VERSO LIBRE

Francisco Ayala

Acaba de publicarse el tomo VI de las Obras completas de Francisco Ayala que, bajo la dirección de la profesora Carolyn Richmond, están editando Galaxia Gutenberg y el Círculo de Lectores. Lleva por título De vuelta a casa y recoge los artículos periodísticos escritos por el novelista e intelectual granadino desde 1976. Se trata de las meditaciones políticas, sociológicas y literarias de un escritor republicano que se incorpora a su país después de largos años de exilio.

Con pasaporte norteamericano, Francisco Ayala había regresado a España en el verano de 1960. Vivo aún el dictador, ni quiso ni pudo tener una presencia oficial en su tierra. Sólo con la muerte de Franco y con el proceso democrático, llegó la oportunidad de participar en la vida pública española y lo hizo de forma constante a través de la prensa. Sus artículos, además de iluminar los acontecimientos y los debates de 30 años cruciales de nuestra historia, definen una manera de sentirse intelectual, un modo de entender el compromiso cívico del escritor con su sociedad.

Ayala nos enseña, nos sigue enseñando, que la tarea intelectual tiene poco que ver con el deseo de caer simpático o levantar aplausos. Para eso existen ya otras inercias y otras plataformas mediáticas. La necesidad de matizar, de cuestionar las corrientes de opinión y de señalar las contradicciones, es más importante que la de participar en los consensos falsificadores. Las coyunturas invitan a saltar por encima de la realidad con la pértiga de la falsa ilusión, los tópicos o las consignas. Pensar supone un esfuerzo por no engañarse, por no acomodarse al lugar común, por no sacrificar la independencia.

En el estudio que abre el volumen, Santos Juliá destaca las características más llamativas de Ayala como escritor público. Perfila muy bien el pudor ético que lo acompañó desde sus inicios en el Madrid asombroso y agitado de los años 20. Tan clara como la profundidad de su compromiso cívico fue siempre la necesidad de conservar su mirada y su voz propia. Por eso evitó que su obra de creación literaria, pendiente del estudio de la condición humana y de los fondos sociológicos de la vida, se mezclara con los debates políticos de cada momento. Esa era la tarea del periodista de El sol, del catedrático de Derecho Político, del ciudadano comprometido con el republicanismo de Azaña, del letrado en las Cortes de Besteiro, del diplomático que colabora con los socialistas Juan Negrín y Luis Jiménez de Asúa, del intelectual dispuesto a defender el pensamiento democrático contra las diversas formas de totalitarismo que conoció a lo largo del siglo XX.

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Su deseo de separar la creación literaria y el compromiso político coyuntural es el síntoma más característico de un pudor ético que procura participar en las ilusiones colectivas sin diluir la propia conciencia en los mandatos del Todo. Santos Juliá ejemplifica esta forma de sentir y pensar en algunos episodios de Recuerdos y olvidos (1906-2006), las memorias de Ayala. Su compromiso con la República fue profundo. El golpe militar de 1936 le sorprendió en un viaje por América, junto a su mujer y su hija, y no dudó un momento en regresar al país para ponerse a las órdenes del Gobierno legítimo y soportar de forma muy activa las crueldades de una guerra en la que los sublevados fusilaron a su padre y a uno de sus hermanos. Pero este compromiso no había impedido que en otras épocas de alegría, quisiera dar testimonio de su independencia. Cuando el 14 de abril de 1931 sus amigos se colocaron con entusiasmo escarapelas republicanas en la chaqueta, Ayala prefirió evitar la uniformidad callejera.

Este pudor hace que su escritura pública busque la distancia en cualquier situación para opinar sobre la realidad. Cuando salió al exilio en 1939, no se dejó atrapar por la nostalgia de lo perdido y abrió los ojos a los nuevos horizontes del mundo. Cuando regresó del exilio después de la muerte del dictador, no intentó reencontrar la España de su juventud y se dedicó a echar su cuarto a espadas en los debates de los años 70 y 80. Una labor decisiva del intelectual es el silencioso esfuerzo por no engañarse con las propias ilusiones.

Y para no caer en el engaño es imprescindible la apuesta por el coraje cívico y el compromiso con la sinceridad. Son los nutrientes fundamentales de la independencia. En De vuelta a casa, Francisco Ayala opina sobre la democracia, la política, el nacionalismo, las dinámicas internacionales, la historia de España con sus olvidos y sus supersticiones, la prensa, la cultura, la amistad, la vida… Cosas de ayer, cosas de hoy.

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