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Andalucía se levanta

Susana Díaz y Cristina Cifuentes tienen unas cuantas cosas en común. Ambas son presidentas de sus respectivas comunidades autónomas -la andaluza y la madrileña- y en ambas resulta evidente que esto les sabe a poco y aspiran a ser protagonistas estelares de la política española: incluso se verían viviendo en la Moncloa. Las dos gobiernan con el apoyo de Ciudadanos, ese invento que igual sirve para un roto socialista que un descosido conservador si se trata de apuntalar el régimen del 78. Una y otra suelen emplear la bandera rojigualda para atizar a los catalanes, pero no desdeñan en izar sus respectivas enseñas regionales para zurrarse mutuamente, tal y como acaban de hacer este mismo mes. Y en los dos casos tienen sus respectivos sistemas sanitarios públicos en franco proceso de deterioro.

Decenas de miles de andaluces se han levantado en los últimos días para pedir honradez y sanidad, los equivalentes actuales de la tierra y la libertad del himno de Blas Infante. Con poco eco en la prensa de ámbito nacional hecha en Madrid, cabe añadir. Quizá esto último se deba a que esta prensa suele contemplar España con ombliguismo: un derrumbamiento de fachada en Fuencarral es una noticia que deben conocer de inmediato todos los ciudadanos de la piel de toro, y, por supuesto, todos ellos deben compartir el desasosiego de las élites de la capital del reino por los anhelos soberanistas de vascos o catalanes. Aunque quizá en la escasa valoración de las protestas andaluzas también influya la gran complacencia con que la Prensa madrileña sigue las maquinaciones de Susana Díaz para hacerse con el poder en el PSOE y convertirse en candidata a La Moncloa.

Lo cierto es que, el pasado domingo, Granada, Málaga y Huelva fueron escenarios de manifestaciones callejeras que denunciaban los efectos negativos en su sanidad de los recortes y privatizaciones aplicados en los últimos años por la Junta de Andalucía, y también de su política de promoción a cargos directivos de incondicionales del palacio de San Telmo. En el caso de Granada era la tercera manifestación por este motivo en 40 días y tuvo una participación de entre 40.000 y 80.000 personas, según las fuentes. Eso es una multitud en una ciudad de 235.000 habitantes, algo semejante a entre medio millón y un millón de personas en el Paseo de la Castellana.

El doctor 'Spiriman', citado como investigado por injurias y calumnias a Susana Díaz y al fiscal jefe de Granada

El doctor 'Spiriman', citado como investigado por injurias y calumnias a Susana Díaz y al fiscal jefe de Granada

Granada siempre ha sido una ciudad resignada y hasta acobardada, así que el hecho de que se haya puesto al frente del levantamiento andaluz, y con tanta persistencia y tanta participación popular, ya resulta en sí una noticia de alcance nacional. En el origen de su malestar está el deseo de que la ciudad pueda contar con dos hospitales completos y no con dos hospitales a medias como propone la Junta. Pero también existe indignación por el enchufismo que caracteriza los nombramientos de responsables sanitarios.

Jesús Candel, conocido como Spiriman, es el joven médico del hospital granadino de la Virgen de las Nieves que encendió la chispa de las protestas granadinas y que sigue liderándolas. Es políticamente independiente y sus únicos instrumentos para movilizar a sus conciudadanos son su presencia personal en Internet y las redes sociales, aunque la Junta ande buscándole, sin encontrarlas, oscuras relaciones con Venezuela, Irán, Corea del Norte, Fu Manchú, el KGB o los pérfidos chicas y chicos de Podemos.

Rajoy, Susana y Rivera, los tres quieren tijera”, gritaban los manifestantes del domingo en Málaga, según informa Agustín Rivera. La autocomplaciente propaganda oficial no cura. En su momento y en su contexto, Andalucía pudo presumir de tener un buen sistema público de salud, pero la vida es móvil y este sistema va dejando que desear. Si los techos de los hospitales madrileños se derrumban cuando caen cuatro gotas, en los andaluces hay pocos efectivos, tremendas listas de espera y situaciones sangrantes. Si Madrid vivió hace tres o cuatro años mareas blancas contra el daño que le hacía a su salud pública el gobierno conservador, Andalucía las conoce ahora contra un gobierno llamado socialista. Los viejos clichés no sirven para comprender las nuevas realidades.

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