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El pobre tío Sam

A los amigos de la justicia natural les habrá encantado este incidente. Un ave que encarna el mito de la “gran nación americana” mantiene a raya y hasta llega a asustar al tipo que para muchos norteamericanos está embarrando alguna de sus tradicionales señas de identidad.

Fue en agosto pasado, durante la sesión de fotos para la portada de la revista TimeTime que ese mes ocupó el aspirante republicano. El fotógrafo quiso jugar en la construcción de la foto con la idea del ultraconservadurismo que simboliza y ejerce este sujeto filonazi y el animal que desde tiempos de los fundadores ocupa el lugar más destacado en la simbología norteamericana junto a las barras y estrellas que quedaron asentadas como bandera tras la Guerra Civil en el XIX.

Hasta ahora, la revista Time había mantenido el incidente y las imágenes en el secreto al que supongo que se sentiría obligada por la discreción profesional, pero el estrépito de las declaraciones del millonario republicano sobre la prohibición de entrar a los musulmanes en el país ha cambiado esa actitud de consideración.

Con ello probablemente no cambie nada en la carrera de este tipo hacia el gobierno de los Estados Unidos, que pasa por ganar la candidatura republicana, pero nos ofrece el regalo de una metáfora con la que podemos jugar a creer que la naturaleza termina poniendo las cosas en su sitio.

Por un momento...

Por un momento...

El águila calva, que encarna la majestad de un imperio sin tradición pero orgulloso de su presente, muestra su rechazo y hasta casi ataca a quien transita por la escalera del poder político sin pararse en el valor de ciertas tradiciones y hasta casi atacando algunos de los rasgos de identidad del país que quiere gobernar. Es una manera de verlo. Probablemente la más extendida y comentada. Casi con toda seguridad, la reacción que buscaba la revista Time al hacer público el incidente animal. Pero hay otra lectura. El pobre animal es un ave de casi 30 años cuya vida ha transcurrido entre jaulas y exhibiciones; un impresionante y hermoso águila que acaso tenga menos horas de vuelo que de ejercicio mental democrático el propio Trump. Este “Tio Sam” es un ser que desconoce la libertad y su propia fuerza, como el elefante de circo sujeto por una estaca que no sabe y nunca sabrá que podría liberarse con sólo dar un leve tirón. Ese ave imperial sometido e infeliz llega a asustar algo al aspirante a tirano lacado, e incluso es capaz de sobrecogerle por el mero hecho de advertir, supongo que en un momento de cansancio de tanta sesión de fotos, que no se meta en su terreno, que no acerque la mano a su territorio más próximo y seguro.

Pero nada más. El hombre termina bromeando con la peligrosidad del animal y lo que tiene que hacer para ocupar la portada de la revista. Luego, sometido, “Tío Sam” volverá a sus barrotes, a las sesiones de fotos, quizá a alguna peli y a seguir interpretando lo que no es.

Ni ella misma sabrá que fue metáfora de un gesto de rebeldía, que llegó a ser más protagonista que el sujeto al que pensaban que adornara porque ni sabe ni ha tenido oportunidad de aprender que puede ser más fuerte y más libre, mucho más fuerte y más libre que él.

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