Desde la tramoya

Homenaje a Cantinflas

Cantinflear: hablar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada”. Diccionario de la RAE.

Como si fueran gallinas que se escapan por una malla mal cerrada, hay ocasiones en que parece imposible devolver la palabras a sus lugares de confinamiento. En muy sugerente esa aproximación a las ideas, en forma de cancioncillas, imágenes, vídeos o dichos, como “memes” (por similitud con “genes”) según la cual son las ideas las que nacen en algún lugar, se reproducen contagiándose entre la gente, y en algún momento mueren. No es cierto, así, que el ser humano sea dueño de sus ideas. Son las ideas las que se adueñan de la gente por su capacidad reproductiva.

“Indemnización en diferido” es uno de los memes de la semana. Dolores de Cospedal, para salir del acoso de los informadores, comienza a canfinflear, va y viene, trata de hilar una frase coherente, no puede, lo reintenta. Todo en quince segundos. Las gallinas ya están sueltas y no hay manera de reagruparlas. El meme ya está en circulación: se reproduce a toda velocidad, sube a la radio y la televisión, se contagia por Internet, y en unas horas ya es objeto de conversación de la gente en los cafés y los lugares de trabajo.

Es extraño que quien es número dos del partido que gobierna España haya caído en una trampa tan trivial. Es literalmente imposible que la portavoz no tuviera preparada una respuesta. Cuando un profesional de la política se pone delante de los medios – y más aún con la atención que había el lunes sobre el asunto del despido de Bárcenas – el portavoz tiene delante sus fichas: a cada asunto, un mensaje. El común de la ciudadanía piensa que es imposible saber lo que te van a preguntar y que, por tanto, habrás de improvisar un mensaje. Pero no es verdad. Puedes no saber si te van a preguntar por el día concreto en que despidieron a Bárcenas, o cuánto se le pagó de finiquito, pero sabes que te van a caer tres o cuatro preguntas sobre “Bárcenas”, por lo que lo único que harás será prepararte tres o cuatro mensajes sobre Bárcenas. Suficientemente generales como para que te dejen en paz, para que los mensajes no salgan de su corral y nadie pueda poner en tu boca lo que no querías decir. Yo he trabajado tres años preparando las respuestas de la portavoz del Gobierno en sus ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros y juro que no fueron más de cinco (sobre literalmente cientos), las preguntas que la portavoz no tuviera preparadas en sus fichas en forma de mensajes generales. Sí, el resultado es mucho más aburrido que una película de Cantinflas, pero también más seguro.

En este particular, a Twitter lo carga el diablo. Twitter es un malla abierta por la que escapan los mensajes de portavoces poco experimentados. Toni Cantó ahora lo sabe mejor que nadie en España. Se reúne con una asociación, pone ahí un par de tuits completamente innecesarios que ofenden al personal en una materia tan sensible como la violencia de género, y a ver quién es el guapo que luego recoge a las gallinas. Pide perdón hasta cuatro veces, pero al pedirlo no acaba de desdecirse del todo. Se salva del cantinfleo, pero a punto está de sucumbir.

Cospedal sabe la importancia del control del mensaje, porque no acaba de llegar ni peca de ingenuidad como Cantó. Su Gobierno, a través de la Dirección General de Vivienda de Castilla-La Mancha, lo ha demostrado también esta semana, yéndose al otro extremo con esa circular impresentable que pide que se evite “la utilización de palabras como desahucio, desalojo o lanzamiento”, y que se utilicen términos “menos contundentes” como “resolución de su contrato” o “deuda no prescrita”. Pidiendo, en otros términos, que se cantinflee. Hay quien confunde la enorme plasticidad de las palabras y la fuerza del enmarcado, con el cantinfleo. He ahí la diferencia entre quienes se aplican con inteligencia en el uso del lenguaje, y quienes lo hacen con torpeza.

El gran espectáculo de la política es la batalla constante por mantener una narrativa, un guion, un mensaje. Cada día miles de actores políticos, sociales y empresariales del mundo salen al escenario para contar su historia, ansiando que sus ideas colonicen los cerebros de la gente. No ha sido una semana sólo de torpezas. Otros personajes bien distintos, en escenarios separados, han mostrado en estos días mucha más destreza al contar su historia. El papa emérito lleva contándonos su relato minuciosamente desde hace semanas: episodio a episodio, palabra a palabra, sin una de más, sin cantinfleo. Hasta el cierre de su narrativa, con ese final épico en el que el helicóptero se eleva desde el Vaticano para devolver al siervo de Dios a su retiro terrenal (¿qué pasará, por cierto, con su cuenta de Twitter?). En el teatro también intrigante de las miserias del extesorero, mientras la vicesecretaria general del PP emula al encantador actor mexicano, Bárcenas cuenta su historia venenosa: demanda al partido por despido improcedente y se apunta al paro. Más coherente imposible (la peineta, sin embargo, traiciona su capacidad de control de los acontecimientos). Carme Chacón, sin pulsar ninguno de los tres botones de su escaño, lo dice todo. Y Corina aprovecha los acontecimientos para hacer negocio como la nueva relaciones públicas de alto standing.

Gran semana esta que ahora termina, para quienes observamos ese ir y venir de personajes y relatos en el sorprendente escenario de la vida.

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