El futuro de la izquierda

Izquierda Unida vive su particular terremoto interno

Alberto Garzón, Cayo Lara y José Luis Centella, este 28 de junio en la reunión del Consejo Político Federal de IU.

25-M. Izquierda Unida multiplica por tres sus resultados de las anteriores europeas, las de 2009. 7 de junio: Cayo Lara asume una fuerte autocrítica, reconoce que IU no ha capitalizado el descontento ciudadano, anuncia primarias abiertas y una remodelación de la ejecutiva. 28 de junio: el Consejo Político, el máximo órgano de dirección, encumbra a Alberto Garzón como nuevo hombre fuerte de la federación y sitúa en primera línea a cuadros muy jóvenes.

El relato de la mera sucesión de hechos cuenta parte de lo que ha ocurrido en IU. Pero no todo. Y da a entender que todo comenzó con el 25-M, con las elecciones europeas. No es así. El movimiento de placas tectónicas dentro de la federación, el relevo generacional y el viraje en el discurso, se ha ido larvando en los últimos meses. Años, incluso. Es anterior al fenómeno Podemos, por mucho que este haya "acelerado" los cambios internos, como todos los dirigentes reconocen, y ya sin vuelta atrás. La pulsión entre lo viejo y lo nuevo –que no se ciñe sólo al paso al frente de dirigentes muy jóvenes, aunque tenga que ver–, entre un sector más renovador y otro más clásico, la dialéctica entre un mayor "rupturismo" y un cierto "reformismo" se lleva viviendo intramuros de IU desde la frustrada operación de refundación y el nacimiento del 15-M en 2011, se apunta con más fortaleza en la X Asamblea Federal (2012), cristaliza en la confección de la candidatura de las europeas (febrero de 2014) y estalla definitivamente tras las elecciones del 25-M. Chocaban lo que algunos llaman "las dos almas" de IU, la que peleaba por ir un paso adelante y más rápido y la vieja guardia, con un anclaje orgánico más poderoso. 

infoLibre ha conversado con numerosos dirigentes en los últimos días para explicar qué ha pasado, por qué el propio Lara y su núcleo de poder más cercano –integrado por el líder del PCE y hombre fuerte en el Congreso, José Luis Centella, por el secretario de Organización, Miguel Reneses, y por el hasta ahora eurodiputado y responsable de Política Internacional, Willy Meyer– deciden proyectar a una nueva cantera de cuadros y, en especial, a Garzón. El diputado por Málaga, 28 años, pilota ya la Secretaría de Proceso Constituyente y Convergencia, un área capital en IU, pues es la encargada de elaborar el proyecto de país que ofrecerá la federación en los siguientes comicios, y de acercar posiciones con otros movimientos sociales y fuerzas políticas. Entre ellas, Podemos, con cuyo portavoz, Pablo Iglesias, Garzón mantiene una buena relación.

01. La andadura desde LA refundación

En diciembre de 2008, tras una traumática IX Asamblea Federal, Cayo Lara asume las riendas de una IU hundida por los resultados electorales y despedazada internamente. Logra pacificar la organización, ensambla un discurso contra la crisis y de dura oposición al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y lanza la refundación, la gran encomienda que todas las familias de IU pactaron en la IX Asamblea. Refundación significaba apertura hacia fuera, convergencia, rediseño de IU. Incluso cambio de siglas si era necesario, se llegó a decir. El encargado de conducir esos trabajos era Enrique Santiago, cabeza de un sector interno que agrupaba, y agrupa, a dirigentes jóvenes.

La refundación sólo llegó a tener un acto mayor, la asamblea de junio de 2010. Y poco más. Pero sí sirvió para ver nuevos perfiles de IU que comenzaban a gozar de un mayor protagonismo. Caso de Yolanda Díaz, la coordinadora gallega; la alicantina Esther López Barceló, que en 2011 accedería a Les Corts; la andaluza Amanda Meyer, la madrileña Tania Sánchez... Algunas caras, vinculadas estrechamente a Santiago, pero no todas. 

Andando el tiempo, en mayo de 2011, irrumpiría en la escena política el movimiento de los indignados, en el que participaron muchos militantes de IU. Entre ellos, el propio Garzón. Él fue reclutado para las listas de las generales, como cabeza de cartel por Málaga. Recuperó un escaño perdido por IU desde 2000, y enseguida comenzó a tener proyección pública y a ser una visible referencia para muchos de sus compañeros.

Un año después de las últimas generales, en diciembre de 2012, se celebró en Madrid la X Asamblea. Se ofició la ceremonia de unidad en torno a Lara –la suya fue la única lista que compitió– y la de la renovación del discurso. IU se planteó ambiciones más elevadas, convertirse en una fuerza de masas capaz de llegar al Gobierno, asumió la idea del proceso constituyente, la necesidad no de reformar la Carta Magna de 1978, sino de dar la vuelta al sistema, elaborando una nueva Ley Fundamental desde la raíz. Se hablaba ya entonces de "rebelión democrática", y se llegó a la convicción de que "hacían falta nuevas caras y nuevas personas", según recuerda un miembro de la actual ejecutiva. Como opina otro joven cargo ligado a Santiago, en el cónclave de 2012 "se impone el discurso" de los renovadores, "se pasa la pelota pero no el jugador". "Los documentos aprobados eran muy positivos, pero teníamos que haber dado más pasos, y una dirección que se los hubiera creído", añade. 

02. Nuevos nombres

Van descollando más nombres. Aparte de Garzón, cuadros como Patricia Luquin (Aragón), Eddy Sánchez (Madrid), Clara Alonso (Madrid), Ignacio Blanco (Esquerra Unida del País Valencià, EUPV), Elena Cortés (consejera andaluza de Fomento y Vivienda), Marina Albiol (EUPV), Chema Ruiz (activista de la PAH), Javier Couso y, más tarde, Antonio Maíllo, que releva en junio de 2013 a Diego Valderas en la jefatura de la federación andaluza, la que concentra mayor poder institucional y orgánico, por su número de militantes. Todos se mueven en la franja de edad de entre los veintipico y los cuarenta y tantos años. "Se sienten como nosotros en la Transición. La pulsión era como entonces, entre ruptura y reforma. Creen que esa asamblea es la oportunidad para protagonizar el cambio, el futuro de IU, y tienen en Alberto a uno de sus referentes", analiza Ramón Luque, uno de los dirigentes más veteranos, miembro de las direcciones de Gaspar Llamazares y Cayo Lara y el único de todos los cuadros que se presta a que se publique su nombre. 

En febrero de 2013 se conforma la nueva dirección, que incluye a miembros de este grupo, aunque en un lugar discreto. Entran Alberto Garzón, Clara Alonso, Chema Ruiz o Tasio Oliver, uno de los nombres que Izquierda Abierta pone encima de la mesa. Otro joven. Periodista y de 35 años.  

Pero, en realidad, ¿dónde está la quiebra? ¿Qué separa a los dos sectores, ambos integrantes de la mayoría que sustenta a Lara? Como coinciden casi todos los cargos consultados, tanto de Olimpo –la sede federal–, como de distintos territorios, no es una cuestión sólo generacional, de jóvenes contra mayores, porque de hecho al grupo crítico se adscriben dirigentes que peinan canas como el propio Luque o el balear Eberhard Grosske. "Quizá se ha escenificado con una generación, pero la quiebra es política, es de discurso", dice un miembro del Consejo Político vinculado a Santiago. Unos, los críticos, defendían que la crisis no era sólo económica, sino que sus raíces eran más profundas. Era una verdadera "crisis de régimen", total. "Y lo vimos rápidamente. En las movilizaciones, por ejemplo, los sindicatos han perdido su liderazgo y el protagonismo ha recaído en los movimientos sociales y las plataformas ciudadanas. La respuesta la ha tejido lo social, más que lo sindical. Nuestro análisis es que la crisis es radical, no sólo económica. Hemos pecado de una lectura muy economicista de lo que estaba ocurriendo", observa un integrante de este amplio sector. El núcleo dirigente era visto, pues, como "más continuista, reformista, más institucional".

03. Criados en otro ecosistema político

Lo que comparte este grupo renovador, vanguardista, es, en palabras de varios de sus miembros, una misma "cultura política". Son dirigentes que han "conocido la precariedad y el paro", que han hecho política desde los movimientos sociales, las plataformas ciudadanas, las asambleas de base o las asociaciones estudiantiles, no tanto desde estructuras sólidas como los sindicatos. "Somos más rupturistas con el actual marco. No tenemos nada que perder. Nos están echando de este sistema y buscamos un nuevo país. Los que son como más estáticos, los que viven en el discurso de lo viejo, conocieron los pactos de la Transición, les cuesta más abrirse a los movimientos sociales o abrirse a nuevas dinámicas", sentencia un joven cargo con sitio en la ejecutiva de Lara. Buscan abrir puertas y ventanas en IU, implantar nuevos métodos de participación "hacia fuera". 

Desde la otra parte del cristal, en el círculo de colaboradores más cercano a Lara, niegan que se trate de una disyuntiva "ruptura-reforma", aunque sí reconocen que la centralidad del discurso se ha situado en la contradicción marxista capital-trabajo y en que el acento se ha puesto "acertadamente" en el movimiento obrero. "Es que la crisis es de régimen porque es de clase y es de clase porque es de régimen", según un dirigente de la confianza del coordinador. Fuentes oficiales, no obstante, reconocen que sí que ha habido "matices", "distintas maneras de interpretar la crisis y distintos ritmos": "Ellos han ido más rápido y han querido ir más rápido, lo han visto antes que el grueso de IU, y es verdad que Cayo ha hecho más hincapié en la vinculación con el mundo sindical. Pero Cayo tiene que ir con la gente detrás, dar tirones colectivos, tiene que llevar a buen puerto a toda la organización, no sólo la vanguardia. Pero esas diferencias de matiz, de ritmos, se han unificado ya". 

La quiebra de discurso ya era pasto de los comentarios en la federación (y con los periodistas) desde el año pasado. Pero la rivalidad se agudizó en la tormentosa confección de la candidatura europea. El sector crítico pujaba por renovar la lista desde el número uno, puesto para el que aupó a la castellonense Marina Albiol, 31 años. Consideraba que había que salir "a ganar", muy "a la ofensiva", porque era la oportunidad para asestar el golpe de muerte "al bipartidismo". "Con la profundidad de la crisis, con el descrédito de las instituciones y de las élites, no había posibilidad de ir creciendo poco a poco. Sabíamos que podía pasar cualquier cosa", esgrimen fuentes de este grupo. 

Lara y su entorno y federaciones como Andalucía apostaron por que repitiera Willy Meyer por tercera vez. El coordinador logró su objetivo, aunque ello costó enormes tensiones internas. La entente cordial que firmaron las dos partes de la mayoría federal fue esta: Meyer, uno; la sindicalista Paloma López, la dos; la cuatro, Albiol y el siete, el activista Couso. La fractura se alejaba del horizonte.

"Siempre han votado juntos"

Izquierda Abierta se quedó desplazada, fuera del acuerdo de mesa camilla. Su soledad, en aquel y en otros momentos, permite decir a sus mandos que "aunque haya diferencias de discurso" entre las dos partes de la mayoría federal, "a la hora de la verdad siempre han votado juntos". Los gasparistas, además, sienten que su lectura de la crisis ha sido más ajustada, ya que confrontaban con Lara precisamente por centrarse en el aspecto económico, orillando la crisis política e institucional. En este sentido, su discurso es más próximo al de los críticos. 

El conflicto fue por la candidatura, pero el 25-M hizo el resto. IU logró 1.562.567 votos, el 9,99%, seis escaños, frente a los 588.248 sufragios, 3,71% y dos actas de 2009. Podemos, una fuerza nacida formalmente en marzo, y liderada por Iglesias, cosechó, a la primera, 1.245.948 papeletas, el 7,97% del total, cinco eurodiputados. Los renovadores se sienten ganadores, creen que las urnas les dieron "la razón" y se la quitó a "los conservadores". En concreto, a Lara, por haber lanzado "un órdago muy potente" para colocar a Meyer de uno. Apuesta, por otro lado, efímera, porque anunció la renuncia a su escaño en cuanto infoLibre destapó el escándalo de la sicav de los europarlamentarios. 

Las elecciones hacen que los críticos avancen "muchas posiciones" de golpe. "Tras el 25-M, ya han tomado la decisión de protagonizar los cambios, se consideran legitimados y ya no piden permiso. Y tienen referentes", asegura Luque. Aquellos que incluso eran más reticentes se convencieron de que había que dar paso a los cambios, y sin dilación. IU se da cuenta de que debe "ponerse las pilas", en palabras de una dirigente de la ejecutiva. "No comprendimos la hondura de la crisis, la necesidad de buscar nuevos referentes, así que había que dar un nuevo impulso, ir a un ritmo más rápido", analiza un influyente barón. 

04. La dirección pensaba el reajuste antes del 25-M

Todo se decanta muy rápido. Lara enhebra una profundísima autocrítica, en la que reconoce que IU no ha sabido captar todo el voto protesta, considera que los métodos "deben cambiar de abajo arriba y también de arriba abajo", para actuar con "audacia" y que hay que elaborar un discurso "más fresco, emocional y diverso". Coloca en primera línea y da más poder a Alberto Garzón, Clara Alonso, y da visibilidad a Tasio Oliver, Javier Couso, Lara Hernández (otra joven, miembro de la marea granate, la de los emigrantes, y número diez de la lista europea)... 

Lara propone extender las primarias abiertas a toda IU

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En el círculo de Lara se argumenta que "ya se tenía pensado reajustar la dirección antes de las europeas", aunque no se habían planteado nombres, para "afrontar el nuevo ciclo electoral con fuerza". Pero estas fuentes sí asumen que la apuesta clarísima por Garzón en un área "estratégica", como es la articulación del proceso constituyente y del contacto con otras fuerzas, así como la entrada de nuevos perfiles "es producto del análisis electoral". La conclusión es unánime, allá donde se pregunte en IU: el 25-M "aceleró" los cambios, de modo decisivo. Tanto en lo que concierne al refresco de la ejecutiva como en el abrazo de las primarias abiertas, que en enero eran casi un anatema –un "invento norteamericano", llegó a decir Lara–. 

IU se ha movido en un entorno también en convulsión. El terremoto de las europeas (y la fuerte eclosión de Podemos) se extendió al PSOE –dimisión en diferido de Alfredo Pérez Rubalcaba, convocatoria del congreso extraordinario, pugna por la Secretaría General– y se enlazó con la abdicación del rey Juan Carlos, absolutamente sorpresiva. Este fue el momento, además, donde el núcleo dirigente pudo constatar definitivamente que sí, que había "crisis de régimen", que los cimientos nacidos con la Transición se tambaleaban. La federación levantó la bandera republicana y pidió, con otras formaciones, un referéndum monarquía-república. Enseña que no ha arriado y que se integra en ese proceso constituyente que ahora quiere lanzar y que tiene Garzón en sus manos. IU se siente obligada a responder sin demora a un "momento de emergencia", como verbaliza un importante barón. A un "ritmo más rápido". Uno de los termómetros del proceso será la confluencia o no con Pablo Iglesias, no sólo para generales sino para autonómicas y municipales. El sábado pasado, de hecho, la federación madrileña se reivindicó como actor "fundamental" en el bloque de izquierdas que ha de pensar en "ganar Madrid" en 2015 [consulta el informe político de IU-CM aquí]. 

El punto de inflexión del 25-M ha servido para confirmar la salida, por la puerta grande, de los jóvenes, del sector crítico. No obstante, hay quien ve, como Izquierda Abierta, que no es más que una "lucha por el poder", que los renovadores "van a por la vieja guardia con prácticas más sectarias que las de la vieja guardia". Lo que en todo caso no hay es un relevo total. Lara sigue siendo el coordinador, y aunque recibe sonoras críticas, su puesto no peligra. Otra cosa es la candidatura a la Moncloa. Su reemplazo a medio y a largo plazo ya no es una entelequia. Y el mejor situado, de nuevo, es Garzón. Él no hace ascos. Pero nadie dijo que el coordinador haya cedido por completo la batalla. 

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