Luces Rojas

¿Te acuerdas de los telediarios de Pepa Bueno?

El actual director de los Servicios Informativos de TVE, Julio Somoano.

Braulio Gómez

Si estás leyendo estas líneas, hay muchas probabilidades de que lleves tiempo sin ver los Telediarios de La 1. Seguramente desde que te diste cuenta que la información que recibías carecía de interés, montañas de sucesos y acontecimientos meteorológicos, o porque sentías directamente que te manipulaban y te daban toros y fútbol por Gürtel y Bárcenas. Por eso no dudo que te habrás alegrado de que un programa como El Intermedio, de nuestro compañero el Gran Wyoming, logre más audiencia que el Telediario público de la noche.

Pero la pérdida constante de credibilidad y audiencia de los Telediarios de la 1 es una pésima noticia para la calidad de nuestra democracia y la independencia de los medios de comunicación pública. El “telediario” de Wyoming es un espacio para la España progresista, laica e ilustrada, donde nos sentimos reforzados los ya previamente convencidos y donde se denuncian con humor y rigor las mentiras y las tomaduras de pelo del gobierno del Partido Popular delante de unos televidentes que no votaremos en nuestra vida al Partido Popular. No es el telediario de todos los españoles ni aspira a serlo.

Seguramente tú no necesites saber más de la corrupción del PP para alcanzar un nuevo retorcimiento en tus tripas, en tu conciencia o en tu corazón, pero no puedes compartirlo con quien consume información política a través del telediario de la televisión pública. Creo que no es descabellado pensar que la suerte de esta legislatura hubiera llevado un camino diferente si los telediarios de la televisión pública hubieran dado el espacio que merecían a dos de los escándalos más graves de nuestra breve historia democrática, el caso Gürtel y el caso Bárcenas.

Recordando telegráficamente lo que se le ha ocultado a la ciudadanía desde la televisión pública: un presidente de Gobierno coleccionista de dinero negro y defraudador de Hacienda según el tesorero de su partido, y un partido, el PP, financiado ilegalmente por algunos de los culpables de nuestra pobreza. Es evidente que el Partido Popular tenía un plan premeditado para dificultar que los españoles tuvieran noticias desfavorables a sus intereses electorales y con ello salvaguardar la imagen del primer presidente de la democracia contaminado por la corrupción, lo que justificaría el nombramiento del aún jefe de informativos de la televisión pública.

El nombramiento de Julio Samoano como jefe de informativos de RTVE ha sido uno de los mayores ataques que ha lanzado el Gobierno de Mariano Rajoy contra las instituciones democráticas. Desde que llegó a RTVE en junio de 2012, ha hecho saltar en pedazos la credibilidad de los informativos públicos. Un periodista forjado en la manipulación gracias a su experiencia previa en Telemadrid y con una hoja de servicios a la causa del Partido Popular tan servil como ridícula que le llevó a escribir un trabajo de fin de master, bastante cutre, titulado Estrategias de comunicación para el triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales.

En este trabajo, escrito en 2005, descubría que el PSOE utilizaba la serie Cuéntame para “que quedara clara la superioridad de su pensamiento". Y recomendaba al PP seguir la misma estrategia de utilizar la televisión pública para que se viera realmente qué ideología y qué valores eran realmente superiores. No es de extrañar que alguien que sea capaz de poner por escritos estas ideas locas haya devastado sin ningún tipo de disimulo la independencia de los informativos públicos.

En solo dos años al frente de los informativos públicos, se ha denunciado la existencia de listas negras que recogen los nombres de los periodistas poco afines al Partido Popular; el Consejo de Informativos de RTVE ha llegado a pedir la dimisión del jefe de contenidos del Telediario por “manipular” (sic) la información que vinculaba a la secretaria general del Partido Popular, Maria Dolores de Cospedal con el caso Bárcenas; los trabajadores del ente público también han manifestado su hartazgo y se han lamentado por la involución que ha sufrido el emblemático Informe Semanal. El último absurdo, el especial sobre el 11-M en el que no figuraba ni una sola referencia a los autores del atentado, ni el contexto político, nacional e internacional de la época.

La calidad de los Telediarios y su independencia fue una de las promesas de regeneración democrática con las que José Luis Rodríguez Zapatero ganó las elecciones de 2004 y creo que nadie en justicia puede negar que cumpliera con este objetivo, en contra de sus intereses electorales. La credibilidad de aquellos informativos dirigidos por Fran Llorente tuvieron el apoyo mayoritario de los ciudadanos y se convirtieron en los Telediarios más vistos por los españoles.

He estado repasando los Telediarios posteriores a dos de las fechas claves que marcaron el ocaso del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero para compararlos con los informativos públicos que han cubierto sucesos de parecida o superior envergadura producidos durante el mandato de Mariano Rajoy. Un ejercicio que no recomiendo a las personas que estén hartas de cabrearse con el gobierno del Partido Popular.

Los malditos y famosos recortes del último gobierno socialista, un total de 15.000 millones de euros, anunciados en el Parlamento la tarde noche del 12 de Mayo de 2010, no sólo no fueron ocultados, relativizados o justificados por ninguna fuente gubernamental en el Telediario de la 1 del día siguiente, sino que se abrió el informativo con los argumentos de los sindicatos contra el brutal ajuste haciendo un llamamiento explícito a la movilización contra el Gobierno.

El 12 de julio de 2012, Mariano Rajoy, ya de presidente en el mismo Parlamento y también en contra de lo prometido en su programa electoral, anunciaba unos recortes por valor de 65.000 millones (4 veces más grave que el primer paquete de recortes socialista). El Telediario del día siguiente abría con una avalancha en el Mont Blanc, los sucesos que tanto le gustan a los informativos de Julio Somoano; la información sobre los recortes la iniciaban las palabras tranquilizadoras de Mariano Rajoy apelando a los españoles para que confiaran en su proceso reformista sin precedentes.

La misma descorazonadora asimetría podemos ver comparando la respuesta de los informativos públicos al estallido del 15-M en 2011 con la cobertura que ha dado el actual Telediario a la marcha de la Dignidad desarrollada el pasado marzo. Dos movilizaciones populares contra la gestión política de la crisis de dos gobiernos diferentes. Es realmente emocionante volver a escuchar en el telediario público que presentaba Pepa Bueno la descripción, el respeto y la comprensión por las causas que estaban detrás del nuevo movimiento social que estaba emergiendo para sorpresa de todos.

En mitad de la campaña electoral de las autonómicas de 2011 se le daba la misma cobertura, los mismos minutos, que a los mítines del presidente del Gobierno socialista. Qué voy a decir que todos no sepamos sobre el enfoque que dan los actuales telediarios públicos a las protestas sociales. Los ciudadanos que se movilizan contra las medidas que van contra sus intereses son malos, son violentos, pegan a la policía y quieren desestabilizar la democracia.

La mayor parte de los minutos dedicados a cubrir las manifestaciones populares son ocupadas por imágenes de agentes antidisturbios acorralados protegiendo a nuestra sociedad de la ira de unos manifestantes de los que apenas se nos cuentan sus razones. El Telediario del pasado 23 de marzo, tras la marcha de la Dignidad, es un claro ejemplo de la manipulación de las legítimas protestas ciudadanas y su conversión en movimientos terroristas de violencia callejera

La ciudadanía está respondiendo admirablemente a todos los ataques contra los servicios públicos perpetrados por el gobierno del Partido Popular. La defensa de la educación y la sanidad pública es un buen ejemplo de movilización ciudadana. Los ciudadanos luchamos para que no se deteriore la calidad de los colegios públicos y de la atención sanitaria en vez de aceptar su inviabilidad y buscar estos servicios en el sector privado.

TVE baja a segunda división

Esa reacción creo que no se ha dado con los informativos públicos de televisión española. En vez de luchar y movilizarnos por la pérdida de su independencia, hemos preferido atrincherarnos en el mercado de información privada de internet o en aldeas galas televisivas como El Intermedio. Unos cuantos hemos ganado en información y en capacidad de controlar al gobierno, pero hemos perdido a un importante sector de la población que nunca verá El Intermedio ni disfrutará de la revolución de los medios digitales independientes. Necesitamos luchar con la misma vehemencia con que lo hacemos a propósito de otras políticas públicas para que el Telediario público vuelva a estar al servicio de todos los ciudadanos.

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Braulio Gómez es investigador en ciencia política en la Universidad de Deusto. Es autor del libro O controlo político dos procesos constituientes (Impresa de Ciencias Sociais, 2010), co-autor de La calidad de la democracia en España (Ariel, 2011) y de La encuesta deliberativa (CIS, 2009). Es el director del Regional Manifestos Project.

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