Nacido en los 50

La era de los estafadores

El Gran Wyoming

Al escuchar a Bárcenas en la que han llamado Comisión Pujol del Parlamento catalán contestar que el Partido Popular, a cambio de dinero, sólo daba cariño, muchos españoles pensarían que la sede de Génova se podría haber convertido en una casa de lenocinio. En nuestro esquema de pensamiento no existe otra interpretación al hecho de pagar a cambio de favores relacionados con la cosa afectiva.

Esa lectura de los hechos aclararía por qué la reforma de la sede se pagó con dinero B. Especificar partidas para la construcción de determinados espacios dedicados al “relax” y reflejarlas en presupuestos visados por la autoridad correspondiente, al tiempo que se solicita el permiso de obras donde quedaría reflejada una memoria de calidades que dejaría al descubierto un extraño hábitat para la supuesta actividad política que allí se desarrolla, no es plato de buen gusto para quien quiera que tuviera que estampar su firma y, por tanto, hacerse responsable de tan peliaguda cuestión llegado el momento, si alguien se fuera de la mui, como dicen los que se dedican a ese negocio.

Claro que cabe otra posibilidad, porque no especificaba nada el declarante acerca del desarrollo de la contraprestación a esas elevadas sumas de dinero, y es que fuera él mismo, personalmente, el encargado de proporcionar ese cariño, con lo que, desde mi punto de vista, quedarían más que justificados los sobresueldos que presuntamente cobraba el cajero del partido del Gobierno, que llegó a acumular una considerable cantidad de dinero en sus cuentas suizas. Y digo que queda justificada la elevada cuantía de las cuentas encontradas hasta el momento desde el punto de vista laboral, no del moral, porque son tantas las entregas que hacen los empresarios, y de tal magnitud, que de ser el único responsable de la administración de esos servicios, no cabe duda de que debió emplearse a fondo.

Más aún si tenemos en cuenta quiénes eran los receptores del cariño, nada más ni nada menos que la cúpula empresarial del país, personal exigente donde los haya y acostumbrado como todos sabemos a tener la productividad como guía de sus quehaceres. No es gente que tire el dinero, por decirlo en términos coloquiales. Son más de trincarlo, de recogerlo, de escudriñar hasta el más recóndito rincón para cosechar dividendos y llevarlos de camino a casa. Es difícil de creer que, como digo, frente a gente tan experta en el trato comercial, no existiera un poco más de variedad, alguna alternativa, porque si no concluiríamos que el que fuera cajero del PP es un verdadero prodigio que oculta artes secretas de valor incalculable, como en su día se decía de alguna dama de la sociedad que ha tenido una carrera matrimonial espectacular.

Esas artes que, presuntamente, poesía el cajero y pagaban con cientos de miles de euros señores capaces de despedir a cientos de trabajadores sin pestañear, justificarían lo mucho que le costó al partido del Gobierno despedir a este señor captador de fondos al que mantuvieron en nómina a través de un complejo sistema de finiquito con indemnización en diferido, cuando ya estaba procesado por trincar.

A mí, a pesar de ver en el señor Bárcenas una solidez anímica poco frecuente, si tenemos en cuenta la que presuntamente se le viene encima, me cuesta creer que llevara a cabo en solitario tan ingente tarea. Lo veo fuerte como un roble, pero no un superhéroe atlético en el terreno “afectivo”. Claro que a lo mejor mantiene ese talante de seguridad, ese aplomo, porque sabe que no se le viene encima nada de nada, ni presuntamente, al tener acceso a información que nosotros desconocemos porque no debemos olvidar que ellos fabrican la realidad. Nosotros la sufrimos, pero ellos son los que trazan desde sus despachos las líneas de nuestro futuro y, es de suponer, pintarán el suyo con benevolencia.

La composición de la sala que va a juzgar el famoso caso Gürtel es una obra maestra de ingeniería antisistema. A lo mejor es por esas cosillas por lo que sonríe Bárcenas a pesar de que sabe que todos sabemos que es un delincuente que ampara a otros delincuentes. Si yo fuera inmune a la Justicia también sonreiría, como el chaval que tiene un padre forrado de pasta cuando le están poniendo una multa por exceso de velocidad. “Su radar debe estar mal, iba bastante más deprisa, agente”, se puede permitir afirmar con cinismo.

Resumiendo, no creo que fuera el encargado del reparto universal de cariño a la clase empresarial de este país. Más bien parece, como bien saben todos los que se dedican a actividades ilegales, que es el designado para comerse el marrón. Se empeña en que toda la pasta que se ha encontrado hasta ahora es suya, solamente suya, y que en el juicio se demostrará que las cuentas suizas son legales. Eso ya se lo digo yo. Depende de que le juzguen, o no, con el mismo criterio que al resto de los mortales. Si le admiten ingresos por compra venta de obras de arte, como ya alegó en una ocasión y como también su compañera de partido Esperanza Aguirre; premios de juegos de azar, como ya hemos visto en otras ocasiones; y la más sorprendente: asesoría verbal, actividad a la que se dedican, por lo visto, destacados miembros de su partido, actividad que, por cierto, ya practicara don Vito Corleone, aunque entonces se consideraba ilegal. Entonces, si como digo, el juez o jueces dan por buenas estas actividades como fuente de ingresos legítima, no hay nada más que hablar.

Sólo agradecer que estas cosas no sienten jurisprudencia y sean criterios que son tenidos en cuenta en casos concretos como el de la élite financiera y la cúpula política de nuestro país porque, de generalizarse, sería imposible enchironar al resto de la delincuencia que se ha dado en llamar “común”, para distinguirla de la que parece a todas luces que lo es, pero que luego los jueces demuestran que no. Si esas actividades tan lucrativas se universalizaran, se alegaran como fuente de remuneración legítima, sería imposible encontrar ingresos sin justificar e incautar cuentas corrientes sorpresa, como esas que aparecían en la lista de Falciani y que nuestros altos cargos se encargaron de desactivar avisando a los titulares para que regularizaran su situación.

Resumiendo, que yo no me creo lo del dinero a cambio de cariño, soy más bien de la copla: “Ni se compra ni se vende el cariño verdadero”. Aunque en este caso, el cariño del Gobierno hacia la cúpula empresarial, que es recíproco, no sólo viene por la vía de la compra venta, sino que también existe una afinidad ideológica y estratégica que afianza esos lazos de amor.

Los hijos bastardos, los que nacen al margen de esa relación incestuosa y que forman el pueblo soberano o populacho, según estemos inmediatamente antes o después de un periodo electoral, también padecen el Síndrome de carencia afectiva de una oligarquía que los desprecia y que no se digna a bajar la mirada para contemplar el desastre, el inmenso quebranto que ha creado abajo, allí donde vive la chusma, metida en el barro que ya llega a las rodillas. Como la plebe no tiene dinero para comprar cariño, tiende a dárselo entre sí y no lo soportan. De siempre les ha dolido que alguien tenga gratis algo por lo que ellos deben pagar, por eso difamarán, denigrarán, maldecirán e intentarán destruir, como siempre han hecho, lo que no es otra cosa que la histórica unión de los parias de la tierra para defenderse del opresor.

De momento asistimos a este nuevo capítulo de la farsa en la que Bárcenas ha decidido, siguiendo el consejo del presidente del Gobierno, “ser fuerte”. ¿También con cariño comprado?

Ese es tu Luis, Mariano. El hijo pródigo vuelve a casa.

Mientras asistimos a esta dolorosa representación, el presidente del Gobierno insiste en que lo grave no son los hechos sino el relato que de ellos se hace. Se queja de que quedan cabos sueltos que se niegan aplaudir esta farsa apocalíptica. Triste época esta en la que nos ha tocado vivir de próceres sin palabra y sin vergüenza.

No me extiendo más, hay que dejar espacio para lo realmente importante, lo que va a condicionar nuestra vida en los próximos lustros: los tuits de Zapata. Es lo que toca. Así no quedará espacio para publicar las conclusiones a las que ha llegado un grupo de expertos externos después de hacer una auditoría de la deuda griega. Las conclusiones son demoledoras. Afirman, entre otras cosas, que las maniobras para convertir la deuda privada en pública hasta alcanzar el volumen actual atentan, por sus consecuencias, contra los derechos humanos y, en su opinión, no debería pagarse. Toma castañas.

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