VERSO LIBRE

Pedro Almodóvar

La Academia de Cine Europeo ha concedido a Pedro Almodóvar su Premio de Honor. Lo recibirá en Berlín, el día 7 de diciembre. A lo largo de su carrera ha obtenido en numerosas ocasiones los reconocimientos más importantes. Yo lo celebro, no sólo porque me han conmovido muchas de sus películas, sino porque me parece significativo que un rompedor decidido obtenga el aplauso de la sociedad y de las instituciones culturales.

La atención a los márgenes puede asumir distintas direcciones. Hay quien diviniza la marginalidad para defender que es el único lugar digno, que la gente pura está condenada a vivir en ella… Sólo en las minorías arde la antorcha incontaminada de la verdad y cualquier éxito significa una traición. Este gusto por los márgenes esconde una impotencia personal que se convierte en algo triste y peligroso cuando justifica una teoría general contra la convivencia. Todo es despreciable menos aquello que vive en los suburbios del diálogo.

Almodóvar representa para mí otro modo de entender los márgenes. La sociedad impone sus normas, sus centros, y expulsa cualquier síntoma de rebeldía o diferencia. Atender a estos síntomas, darles protagonismo, no supone una renuncia, sino un modo de asaltar las normas sociales para hacerlas más flexibles, menos represivas. Este llevar las afueras al centro es un verdadero atentado contra la estabilidad del poder. Impone de manera insolente el diálogo en el corazón de la convivencia y amenaza a las rutinas de la represión con más eficacia que la pureza tramposa de los márgenes.

La moral de la posguerra española se caracterizó por el sacrificio. Los tiempos de dificultades económicas suelen convertir las consignas de ajustes económicos en catecismos de ahorro sentimental. La dinámica de los recortes se desplaza a las costumbres y a la libertad de los individuos. Un tiempo marcado por la renuncia. La posguerra fue una larga educación en represiones, sometimientos y obediencias. El papel definido para las mujeres, dulces y comprensivas ante los desmanes del varón, visibilizó el espíritu de una sociedad acostumbrada a doblar el espinazo con un humillante sentido de la devoción jerárquica y con mucho miedo a sacar los pies del plato. La irrupción del mundo de Almodóvar con películas como Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) supuso una ruptura con los tiempos del miedo y del café con leche, culpa y galletas.

En dos de sus películas más importantes, ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) y Volver (2006), la ama de casa tiene que asesinar a su marido abusador. Es buena metáfora de los fundamentos de la rebeldía de Pedro Almodóvar, porque la mujer sometida había sido la metáfora de las rebajas éticas del franquismo. Como hizo por la misma época Joaquín Sabina con sus canciones, los excesos venían a deslegitimar las costumbres de la represión y la culpa que se habían impuesto durante años como consigna de ahorro individual.

La nueva película de Almodóvar ya tiene título: ‘Silencio’

La nueva película de Almodóvar ya tiene título: ‘Silencio’

El pensamiento conservador ha criticado a Pedro Almodóvar por caricaturizar a España en la imagen de los travestis, los homosexuales y las mujeres histéricas. Pero lo que en el fondo molesta es la ruptura del verdadero y pesado cliché: la España clerical de beatas, machismo y leyes de vagos y maleantes.

También ha recibido otro tipo de críticas, incluso de los partidarios de su cine que se sienten defraudados con algunas películas. El riesgo es un alimento fundamental de la rebeldía, y Pedro Almodóvar no se ha acomodado nunca como director. Intenta no esconderse detrás de la barrera, busca, duda, se expone, asume el peligro para no estancarse, para sentirse libre.

Esa España sin culpas y sin moral de sacrificio fue nombrada, gracias al cine de Almodóvar, Honoris Causa en Harvard, en el año 2009, y recibió el Óscar en los años 1999 y 2002. También es la que recibe ahora el Premio de Honor de la Academia Europea de Cine. Algo bueno nos viene de Berlín, menos mal. Conviene no olvidarlo en esta época en la que los recortes económicos intentan convertirse otra vez en costumbres sumisas al ahorro sentimental de las libertades.

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