A LA CARGA

Pesadilla en Génova

Sede del Partido Popular en Génova

En este capítulo, el reconocido chef Alberto Chicote se enfrenta a uno de los mayores retos de su amplia carrera profesional, sacar a flote el Génova, un antiguo restaurante de relumbrón, en la calle del mismo nombre en Madrid, que está en franca decadencia. Alberto ha recibido una llamada desesperada de Mariano, el manager. Las cosas no le van bien. Tiene una plantilla sobredimensionada, llena de vicesecretarios generales, el ambiente de trabajo es tóxico y la calidad de la comida ha caído mucho. Los clientes salen de allí con la sensación de que les han robado la cartera.

Escena 1

Mariano recibe a Chicote en el Génova.

– Chicote, no sabes lo que te admiro. Te sigo desde la primera temporada. Tienes que ayudarme, de verdad.

– Cuéntame qué es lo que pasa, Mariano.

– Esto no va bien. Por aquí ya casi no vienen clientes, pero mis trabajadores no quieren renunciar a los sobresueldos, están todos enfrentados entre sí, a veces se gritan delante de los comensales. La comida ya no es lo que era, pero ahora no puedo bajar precios, tengo un pufo enorme con Hacienda y la Seguridad Social. El gerente me la ha jugado. Y el Gobierno me cruje con impuestos.

– Qué me dices, si el Génova llegó a tener una lista de espera de meses. Vamos a hacer una cosa. Dame una mesa y tráeme una carta, quiero hacerme una idea de qué productos preparáis en la cocina.

Mariano le pide al jefe de sala, Floriano, que siente a Chicote en la mejor mesa.

– Vaya, qué sorpresa, la carta no está mal. Los platos están bien elegidos. A ver… Mira, tráeme de entrada unos chorizos criollos al vino, luego unos calamares en su tinta y de postre quiero unos profiteroles.

– Enseguida. Pero no tenemos profiteroles, ya no trabajamos productos catalanes.

– Coño, Floriano, que vienen de Francia.

– Un momento, Don Alberto, que pregunto en cocina.

Chicote espera un buen rato y mata el tiempo contemplando la galería de fotos de famosos. Por el Génova han pasado celebrities como Bertín Osborne, Leticia Sabater, Félix de Azua y Cañita Brava. Al fin llega la comida.

– ¿Pero esto qué es? No tiene nada que ver con lo que yo había pedido de entrada.

– Se nos han acabado los choricitos, le hemos traído una ensalada simulada y en diferido.

– ¿Y esta carne? Yo había dicho calamares en su tinta.

– Se nos ha acabado la tinta. Le han preparado una gaviota asada con vinagre de Bárcena, una de nuestras especialidades.

– ¿Y el postre?

– Una sorpresa, espuma de plasma con escraches.

– Esto es un cachondeo, vienes aquí confiando en elegir unos buenos platos y te dan lo que les sale de los cojones a los cocineros. Increíble.

Escena 2

Chicote mira a la cámara y comenta los platos:

– Esta gaviota está dura, no hay quién se la coma. Es correosa, no he visto una cosa igual en mi vida. Y el vinagre de Bárcena no le va nada, mata todo el sabor. Y ¿qué mierda de ensalada es esto? La espuma de plasma no dice nada, no sabe. Esto no hay por dónde cogerlo.

Gritando al jefe de sala:

– Oye, macho, llévatelo todo, es incomible.

– Ya me lo veía venir, yo siempre se lo digo a Don Mariano, hay que despedir a los cocineros. Señor Chicote, “no estamos al borde del precipicio, estamos en el precipicio, agarrados en una cornisa”.

– Eres un fenómeno, Floriano.

Escena 3

Chicote se dirige a la cocina, de donde sale un griterío ininteligible. El cocinero jefe, Montoro, con un gorro muy alto y medio caído, blande iracundo una espátula contra el segundo cocinero, Guindos. Discuten acaloradamente por el aceite de Bárcena. Chicote los manda callar.

– A ver, vosotros dos, ¿de qué vais? ¿Vosotros os creéis que se puede dar gaviota a los clientes? Si esto me lo habéis dado a mí, ¿qué no daréis a los guiris?

– Mi colega no ha entendido que estamos entrando en una senda de recuperación, ya podemos dar pollo en lugar de gaviota –dice Guindos, con tono nasal y hueco de niño pijo.

– Tú te crees muy listo, Guindos, pero yo te aseguro que este restaurante es capaz de dar lecciones a Europa y al mundo, el Génova es el gran éxito del mundo. Y no necesitamos pollo, podemos presumir de gaviota.

Chicote da la espalda a la pareja de cocineros y mirando a la cámara reflexiona:

– Estos dos están tronados. El restaurante va a la quiebra y ellos peleándose como críos. Así no podemos seguir, hay que cambiarlo todo, de arriba abajo. Mariano tiene que hacer algo, no puede quedarse esperando porque esto se va al carajo.

Escena 4

A la mañana siguiente, Chicote reúne al personal del Génova. Están todos, Mariano, Floriano, Montoro, Guindos, Wert (el sumiller), Mato y Báñez (camareras), Arenas (relaciones públicas) y Cospedal (la administradora).

Chicote no se anda por las ramas:

– Mariano, esto es un puto desastre, tú no estás ejerciendo de jefe. Se te suben todos a la chepa. Lo primero que tienes que hacer es quitar los sobresueldos, en mi vida he visto un restaurante en el que gane tanto el personal. Y tienes que poner orden. Cospedal se ha llevado el disco duro del ordenador, aquí nadie sabe cuánto dinero entra y cuánto sale. No puedes permitir que tus cocineros anden todo el día a la gresca. Las camareras son unas inútiles, no se enteran de nada, el jefe de sala parece salido de una discoteca, el sumiller recomienda rebujitos y el relaciones públicas está conchabado con el antiguo gerente. Si no os coordináis y remáis todos en la misma dirección, esto se hunde.

Mariano se limita a asentir, poniendo caras extrañas.

Escena 5

Chicote, con ayuda de Pedro J. y Agatha Ruiz de la Prada, han renovado completamente el local. Parece una guardería de Ikea. Las paredes, el suelo y las mesas están pintadas de color magenta. 

Cuando entran Mariano y los suyos a ver el nuevo Génova, Mariano, por primera vez en su vida, se siente superado por los acontecimientos.

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