laten, palpitan con su propio corazón” y nosotros con ellos.

Cada septiembre cuando comienza el curso, nos sentimos deseosos de que llegue el momento de reencontrarnos con las palabras y las historias que otros escribieron y que siempre nos están esperando para poderlas compartir.

Nuestra propuesta para los lectores de infoLibre es Ensayo sobre la ceguera de Saramago, un libro que nos impactó y nos dejó huella.

  Ensayo sobre la cegueraJosé SaramagoDebolsilloMadrid2015

La novela de Saramago, Ensayo sobre la ceguera, aborda el caos producido por una repentina e intensa plaga de “ceguera blanca” que va afectado de forma paulatina a los habitantes de un lugar indeterminado. Para intentar que la pandemia no se extienda, el Gobierno pondrá a los enfermos en cuarentena, encerrados en un manicomio abandonado.

A medida que la catástrofe avanza y las autoridades se ven desbordadas, irán empeorando las condiciones de vida de los afectados. La situación acaba derivando en un auténtico drama humano. Pero tan pronto como se resignan a la situación, surgen nuevas formas de organización para intentar combatir el caos. Y entonces aparece el grupo de los ciegos malvados y corruptos que acaban por adueñarse por la fuerza de todos los recursos por los que la mayoría tendrá que pagar un precio demasiado alto. La lucha por la supervivencia en unas condiciones extremas muestra todo el horror, las penurias y las humillaciones a las que pueden someterse los seres humanos.

La novela está plagada de escenas que se prestan a la reflexión y se aprovecha cualquier situación para retratar la condición humana en un ejercicio encomiable de lucidez. Son escenas que se quedan grabadas en la retina del lector. ¿Cómo olvidar ese momento en el que tres mujeres limpian  la indignación y el desamparo de sus cuerpos y sus almas en una terraza con el agua de lluvia que cae a mares? La narración está escrita con un estilo propio, particular y fuera de lo común. El léxico y la sintaxis compleja llegan a abrumar, la puntuación es escasa y los diálogos no se separan, lo que convierte los párrafos en páginas…

Saramago ha escrito una novela estremecedora que denuncia la “ceguera mental del mundo en que vivimos”. Toda la humanidad sin ojos para entender el mundo y una sola persona con vista enfrentando el horror, no solo de los que se han quedado sin ojos, sino también fingiendo estar ciega ante la desesperación, la humillación, la falta de humanidad. Una obra maestra.

Volvió a entrar en la cocina y, evitando en lo posible cualquier ruido, empezó a reunir lebrillos, cazos, palanganas, todo lo que pudiera recoger un poco de lluvia que caía del cielo a cántaros, en cortinas que el viento hacía oscilar, que el viento iba empujando sobre los tejados de la ciudad como una inmensa y rumorosa escoba. Los sacó, disponiéndolos a lo largo de la terraza, ahora tendría agua para lavar aquellas ropas inmundas, los zapatos asquerosos. Que no escampe, que no pare la lluvia, murmuraba mientras buscaba en la cocina jabón, detergentes, estropajos, todo lo que sirviese para limpiar un poco esta suciedad insoportable del alma. Del cuerpo, dijo, como para corregir el metafísico pensamiento, después añadió, Es igual. Entonces, como si sólo ésa pudiese ser la conclusión inevitable, la conciliación armónica entre lo que había dicho y lo que había pensado, se quitó de golpe la bata mojada, y, desnuda, recibiendo en el cuerpo unas veces la caricia, otras veces los latigazos de la lluvia, empezó a lavar la ropa al tiempo que se lavaba a sí misma.

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