DIARIO DEL ÁRTICO (6)

Diamantes flotando

Imagen del Ártico.

CARLOS BARDEM

Te despiertas con sueño y te desperezas entre saludos: el económico morning!, nuestro ¡buenos días! en al menos tres o cuatro acentos, un bom dia! paulista, un buon giorno! muy napolitano… Entre tazas de café, té, sandwiches y risas te despiertas del todo. Cuando acaba el desayuno ya estás recibiendo el primer briefing. Greenpeace es lo más opuesto en objetivos y espíritu a un ejército –premisa irrenunciable en sus acciones es la no violencia– pero planean una visita a los fiordos con la misma concentración y minuciosidad que una acción contra balleneros.

-… al llegar intentaremos aproximarnos lo máximo posible al frente del glaciar para facilitar la filmación, pero siempre dentro de unos límites de seguridad. Cualquier desprendimiento en la fachada del glaciar puede causar una ola de tamaño considerable y tendríamos problemas con las lanchas inflables. Si la condiciones permiten desembarcar, también nos acercaremos conservando un límite de seguridad prudente. En tierra lo peligroso son las lascas de hielos que pueden salir despedidas. El objetivo es documentar el estado del glaciar y registrar la mayor cantidad de fauna posible. Con suerte, algún oso polar. ¡Estos chicos saben cómo alegrarte el día!

Lo siguiente es correr a prepararte, cubrirte con varias capas más o menos finas de ropa y calcetines, para luego embutirte en un “traje seco”, impermeable y con acolchado térmico. Luego botas, guantes, verdugos y bragas, gorros… El toque final es un chaleco salvavidas. Saltamos a las lanchas por una escala, ayudándonos de cabos. Una vez todos a bordo, las motoras enfilan hacia la costa. Por el camino nos explican cosas de los glaciares, de las aves que nos cruzamos y nos acompañan curiosas durante unos menos, volando rasantes apenas a unos centímetros del agua. La cinta negra de la costa crece ante nuestros ojos y se convierte en un paisaje dramático y hermoso de crestas negras y afiladas, de masas levantadas hace eones –en algún momento de la Pangea el archipiélago de Svalbard , o parte de lo que ahora se llama así, anduvo por latitudes ecuatoriales y en sus depósitos más profundos comparte composición con el ¡Sahara!– por descomunales fuerzas al chocar las placas tectónicas euro asiáticas con lo que luego sería Groenlandia.

Picos afilados luego por el clima extremo y el paso de ríos de hielo, de los glaciares. Las arterias heladas del planeta. Como viene sucediéndonos en toda la expedición, a medida que nos acercamos al frente del glaciar se callan las voces. Estamos boquiabiertos ante esa pared de hielo encajada entre montañas, un muro en el que conviven todos los tonos posibles de blanco y azul, veteado por depósitos sedimentarios que trazan caprichosas líneas negras o jirones marrones. Las motoras reducen la velocidad al mínimo y un marinero advierte al piloto de los trozos de hielo en el agua más grandes, los que ha de esquivar.

¡Son diamantes flotando! Esa es la imagen que me viene a la cabeza al ver cientos, miles de trozos de hielo, de todos los tamaños, flotando sobre la superficie en calma del mar, un espejo plateado en el que invertidas se reflejan las montañas y el glaciar. Una llanura sin fin con diamantes que refulgen al menor roce con la luz del sol que cada tanto se asoma entre las nubes. Jesper me explica que podremos acercarnos mucho. - No hay grandes icebergs en el agua. Eso significa que el glaciar no está en una fase de grandes desprendimientos. Solo pequeños trozos, como los que ves flotando.

Siempre me ha fascinado la capacidad de quienes saben leer en la naturaleza. Tatiana nos explica que los glaciares están sufriendo muchísimo por el calentamiento global, que son hielo continental y al fundirse sí que contribuyen directamente a la subida del nivel del mar, de ese mar que ya amenaza las islas de Bocas del Toro o a las Maldivas y que, de no poner freno al consumo de combustibles fósiles, lo hará con nuestras costas. Con todas las costas del planeta.

Le pido a Tatiana que me dé unos consejos directos para quien lea esto de cómo contribuir a que esta catástrofe no suceda. Tatiana sonríe.

-Lo primero que se unan a nosotros, que firmen la petición de convertir el Ártico en un santuario para la humanidad, que nos ayuden a presionar a los políticos y demandar energías renovables. Unidos podemos pararlos. Lo hicimos en la Antártida. Luego cosas simples: gastar menos energía, apagar del todo los electrodomésticos y aparatos electrónicos, si el trayecto es razonable abandonar el coche y optar por andar o por la bicicleta… Según la escucho me digo que, en el fondo, se trata solo de usar el sentido común.

No vimos ningún oso pero para compensar, en la vuelta al Esperanza, una orca nos observó curiosa durante unos metros y una bandada de frailecillos nos acompañó un buen trecho. Pese a la protección en el camino de vuelta experimento por primera vez el frío, un frío en los pies que muerde como un perro, un frío que hiere. Pero no es nada comparado con el frío que sentimos todos a leer que el ministro de industria a dado permiso a Repsol para iniciar las prospecciones en Canarias. De nada valen los argumentos ecológicos, sociales e incluso emocionales de mucha gente –el pueblo y el gobierno canario se han opuesto a estas prospecciones– frente al cortoplacismo rapaz de petroleras y políticos ad hoc.

Prospecciones ni aquí ni allí, ni en Canarias ni en el Ártico. En dejar de quemar combustibles fósiles está gran parte del futuro del planeta, de todos Si está gente es inmune a la belleza de los diamantes flotando deberían al menos preocuparse por el futuro de sus hijos y nietos. El mar no diferenciará entre inocentes y codiciosos.

Ayuda a salvar el Ártico, únete a la cadena y firma la petición de Greenpeace para convertirlo en santuario de la humanidad.

Tan bello que duele...

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Más información en:

El Ártico se derrite. ¡Salvemos el Ártico!

www.savethearctic.org/es

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