El teólogo vasco Ignacio Ellacuría le pidió a la ética y a la inteligencia un esfuerzo humano para resolver los conflictos. Era tanta su esperanza que en uno de sus libros intentó convertir a la Iglesia al reino de Dios. También quiso organizar un proceso de paz en El Salvador, país que amaba y en el que vivía desde siempre. Empleó su liderazgo como rector de la Universidad Centroamericana para darle un valor social a la filosofía cristiana y procurar la paz entre un Gobierno militar golpista y el Frente Farabundo Martí.
Ese esfuerzo le costó la vida en 1989, junto a otros jesuitas, una trabajadora de la Universidad y su hija de 15 años. La condena del coronel y viceministro Inocente Montano en la Audiencia Nacional a 133 años de cárcel, me hace recordar aquellos hechos, tantos años después, así como el asesinato de monseñor Óscar Romero. Viví esas muertes en Granada como militante, entre otras militancias, del Comité de Solidaridad con Centroamérica.
Inocente ha sido declarado culpable. Fue uno de los militares que preparó el asesinato de los jesuitas y de los posibles testigos con el fin de evitar la paz. Si Ignacio Ellacuría buscaba la superación de un conflicto que sangraba a El Salvador, Inocente Montano y sus cómplices quisieron evitar la paz para no perder los privilegios y ganancias que la guerra les deparaba.
Esta condena ha sido posible en nuestra Audiencia Nacional porque 5 de los asesinados eran españoles. También resulta inevitable recordar ahora los buenos tiempos de la maltratada jurisdicción universal que permitió algunos juicios como el del dictador chileno Augusto Pinochet.
Por desgracia hay gente que busca la permanencia de los conflictos para cultivar sus ganancias. Con diversos daños y gravedades, las guerras y los atentados terroristas permiten que algunas gentes sin recato vayan de inocentes y busquen ganancias económicas, autoritarias o electorales. La barbarie de los atentados del 11 de septiembre de 2001 facilitó una calculada serie de acciones internacionales y antidemocráticas en nombre de la seguridad.
En España tenemos más cerca el caso del terrorismo de ETA. Mientras personas como el socialista Jesús Egiguren se esforzaban en negociar para conseguir el fin de los asesinatos de ETA, hasta lograrlo con el Gobierno de Rodríguez Zapatero, hubo muchos políticos empeñados en evitar la solución del conflicto para seguir haciendo demagogia y negocio con los muertos. Se llegó incluso a denunciar como cómplices de asesinato a los que trabajaban por conseguir la paz. Todavía debemos soportar en muchas discusiones parlamentarias la manipulación de las víctimas y del dolor de todos.
Mi padre fue coronel en los cuarteles de Loyola de San Sebastián a principios de los años 80. Vivimos aquel tiempo con el corazón en un puño. Quizá por eso me duele íntimamente la actitud de los que en vez de resolver conflictos prefieren mantenerlos para buscar ganancias mezquinas, los que levantan dogmas y van de inocentes sin desear la paz y sin preocuparse por la pérdida de vidas.
El coronel García, que ahora tiene 94 años, ha sido siempre un hombre autoritario y muy conservador. Como la vida es poco esquemática, también ha sido un buen lector de poesía. A él, a los poemas de Espronceda y Zorrilla que me leía en voz alta, le debo mi vocación.
También en los años 80, para protestar por el asesinato de los sacerdotes, participé en una toma pacífica del consulado de El Salvador en Granada. Cuando mi padre llegó al bar de oficiales de su Regimiento, unos compañeros le enseñaron el periódico y se lamentaron de que tuviese un hijo como yo. Un camarero amigo me contó su respuesta: mi hijo sólo hace lo que le ha enseñado su padre, oponerse a los asesinos. Es una respuesta que nunca he olvidado.
Las esperanzas no siempre salen bien. Es difícil convertir a la Iglesia al reino de Dios, tanto como resolver conflictos cuando están en manos de los que necesitan la guerra. Pero hay lecciones humanas que no pueden olvidarse, lecciones como la de Óscar Romero o Ignacio Ellacuría.
Durante mucho tiempo he seguido los detalles del caso. Después de la sentencia justa, y en España, contra Inocente Montano, pienso en aquellos y estos años, y me siento agradecido a juristas como José Antonio Martín Pallín, Baltasar Garzón, Dolores Delgado, Almudena Bernabeu y Manuel Ollé Sesé. La paz sea con vosotros.
No se me ocurre otro lugar mejor donde insertar mi comentario que la magnífica columna de hoy de Luis García Montero. Una vez intenté algo parecido en la sección de Librepensadores, donde quizás sería el sitio más adecuado, con un artículo sobre Juan Goytisolo. Como no fue publicado no lo he vuelto a intentar.
No es mi intención hacerle desprecio a Luis, porque bien poco tiene que ver con el tema que nos ha traído hoy, aunque quizás podemos establecer una relación con su columna, porque quiero hablar de buena literatura. Y hay una segunda relación que mostraré hacia el final de mi escrito, aunque también se me pueda achacar que son coincidencias que están traídas por los pelos.
Hace ya un tiempo, posiblemente un par de años, sufría un flechazo (literario) por quien creo que es una magnífica escritora. Escribe críticas gastronómicas, humilde género que también desarrolló nuestro admirado Rafael Chirbes. Lo hace en el suplemento “La Guía Hedonista” del diario digital “Valencia Plaza”. El primero de sus artículos que leí me impactó muy positivamente, de manera que pinché sobre el enlace del nombre de su autora. Si el artículo era magnífico, su carta de presentación no podía ser más sugerente. Lo intenté compartir con los lectores de InfoLibre y, así, hice un comentario en este digital, creo que en una columna de Aroa Moreno. Un poco como en este caso, o sea, sin venir mucho a cuento. Aunque he buscado en el archivo de las columnas de Aroa, no he encontrado ese comentario.
Responder
Denunciar comentario
Ocultar 2 RespuestasHe devorado cada uno de los artículos de esta autora en “La Guía Hedonista” y ninguno de ellos me ha defraudado. No son fáciles de encontrar, pues no se prodiga y la forma de acceder a ellos es escribir el nombre de la autora en el buscador. Este verano me decidí a comprarle una de sus novelas (solo tenía dos). El resultado, la verdad, fue un pequeño chasco. Me pregunté cómo puede ser que una autora que escribe tan bien pudiera “descuidar” tanto la historia que contaba, metiendo como con calzador situaciones demasiado morbosas, que chirriaban. Pensé que, bien eran exigencias del editor, bien un afán de ella por llamar la atención y así vender más. Como pensé que ya era una mujer en el comienzo de su madurez y que eso explicaba su afán de darse a conocer un poco a la desesperada, ayer mismo busqué en internet alguna reseña que me indicara su edad, así que escribí su nombre en el buscador.
¡Sorpresa! Me aparece que Bárbara Blasco ha sido la reciente ganadora del premio Tusquets por su última novela (que no la que yo leí). Como la presidenta del jurado creo que tiene “alguna” relación con Luis, eso me ha servido de excusa para esta parrafada. Pero he de lamentar que su nombre no aparece cuando lo pongo en el buscador de InfoLibre, un medio que destaca por su apuesta por la cultura y en especial por la literatura.
No puedo sino recomendar que lean sus artículos. Y supongo que también su última novela. Aunque la historia fuera tan fallida como la que yo leí, los buenos creadores siempre son recomendables, pues incluso en sus obras menos conseguidas nos tropezamos con los gratificantes destellos de su genio.
Bárbara nació en 1972 en Valencia. Se le puede encontrar alguna entrevista en YouTube, con muy escasas visitas.
Un saludo y de nuevo disculpas.
Responder
Denunciar comentario
Ocultar 1 RespuestasGracias Sr. García Montero.
La recepción educacional o posicional, llámese como llamársele quiera, que se aprende de nuestros mayores siempre es un bien recibido de índole propia.
No somos pocos los que entendemos ciertos aspectos de la vida distintos a los de nuestros mayores. No por eso ellos dejan de estar orgullosos de nosotros.
Responder
Denunciar comentario
El Diablo Cojuelo, tus comentarios me parecen interesantes, 14 horas , 07 minutos, 11 segundos.
Responder
Denunciar comentario
Ocultar 2 Respuestas@Tierryprecioso: ¡Muchas Gracias!! "Quedamos a la recìproca" Te maniiesto que siempre hemos admirado la moderacion y el buen gusto de tus comentarios: Recibe nuestromas cordial Saludo : Lunilla y El DIablo Cojuelo ( son los nombres publicos, registrados en Infolibre) PD: Enviado a EDitar a las 21 h. p/m; Estmados Moderadores ¡es parahoy.! ¡Ahora!
Responder
Denunciar comentario
Ocultar 1 Respuestas
Gracias por su conmovedor texto Sr Montero. Me remueve su narración aunque sea exquisita o… porque lo es.
Me permito evocar a mi padre, luchador por la paz y la libertad toda su vida, que falleció en 1989 ya que me vienen a la mente unas frases que empleaba mucho y conocidas de todos: a río revuelto ganancia de pescadores, o, la religión es el opio del pueblo. Ni pintadas para estos momentos.
Responder
Denunciar comentario
Ocultar 1 Respuestaswww.infolibre.es ISSN 2445-1592
Muy simple: muchas gracias por tu artículo y por tu lucidez. Casi siempre estoy de acuerdo con lo que escribes. Un referente en esta jungla.
Responder
Denunciar comentario
0
2