Somalia

HRW acusa a los soldados de la Unión Africana de abusar sexualmente de mujeres y niñas somalíes

Imagen de archivo de tropas de Burundi que se preparan para ser enviadas a Somalia.

infolibre

Soldados de la Misión de la Unión Africana en Somalia (AMISOM) han explotado y abusado sexualmente de mujeres y niñas somalíes vulnerables en sus bases de Mogadiscio, según ha denunciado Human Rights Watch (HRW) en un informe publicado este lunes. La organización ha reclamado a los países que aportan contingentes, la Unión Africana (UA) y los donantes a la AMISOM que aborden con urgencia estos abusos.

El informe de 71 páginas, El poder que estos hombres tienen sobre nosotras': La explotación sexual y el abuso por las fuerzas de la Unión Africana en Somalia, documenta la explotación sexual y los abusos de mujeres y niñas somalíes cometidos en dos bases de Mogadiscio desde 2013.

Según denuncia HRW, los soldados de la UA, a través de intermediarios somalíes, han recurrido a numerosas técnicas, incluyendo la ayuda humanitaria, para coaccionar a mujeres y niñas vulnerables a participar en actividades sexuales. Además, han violado y asaltado sexualmente a mujeres que buscaban asistencia médica o agua en las bases de la AMISOM.

Para elaborar este informe, la organización ha entrevistado a 21 mujeres y niñas que describieron cómo fueron violadas y explotadas sexualmente por personal militar de Uganda o Burundi que servían con las fuerzas de la UA.

"Algunos soldados de la Unión Africana han abusado de sus posiciones de poder para explotar a las mujeres y niñas más vulnerables de Somalia", ha denunciado la directora de derechos de la mujer HRW, Liesl Gerntholtz.

"Somalia tiene muchos problemas difíciles de solucionar, pero las autoridades de Somalia y la Unión Africana podrían acabar con la explotación y los abusos sexuales presionando a los países que aportan contingentes para que lleven a los abusadores ante la justicia", ha reclamado.

HRW ha defendido que la UA y la AMISOM deben fomentar una cultura institucional de "tolerancia cero" hacia las actividades ilegales en sus bases. Para ello, deberían establecer o fortalecer los instrumentos y organismos encargados de abordar estos abusos, como las unidades de conducta y disciplina, y un organismo de investigación independiente a nivel de la Unión Africana.

Para elaborar su informe, HRW ha llevado a cabo una investigación en Somalia, Uganda y Burundi. Todas las mujeres y niñas somalíes entrevistadas pertenecían a comunidades desplazadas del centro-sur de Somalia. Además, entrevistó a más de 30 testigos, observadores extranjeros, personal militar y funcionarios de los países que aportan contingentes.

Aunque la investigación se ha centrado en los incidentes en Mogadiscio, donde hay presencia de soldados ugandeses y burundeses, "pero no se excluye la posibilidad de que abusos similares hayan ocurrido en otros lugares", subraya la organización en su comunicado.

En el documento, HRW relata el caso de Qamar R., de 15 años, que a finales de 2013 acudió a la base del contingente de Burundi para conseguir medicinas para su madre enferma. Allí, un intérprete somalí le dijo que siguiera a dos soldados de Burundi para que le dieran la medicina. Sin embargo, éstos la llevaron a un área remota y uno de los soldados la violó. Cuando ya se marchaba, el segundo soldado de Burundi le dio 10 dólares.

Algunos soldados se han aprovechado de la pobreza de las mujeres y la falta de alimentos para fomentar la explotación sexual. En mayo de 2013, Kassa D. fue llevada ante un intérprete somalí en el campamento base de la AMISOM, donde había acudido a pedir ayuda. Después de que Kassa tuvo relaciones sexuales con un soldado de Uganda, el intérprete le pagó 10 dólares.

Aunque el boletín del Secretario General de la ONU de 2003 sobre medidas especiales de protección contra la explotación y el abuso sexual prohíbe explícitamente que las fuerzas de paz intercambien dinero, bienes o servicios por sexo, "la evidencia sugiere que la explotación sexual no es un secreto en las bases de AMISOM en Mogadiscio".

Las mujeres y las niñas han entrado en los campamentos a través de puertas custodiadas y han tenido acceso a áreas que teóricamente están restringidas. Así, dos mujeres dijeron a Human Rights Watch que los soldados con los que mantuvieron relaciones sexuales por dinero les dieron pases oficiales de la AMISOM para facilitar su entrada a la base.

"El liderazgo militar y político de la UA tiene que hacer más para prevenir, detectar y sancionar el abuso sexual por parte de sus tropas", ha reclamado el director para África de HRW, Daniel Bekele.

"A medida que se cierne una nueva crisis alimentaria sobre los campos de desplazados de Mogadiscio, las mujeres y las niñas están nuevamente desesperadas por conseguir alimento y medicinas. No tendrían que verse en la necesidad de vender sus cuerpos para que sus familias sobrevivan", ha añadido.

Por otra parte, el informe también revela que soldados de la AMISOM han sometido a mujeres y niñas a otros abusos y les han expuesto a graves riesgos de salud. Varias mujeres describieron haber sido abofeteadas y golpeadas por los soldados con los que mantuvieron relaciones sexuales y otras dijeron que los soldados se habían negado a usar preservativos, contagiándoles infecciones de transmisión sexual.

Algunas de las mujeres entrevistadas han indicado que no denunciaron sus experiencias por temor a represalias de sus agresores, las autoridades y el grupo insurgente islamista Al Shabaab, así como al estigma y el castigo de sus propias familias. En algunos casos, han explicado que no deseaban a perder su única fuente de ingresos.

Así las cosas, HRW ha recordado que los países que aportan tropas a la AMISOM son los principales responsables de la conducta de sus soldados en Somalia y tienen jurisdicción exclusiva sobre su personal en caso de cualquier delito.

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Estos países cuentan, en diversos grados, con procedimientos establecidos para hacer frente a la mala conducta pero no han proporcionado los recursos necesarios para investigar las denuncias ni han dado prioridad a la investigación y persecución de los casos de explotación y abuso sexual. Sólo un caso de violación, en el que la víctima era menor de edad, se encuentra en el tribunal militar de Uganda en Kampala.

Las fuerzas de la UA, junto con la ONU y el Gobierno de Somalia, deberían adoptar medidas para prevenir la explotación y el abuso sexual, así como crear un entorno en el que las mujeres puedan denunciar los abusos. Asimismo, se debe garantizar que las supervivientes reciban atención médica y socio-psicológica y protección, especialmente durante las investigaciones y los enjuiciamientos.

"La UA ya no puede hacer la vista gorda ante los abusos que se cometen en las bases de la AMISOM, ya que debilita la credibilidad de la propia misión", ha advertido Gerntholtz. "Los gobiernos que apoyan a la AMISOM deberían trabajar con la UA para poner fin a los abusos sexuales y la explotación de mujeres y niñas somalíes por parte de sus tropas, tomar medidas contra las tropas que contribuyen a ello y hacer todo lo posible para evitar nuevos casos de explotación y abuso sexual de las mujeres somalíes", ha reclamado.

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