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ACCIDENTE EN SANTIAGO

“La llamamos varias veces, el teléfono sonaba, pero ella no contestaba”

Familiares de víctimas esperan información en el exterior del edificio Cersia, habilitado como tanatorio.

A las puertas del edificio administrativo de Santiago que acoge a las familiares de las víctimas se respira un silencio trágico, solo roto por el llanto de algunos de los presentes conforme avanzan las tareas de identificación de los cuerpos. Entre los fallecidos en el descarrilamiento del tren Alvia que hacía el recorrido Madrid-Ferrol (A Coruña) hay estudiantes que comenzaban este miércoles sus vacaciones, jubilados que venían a visitar a sus parientes, niños, turistas extranjeros. El balance todavía provisional de la Xunta de Galicia habla de 80 muertos y de 36 heridos (cuatro de ellos, menores) en estado crítico.

La tragedia no entiende de edades ni de festivos. La pequeña ciudad que es Santiago, donde nunca pasa nada malo, estaba vestida de gala, en vísperas de su día grande, hasta que el tiempo se detuvo. El tren se encontraba a tan solo cuatro kilómetros de la estación de Santiago de Compostela cuando sobrevino el drama. “En las pantallas ponía que la hora prevista de llegada era a las 20:43, pero el tiempo pasaba y el tren no llegaba. En cuanto oímos las sirenas de las ambulancias, como no contestaba nuestras llamadas, supimos que algo había pasado”. Luis Fernández aguardaba con su mujer en el andén la entrada del convoy siniestrado. En ese tren viajaba su cuñada Consuelo Iglesias, gallega residente en Alicante, que se encuentra entre los fallecidos. “Venía a ver a sus antiguas compañeras de Bachillerato. Celebraban el 50º aniversario del ingreso y muchas de ellas llevaban sin verse desde entonces”.

Nadie sabía el jueves qué había pasado con Laura, de 23 años. Natural de Pontevedra, viajaba feliz porque al fin empezaba las vacaciones, después de pasar un año en Madrid, donde había cursado un máster. La madre del novio de la chica explicaba a última hora de la mañana que “no tenían ninguna noticia” de la joven. “Mi hijo ha estado en la UCI preguntando por ella, pero nadie sabe nada”. Horas después se comunicó a los familiares el fatal desenlace.Las tareas de identificación van lentas. El delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez, ha argumentado que se trabaja “con la máxima rapidez posible”. “Las tareas de identificación tienen un protocolo que se ha de cumplir y no queremos cometer errores. Se trabaja lo más rápido posible para identificar a los fallecidos”, ha asegurado, tras pedir comprensión. 

A última hora de la tarde, se habían identificado 67 cuerpos. Por lo que, al contrario de lo que se dijo en un primer momento, no habrá lista oficial de muertos hasta mañana, cuando se conozca la identidad de todas las víctimas. Entre las fallecidas, la hija de corta edad de una mujer que gritaba desconsolada y que se preguntaba, sin encontrar alivio y arropada por un grupo de psicólogos, cómo le va a explicar a su otro hijo que “no cuidó” de su hermana.

Santiago Fernández también aguanta el tipo como mejor puede. En el tren siniestrado viajaba su padre, su hermano y la mujer de éste. No sabe nada de su progenitor; la cuñada ha fallecido. El hermano está ingresado en un hospital de A Coruña, donde es atendido de quemaduras y graves traumatismos. Otra hermana, que le acompaña al epicentro de la tragedia donde aguardan los familiares, ya se ha sometido a las pruebas de ADN, que ayudará a identificar a las víctimas. Consternado, solo acierta a agradecer la atención que están recibiendo. “Se están portando muy bien con nosotros, nos sentimos muy arropados por los psicólogos”. Y se aleja.

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