Talento a la fuga

Votar desde fuera de España: democracia bajo sospecha

El voto rogado es una doble bofetada a los que están fuera

"Votando. Así se construye un país", proclamaba Mariano Rajoy a la multitud congregada en los aledaños de la calle Génova el pasado 20 de diciembre. El entonces, y todavía, presidente del Gobierno en funciones celebraba desde el balcón de la sede del PP su ajustada victoria en las pasadas elecciones generales. "Quiero dar las gracias a todos los españoles que hoy han acudido a las urnas haciendo una de las cosas más importantes de una democracia avanzada como es la nuestra. A todos, muchas gracias por hacerlo”, exclamaba en medio del estruendo general.

Rajoy agradecía así una participación que, sin embargo, se derrumbaba en el exterior hasta alcanzar un mínimo histórico del 4,7%. De los casi dos millones de españoles inscritos en el CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes), solo votaron 89.000. Un escaso porcentaje que, según Marea Granate, viene dado por una ley electoral injusta a la que, según denuncian, le acompañan numerosas irregularidades que excluyen del sistema democrático a miles de emigrantes españoles. Con la vista puesta en el próximo 26-J, los expatriados españoles se preparan para participar al fin, en unos comicios a los que asistirán en medio de un clima de desconfianza generalizada.

“No me fío de nada, la verdad”, dice Lara Bossini, una científica española afincada en Cambridge que el pasado 20 de diciembre no pudo ejercer su derecho a voto tras quedar excluida en las listas del CERA. “En esta ocasión, previendo que habría nuevas elecciones, he ido con tiempo, cumpliendo todos los plazos administrativos y con buena fe, pero sintiéndolo mucho, no creo que del otro lado exista la misma buena fe”.

Esta investigadora da voz a una preocupación que se ha hecho endémica entre los emigrantes españoles desde que en 2011 se aprobara la reforma electoral que regula el sufragio exterior. Las continuas trabas administrativas, los errores en el censo, los retrasos en la recepción de las papeletas, y un largo etcétera de irregularidades y anomalías que denuncian colectivos como Marea Granate, han ido cimentando la creciente sospecha de un pacto político implícito para desincentivar un nicho de voto que, consideran, podría serles adverso. “Nuestros votos no llegan porque no interesa que esto cambie, y menos a los iberdrolos, endesassantandereses y todos los que al final financian el poder en este país”, asevera sin complejos Judith Ortega. Una ingeniera química que se vio obligada a emigrar hasta Bristol donde trabaja como camarera.

Marea Granate: “Nos hacen mucha gracia las palabras de Margallo”

"Los españoles que están fuera tienen el mismo derecho, si no más, a votar". "No podemos estar perdiendo (derechos) por temas procedimentales". Estas declaraciones no corresponden en esta ocasión a ninguna brillante doctora emigrada en Inglaterra, ni a una indignada ingeniera que se gana el pan como camarera en un restaurante británico. Son palabras del ministro de Exteriores en funciones José Manuel García-Margallo, quien reconocía recientemente desde Argentina las evidentes deficiencias en el sistema de sufragio exterior. “Desde Marea Granate nos hace mucha gracia que el ministro diga ahora que hay que derogar el voto exterior porque no funciona, cuando el PP ha tenido en sus manos toda una legislatura para cambiarlo”, replica con escepticismo María Almena, portavoz del colectivo transnacional.

Cansados de obtener la callada por respuesta por parte de las administraciones y representantes políticos a lo largo de los últimos cinco años, Marea Granate se suma a la desconfianza expresada por una amplia mayoría de los expatriados. “Iniciativas como la plataforma Dos millones de votos estuvieron enviando cartas a la junta electoral central y al Ministerio de Exteriores y no obtuvieron respuesta en ningún momento. Solo se pronunció la defensora del pueblo al respecto”. Un silencio institucional que contrasta con la repercusión obtenida en organismos internacionales de la importancia de la OSCE. “Se han hecho informes muchísimo más exhaustivos sobre la problemática del voto exterior que los de la propia junta electoral central, por ejemplo”, explica Almena a infoLibre.

Además, Marea Granate da cuenta de la creciente opacidad informativa en todo lo que se refiere a las incidencias: “Tenemos constancia de quejas que se han remitido a las juntas electorales provinciales por votos que no han llegado y no hay forma de que nadie las admita ni las reconozca. Hay un tupido velo que se va repitiendo elección tras elección”.

Lara Bossini: “Solo importa que votemos para Eurovisión”

“Parece que a España solo le importa que votemos los emigrantes en Eurovisión, pero cuando son las elecciones les da un poquito más igual, ¿sabes?”, ironiza Lara, que reclama para el sufragio las mismas facilidades telemáticas con las que accedió, por ejemplo, a la prestigiosa beca estatal que el Estado británico le concedió. “Todas mis becas de investigación las he presentado online. Se ve que puedes hacer todo por Internet menos votar”. Una reclamación a la que se suma, con matices, Marea Granate. “Nosotros no estamos a favor del voto electrónico, porque no es lo suficientemente garantista, ni es auditable y está gestionado por empresas privadas. Pero sí estamos a favor de medios telemáticos para facilitar inscripciones en el consulado, reclamaciones, subsanaciones en el censo, todas estas cosas”, aclaran.

A menos de dos meses de las próximas elecciones generales, muchos españoles se han lanzado a una carrera contrarreloj para hacer valer su derecho al voto. Sin embargo, muchos de ellos, cansados de fracasar en los pasados comicios, han desistido antes de empezar. Es el caso de Cristina Torre, una criminóloga licenciada en Ciencias Políticas de Pamplona residente en Southwater (Inglaterra). Asegura que esta será la primera vez en su vida que no participará en unas elecciones. “Este sistema desincentiva la participación. La gente tiene que perder mucho tiempo y energía y es fácil que se abstengan”, expone.

Cristina cree que el laberinto burocrático al que están sometidos los expatriados para votar constituye una de las motivaciones que favorecen la abstención. Pero además, el temor a perder derechos en España, se ha configurado como otra de las causas que desincentivan la participación. Inscribirse en los consulados supone dejar constancia de un éxodo que puede ser temporal y que, sin embargo, supone la pérdida de garantías sociales al retornar. “Hicimos un informe y el principal motivo por el que la gente no se quería registrar en el consulado era por la pérdida de derechos que iba asociada a esa acción”, ratifican desde Marea Granate. “Yo, como registrada, no puedo ir al médico en España, pero en Inglaterra, al llevar menos de cuatro años, tampoco puedo optar a según qué prestaciones”, expone Judith. Una situación de desamparo que, como explica Lara, se ha agravado con la amenaza británica de salir de la Unión Europea: “Nuestro país nos niega derechos por marcharnos, y por su parte, Reino Unido también juega con ellos para evitar el Brexit, porque después del acuerdo al que llegaron en Bruselas, que exige a los emigrantes acumular cuatro años de residencia en Inglaterra para obtener beneficios asistenciales, parece que nos hemos quedado sin votar, sin seguridad social y sin derecho a la libre circulación”.

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La Comisión de investigación: “Papel mojado”

En el contexto de una investidura previsiblemente fallida, Marea Granate y el colectivo de expatriados habían logrado que el Congreso aprobara por unanimidad la creación de una comisión de investigación destinada a subsanar las deficiencias en el voto exterior. Sin embargo, la brevedad de la esta última legislatura, la ha pospuesto hasta la formación de un nuevo gobierno. “Se paraliza, sí. Sabíamos que no iba a llegar a nada porque lo más probable era que se disolvieran las Cortes. Lamentablemente se ha convertido en papel mojado. Nosotros lo que queremos es ver que se alcanza este tipo de consenso unánime”, argumenta María Almena. En este sentido, pero sin poder evitar añadir un punto de ironía teñida de incredulidad, también se manifiesta Lara Bossini: “La verdad es que, durante este proceso de formación fallida de gobierno, me hubiera gustado que, esos a los que les gusta tanto hablar de grandes pactos de Estado, se hubieran referido a uno relativo al voto exterior que reparase las deficiencias del actual”.

Con las nuevas elecciones a punto de caer sobre el mapa político español, los expatriados españoles se preparan para participar en un proceso sobre el que sigue pesando la desconfianza generalizada. “Creo que hay un vórtice oscuro que absorbe los votos no deseados para las grandes fortunas de este país”, remata Judith. Un agujero negro que, según Marea Granate, se ha tragado la voluntad de miles de expatriados españoles que reclaman su derecho a “construir un país con su voto”, tal y como expresó Mariano Rajoy en la noche electoral del 20 de Diciembre. "Quiero dar las gracias a todos los españoles que hoy han acudido a las urnas haciendo una de las cosas más importantes de una democracia avanzada como es la nuestra”, concluía el presidente. “Votar es lo que nos diferencia de otros regímenes políticos. Es el derecho más básico de un sistema democrático”, coincide Lara desde su laboratorio en Cambridge.

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