La masa que solo aplaude

David Acosta Arrés

La actualidad nos pasa por encima demasiado rápido. Todo depende de lo que la agenda  electoral imponga. Esa "mano invisible" que, en demasiadas ocasiones, "obliga" a centrarnos poco en la gestión de lo público por el bien de la polarización ideológica a través del "y tú más". Hablemos de cosas mundanas. Que no suelen tener importancia viral más allá de las hipótesis planteadas por unos locos sentados en un rincón. Hablemos de cómo mejorar la  democracia.  

El conflicto más típico de la ciencia social respecto al estudio del comportamiento del ser humano ha girado históricamente en cómo no perder la objetividad e imparcialidad siendo el investigado parte consciente de la sociedad que estudia. Diferenciar entre análisis objetivo, evaluación técnica y crítica personal interesada.  

Por eso, cuando hablamos de democracia o de, en este caso, cuáles son las déficits o beneficios de nuestro modelo de organización social, todo para intentar mejorar nuestra convivencia, tendemos, con independencia de las técnicas utilizadas durante el proceso, a no confiar, demonizando determinadas afirmaciones porque pareciera que existen motivos  personales detrás de determinados enunciados públicos. En este caso particular, aprovechando la Asamblea Fundacional de Sumar y la elaboración de las listas electorales para las elecciones catalanas, vascas y europeas sería interesante hablar de los modelos participativos de los partidos políticos españoles.  

Desde el modelo de elección de líderes a través de delegados en los diferentes Congresos  y/o Asambleas, la "presunta" redacción consensuada de determinados argumentarios ideológicos y programáticos, y la construcción de listas electorales a través de primarias de votación directa o indirecta (voto presencial, delegado o digital); nuestro modelo de participación política ha ido cambiando durante la última década aunque con un vértice común: La importancia de la viralización a través de las redes sociales. La competencia electoral a través de la promoción constante: ¿Quién es más democrático y  participativo?  

Sin embargo, durante el proceso se da únicamente importancia al número de visualizaciones, a los "me gusta" o al "compartir". Publicitando referéndums digitales (con preguntas impuestas desde los cuadros directivos donde se sabe de antemano quién va a ganar porque no hay posibilidades de debate y/o alternativas). Se aplica también a las elecciones de listas de representación cerradas y bloqueadas donde participan los mismos o aquellos/as que se mueven dentro de un único círculo de confianza o mantienen un determinado grado de supuesta lealtad al líder/esa absoluto/a.  

Nuestro modelo de participación política ha ido cambiando durante la última década aunque con un vértice común: La importancia de la viralización a través de las redes sociales. La competencia electoral a través de la promoción constante

Todos los modelos de participación política dentro de los partidos españoles tienen sus aspectos positivos y negativos. Sin embargo, lo que se comparte desde todas las organizaciones políticas, con independencia de su ideología, es una cuestión intrínseca (por desgracia) al comportamiento histórico y crónico del ser humano: Su obsesión no solo por controlar el poder, acceso y proceso, sino por establecer límites a quién debe, tiene y puede alcanzar cierto grado de éxito individual y colectivo. De esta forma se mantienen y perpetúan los hiperliderazgos internos supuestamente incuestionables.  

Me alegra que existan organizaciones como Sumar. Todo por el bien de la diversidad ideológica y el debate público. No obstante (ya ocurrió en el pasado con Podemos), cuidado al pensar que un método de participación, un liderazgo determinado o incluso una política pública es mejor si se defiende gracias al mensaje partidista que excluye irremediablemente al resto. La gestión de pancarta o argumentario del uno frente al otro. No confundamos cohesión interna consciente o la unanimidad con la unidad y diversidad interna legítima.  

Al igual que nuestros políticos/as deben centrarse en el pacto, el consenso, para confeccionar políticas públicas eficaces que satisfagan las necesidades de la mayorías sin discriminar a las minorías, más allá de los conflictos de parte que crean polarización y odio ideológico. También debemos centrarnos (pese a que nos duela) en mejorar nuestro sistema democrático donde se pueda participar de él y con él conscientemente sin aplicar el determinismo elitista que distorsiona gravemente la libertad e igualdad en todos los sistemas políticos democráticos.

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