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Defensa admite que su presupuesto no incluye todo lo que se gastará en armas: en 2016 faltan mil millones

Defensa admite que su presupuesto no incluye todo lo que va a gastar en armas

Ibon Uría

El secretario de Estado de Defensa, Pedro Argüelles, admitió este jueves un secreto a voces: que los Presupuestos Generales del Estado no contemplan en la partida destinada al Ministerio de Defensa los pagos prometidos a la industria armamentística por los programas especiales de armamento (PEAS). La conclusión es que, como ha ocurrido en los últimos ejercicios, el Gobierno aprobará un crédito extraordinario a mitad de año para cumplir con el calendario de pagos.

Argüelles afirmó ante el resto de diputados que la intención del Ministerio es "seguir atendiendo" esos compromisos "con una cifra superior a los mil millones de euros", pero matizó que la cantidad "exacta" que se pagará no se puede detallar por ahora porque algunos programas se siguen negociando. El secretario de Estado defendió que ampliar con sucesivos decretos las partidas destinadas a la compra de armas es una vía "perfectamente sólida" y rechazó las críticas de la oposición.

Lo cierto es que, en los últimos años, el desfase entre lo que los presupuestos asignan al Ministerio de Defensa a principios de año y lo que finalmente se gasta nunca ha bajado –en el mejor de los casos– de los 1.000 millones de euros, lo que representa al menos un 15% más que las cuentas iniciales. Gran parte del problema reside en los citados programas especiales de armamento, para los que en los presupuestos no se consigna cantidad alguna pese a que el Estado acumula una deuda superior a los 30.000 millones de euros.

"Es jugar al póker contigo mismo"

La directora del Instituto Catalán Internacional por la Paz (ICIP), Tica Font, opina se presentan a sabiendas unas cuentas que no alcanzan para cubrir gastos y se amplían después con decretos que escapan al control del Parlamento, lo que supone "falsear" las cifras para que "no dé la impresión de que el gasto en Defensa aumenta". Coincide con ella el investigador del colectivo Utopía contagiosa Juan Carlos Rois, para quien esta maniobra es una "trampa" en toda regla.

"Se vuelve a repetir la trampa de cada año", añade por su parte el experto del Centre JM Delàs de estudios para la paz Pere Ortega, que agrega que el presupuesto es un ejercicio de "contabilidad creativa" que implica un "engaño a la opinión pública" y también a la oposición, pues se ve obligada a votar "unas cuentas que son engañosas y que se sabe a ciencia cierta que aumentarán a lo largo del año". "Es como jugar al póker contigo mismo", resume Font.

Las cifras demuestran que cada ejercicio hay desviaciones importantes en la ejecución presupuestaria del Ministerio de Defensa. Este departamento gastó en 2010 un 13% más de lo previsto, en 2011 un 16% más, en 2012 la cifra se disparó hasta el 43%, en 2013 superó el 32% y, el pasado 2014, el Gobierno aprobó conceder 1.950 millones de euros extraordinarios, con lo que el gasto alcanzó los 8.633 millones frente a los 6.682 millones consignados, una desviación del 22,6%.

Este 2015 el Ejecutivo aprobó en mayo un decreto para dedicar 856 millones más de lo previsto a la compra de armas. En total, Defensa ha gastado entre enero y junio 1.627 millones más que los que le concedían las cuentas del Estado, de acuerdo con la Intervención General. A raíz de esas polémicas ampliaciones, el pasado noviembre el Tribunal Constitucional admitió a trámite un recurso de PSOE, Izquierda Plural y UPyD contra un decreto de este tipo aprobado en agosto de 2014. Aún no se ha pronunciado sobre el fondo de la cuestión.

Viejos conocidos

Las ampliaciones de gasto suelen tener un destino común: los programas especiales de armamento. Se trata de 20 grandes operaciones de compra de material bélico iniciadas a mediados de los noventa, que incluyen carros de combate, aviones, buques y fragatas, misiles y obuses. Su coste inicial era, apuntan los expertos del Centre JM Delàs, de 20.375 millones, si bien los aplazamientos de los pagos y las modificaciones introducidas lo habrían elevado por encima de los 34.000 millones, una cantidad "insostenible", dice Rois; "inasumible", reitera Ortega.

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Para hacer frente a la deuda, el ministro Pedro Morenés renegoció en 2013 con la industria y refinanció las cuotas, aplazando los vencimientos hasta 2030. Según ese plan, las cantidades a abonar aumentarán cada año hasta alcanzar los 2.045 millones en 2020, y se reducirán después hasta 2030. Los expertos consultados agregan que los fabricantes de armas recibieron créditos al 0% de interés del Ministerio de Industria para financiar la fabricación de ese material bélico, que deberían devolver cuando Defensa les pague.

Además de costosas, varios investigadores señalan que ese armamento es innecesario: "En esos programas hay material concebido para una situación de Guerra Fría", dice Font. "No son armas para la defensa del Estado. Sirven para participar en misiones de la OTAN y para ser exhibidas y lograr que otros países compren armas a las empresas españolas", sostiene Rois. "No son armas necesarias para la seguridad y la geoestrategia de España. Ni siquiera las han pedido los militares: sólo sirven para satisfacer a la industria", apunta Ortega.

Por si fuera poco, añaden, Defensa ha iniciado programas especiales de armamento de segunda generación y ha comprometido en ellos 10.000 millones, también aplazados. Así, apunta Ortega, en los presupuestos de 2016 se han reservado 25 millones para adquirir aviones no tripulados que en realidad cuestan 171 millones y se pagarán no antes de 2020, y vehículos blindados cuya factura supera los 1.800 millones de euros y de los que, el próximo año, únicamente se pagarán 30 millones.

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