Mayo madrileño: una memoria popular para nuestra comunidad

Hoy, Dos de Mayo, conmemoramos un levantamiento popular que nos da a los madrileños y madrileñas nuestro día de la Comunidad de Madrid. A veces se olvida, pero la defensa de la patria solo se convierte en hito histórico cuando viene del pueblo, porque a la hora de la verdad siempre es el pueblo el que pone el cuerpo, el que toma la iniciativa y empuja para que las cosas vayan para un lado o para otro. El Dos de Mayo de 1808 es un hito para la historia popular española y para la genealogía de una comunidad política, la madrileña, que aspiramos a representar.

El levantamiento madrileño del Dos de Mayo dio origen a un proceso de protagonismo eminentemente popular y ciudadano, donde las juntas de gobierno respondieron a lo que hoy llamaríamos –como dice el historiador Pablo Sánchez León— una crisis de representación. Con las juntas se abrió un tiempo de cambio en quien podía ejercer la representación política, hasta entonces vedada a los estamentos más elevados del Antiguo Régimen. Se abrió también un nuevo tiempo en la relación entre representantes y representados porque las juntas quedaron bajo el escrutinio de una población movilizada que, dado el caso, podía revocarlas.

Eso recordamos un día como hoy: una expansión de la política. Con las palabras de hoy: un ensanchamiento de la democracia. Una ampliación de los temas que se pueden politizar, una ampliación de las personas que pueden tratarlos, una movilización entusiasta de la gente común para hacerse cargo de su propio destino y el de su pueblo. Un movimiento que tendría ecos históricos décadas después, como sucedió en 1854 con los sucesos de julio, que no fueron sino una rebelión del pueblo madrileño contra el mando de la regenta María Cristina, percibido como tiránico y corrupto.

Hay quien quiere convertir Madrid en un decorado, en una región capital global sin ciudadanía y sin historia. A esa gente les decimos que por Madrid pasan los grandes hitos democratizadores de nuestra modernidad política: el Dos de Mayo, los levantamientos populares del siglo XIX, el tiempo de esperanza que se abrió en 1931, la movilización masiva de los años 1970 con el movimiento feminista a la vanguardia, las luchas que nos trajeron de vuelta la democracia con el compromiso de muchísimos y la sangre de demasiados.

Mayo es el mes más madrileño, sí. En dos semanas celebraremos las fiestas del patrón de nuestra capital, un jornalero, un santo mozárabe que se parece mucho al Madrid mestizo, trabajador y abierto que somos. Desde hace unos años, en la fiesta municipal muchos conmemoramos también un poquito otro hito democrático, orgullo madrileño y día señalado para la genealogía futura de una nación española orgullosa de sus luchas democráticas.

A veces se olvida, pero la defensa de la patria solo se convierte en hito histórico cuando viene del pueblo, porque a la hora de la verdad siempre es el pueblo el que pone el cuerpo, el que toma la iniciativa y empuja para que las cosas vayan para un lado o para otro

El 15 de mayo de 2011 explotó otra crisis de representación. Fue una rebelión contra un bipartidismo senil e inoperante, incapaz de ofrecer respuestas a la ciudadanía y futuro a la juventud. El 15 de mayo abrió un periodo de experimentación política, de convivencia en acampadas, de discusión en asambleas, de desobediencia al régimen de los desahucios y la deuda. Ese impulso puso patas arriba el sistema de partidos en España y abrió una brecha en lo que se daba por posible en la política española.

Más Madrid existe para mantener esa brecha abierta. Existe, resiste y crece precisamente en un momento en que parece que el bipartidismo recupera tirón electoral, pero carece de unos consensos a los que regresar. Más Madrid nació para politizar lo que no estaba suficientemente politizado: un territorio que de tanto albergar los centros de poder que hablan al resto del país no tenía quién le hablara de sus desvelos; la crisis climática y la crisis del tiempo; la sanidad y la salud mental. Algunas de nuestras banderas, como la reducción de la jornada laboral y la transición ecológica, son ya las banderas de todo el bloque progresista español. Ese es el impulso que nos convierte a nosotros en la alternativa al peor Partido Popular de España y a Madrid en una excepción al retorno del bipartidismo.

Más Madrid existe para poner las instituciones madrileñas al servicio de la gente corriente. Y también para empujar la agenda del Gobierno de coalición que necesita responder a los anhelos de transformación del pueblo progresista. Ese pueblo no estuvo cinco días en vilo para que todo siga igual. La manera de salir de este impasse es yendo a la ofensiva, politizando lo que todavía no está politizado. Nosotros vamos a seguir empujando para democratizar la justicia en España, para convertir la transición ecológica en una garantía de bienestar para las mayorías y para que, entre Blackrock y el derecho a la vivienda, el Gobierno de España se ponga del lado de quienes necesitan una casa para vivir.

 

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