El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.
2025: un año catastrófico y amenazador para las democracias liberales
“Malos tiempos para la lírica”, escribía Bertolt Brecht en 1939, en pleno auge del nazismo en su país. Aunque el poeta alemán se refería a la decadencia de la poesía en aquellos tiempos convulsos, pienso que esa frase, adaptándola, se puede traspolar a esta tortuosa tercera década de siglo que hemos empezado con una pandemia (que nos advierte de nuestras vulnerabilidades), con una invasión agresiva en el Este de Europa y con un genocidio en marcha y en directo en Palestina que el mundo occidental observa como quien ve un documental de Netflix.
Y, al igual que hace cien años, no reaccionamos. Al menos, no suficientemente. Esto me lleva a recordar a otro alemán, el militar y religioso Martin Niemöller, cuando escribió, en los años 30 del siglo pasado, el famoso poema de “Cuando vinieron a buscar a (...), guardé silencio...”, que le llevaría a la cárcel y a un campo de concentración.
Libertades y derechos en declive
En todo el llamado Occidente estamos asistiendo a un vuelco ideológico, nocivo, al que no damos la importancia que merece.
Comenzando por nuestra Europa, observamos un estancamiento, cuando no retroceso, principalmente en el campo de las libertades públicas y en las políticas medioambientales, causado por la injerencia ideológica estadounidense y por la labor de zapa de los lobbies —acreditados o no— en los centros de poder, especialmente Bruselas.
Muchas de las normas que nos hemos dado, en el ámbito UE y, tras su posterior transposición, en el nacional, y que han supuesto en su conjunto un progreso en el reconocimiento de valores y derechos, están últimamente en entredicho, cuando no en peligro.
Baste recordar, en cuanto a las libertades públicas, que en el Reino Unido (gobierno laborista) puedes acabar detenido si te manifiestas contra el genocidio en Palestina y que en Alemania (gobierno conservador), Francia (gobierno centrista) y otros países ocurre lo mismo.
En cuanto a las políticas medioambientales, citemos la actual ralentización en su implementación, cuando no “revisión” o “flexibilización” de los proyectos, especialmente el Pacto Verde Europeo, que se enfrenta a la hostilidad de las grandes corporaciones afectadas, como la industria automotriz, defendida por su correa de transmisión, los partidos de derechas europeos. Para empezar, el plan inicial de restricciones en la venta de vehículos de combustión a partir de 2035 ha sido modificado por la Comisión Europea para introducir flexibilidades en los objetivos de emisiones de CO2. Mal empezamos sin se quiere llegar al horizonte de neutralidad climática de 2050.
Y qué decir de los derechos de los refugiados, reconocidos por la Convención de 1951, que incluyen el principio de no devolución a un lugar de peligro y el acceso a un estatuto legal para reconstruir sus vidas. Pues bien, el nuevo Pacto de Migración y Asilo, que entrará en vigor en junio de 2026, va a endurecer los controles en las fronteras y reducir la protección de los emigrantes, en flagrante contradicción con los valores y principios que la UE reivindica.
Perniciosos efluvios (ultra)atlánticos
Desde el regreso a la Casa Blanca de Donald Trump, las libertades y derechos civiles no han dejado de verse amenazados. En primer lugar en propio territorio estadounidense, con multitud de recortes presupuestarios a los programas de ayuda a la población más vulnerable (Obamacare), ataques a la libertad de prensa a través de acciones judiciales, cierres de medios financiados por el Estado, restricción de acceso a la Casa Blanca e insultos directos a periodistas incómodos. Por no hablar de la política antimigratoria aplicada a través de la policía del denostado ICE.
Estos ataques directos en casa, que sufren incluso los ciudadanos que le han votado, se expanden, cual pandemia, allende sus fronteras, empezando por el norte con la represalia comercial a Canadá recién iniciada la presidencia de Trump. También con el sur, con los recientes bombardeos de embarcaciones frente a las costas de Venezuela y el consiguiente asesinato de más de cien personas sin detenciones, procesamientos o prueba alguna (ver este análisis de Fidel Gómez Rosa aquí). Añadamos la declaración oficial de Nicolás Maduro como terrorista y la incautación de petroleros venezolanos, o la violación del espacio aéreo por aeronaves militares de la USAF y la declaración unilateral de cierre total del espacio aéreo para aviones comerciales.
Panamá también fue objeto de amenazas, incluso antes de la reelección de Trump, quien declaró que exigiría que el control del canal fuera devuelto a los Estados Unidos ante el aumento de su utilización por China, segundo usuario después de EE.UU. e importante inversor en el país centroamericano.
Se trata de una actualización de la doctrina Monroe para ampliar la larga lista de intervenciones externas al sur del Río Grande. El patio de atrás se les había descontrolado en los últimos años y necesitan poner orden. Ya en 1998, Hugo Chávez llegaba al poder en Venezuela, Argentina volvió al peronismo de izquierdas en 2003, el mismo año en que Lula fue elegido presidente de Brasil. Luego vendría el triunfo de las izquierdas en Uruguay (2005), Bolivia y Chile en 2006, Ecuador en 2007, Paraguay en 2008, Perú en 2021 y Colombia en 2022. Demasiado.
Trump cuenta con los pertinentes quintacolumnistas, en el poder o no, que celebran la injerencia trumpista en Europa
Parece ser que la situación se está revertiendo con un claro giro derechista, como indican los resultados electorales en Argentina, Bolivia, Ecuador y más recientemente en Chile.
Pero esa involución en el ámbito de las libertades públicas y los derechos fundamentales no tiene fronteras y, como muchos otros movimientos que nos vienen de Estados Unidos (por cierto, único país que no tiene un nombre propio, sino simplemente descriptivo), ha cruzado el Atlántico y propaga sus perniciosos efluvios a nuestro viejo continente. Para ello cuenta con los pertinentes quintacolumnistas, en el poder o no (el húngaro Orbán, la italiana Meloni, el eslovaco Fico, pero también los líderes de extrema derecha como el británico Farage, el polaco Kaczynski, el italiano Salvini o el español Abascal), que celebran la injerencia trumpista en Europa porque, en general, no consideran que vaya contra los intereses nacionales, sino contra las instituciones europeas.
Recordemos también que Elon Musk, entonces amiguísimo del presidente Trump, se dedicó a apoyar y alentar, a través de su plataforma X, la visibilidad de políticos y activistas de extrema derecha de toda Europa y a entrometerse en las políticas nacionales, en especial las relativas a la inmigración.
Desconfianza entre los socios atlánticos
Pero no todo son lisonjas y alfombras rojas. Algunos socios parece que empiezan a despertar (aunque no se consideren woke) y a ver la realidad del socio americano. Canadá pronto comenzó a sentir la puñalada arancelaria, como hemos indicado más arriba, y también Dinamarca se sintió amenazada con las bravuconadas del exmagnate inmobiliario sobre la anexión de Groenlandia. Ya en su primer mandato, Trump anunció su interés en comprar esa gran isla, pero el asunto fue zanjado de inmediato por el gobierno danés. A comienzos de 2025, Trump volvió a la carga no descartando usar la presión económica o militar para poner ese territorio septentrional sobre control estadounidense.
En marzo, el vicepresidente americano, J.D. Vance, lanzó un órdago con la inesperada visita a una base USA en aquel territorio, declarando que EE.UU. defendería mejor su seguridad que Dinamarca, a la que acusaba de invertir poco allí.
Hace unos días, el presidente llegó al extremo de nombrar a Jeff Landry (gobernador de Luisiana), como enviado especial para Groenlandia. “Es un honor servirle en este puesto para hacer de Groenlandia parte de Estados Unidos”, escribió el republicano en la red social X. Como es natural, el gobierno danés contestó inmediatamente recordando que “todos, incluido Estados Unidos, deben mostrar respeto por la integridad territorial del reino de Dinamarca”.
Según se desprende de un informe publicado hace unas semanas por el servicio de inteligencia militar danés, ya se considera a Estados Unidos una potencial amenaza a su seguridad nacional.
Francia, por su parte, también comenzó a darse cuenta de la fragilidad de la alianza defensiva con el socio más fuerte de la OTAN después de la convulsión estratégica provocada por la invasión rusa de Ucrania y la consiguiente reacción de la administración norteamericana, que un día echa toda la carne en el asador para ayudar a los ucranianos y al día siguiente dar a entender que Ucrania deberá ceder el Donbás a los rusos.
Viendo a la Rusia de Putin como una amenaza real, al igual que otros muchos socios europeos, Francia (única potencia nuclear de la UE) está empezando a tomar medidas para asegurar la defensa del continente y su propia soberanía, pues no se fía de cómo reaccionaría el errático presidente americano (y por ende la OTAN, su brazo armado en Europa) si los blindados rusos , o un enjambre de drones, atravesaran las fronteras bálticas o polaca.
En este sentido, el general del aire Fabien Mandon, recién nombrado jefe del Estado Mayor de la Defensa, ha alertado de que Putin aspira a dividir a los países europeos y por consiguiente no es descartable un enfrentamiento directo con Rusia en los próximos tres a cuatro años. Una de las medidas inmediatas a tomar será la reintroducción del servicio militar obligatorio en 2026, sobre lo que nuestro compañero del FMD Enrique Vega ofrece un interesante análisis (ver aquí).
Y como colofón a las amenazas, más o menos veladas, a la soberanía de las naciones europeas y a su enemigo comercial, la Unión Europea, aparece la reciente Estrategia Nacional de Seguridad (ENS) que nos explota a todos en la cara. El documento, que pretende extender la doctrina Monroe —doscientos años más tarde— a nuestro continente, nos ve como una colonia y asegura que Europa “se enfrenta a la desaparición de su civilización”, dando así apoyo a la narrativa de la extrema derecha, especialmente en su teoría del “gran reemplazo”. ¿Quién es para ellos el gran culpable? La UE, por supuesto, y su manía de regularlo todo y poner límites a las empresas, sobre todo estadounidenses. Y de poner límites a la libertad de expresión (léase el discurso del odio en redes), por lo que Thierry Breton, excomisario europeo, ha visto vetada su entrada en Estados Unidos por haber sido uno de los impulsores para regular la desinformación en plataformas como X, Meta y TikTok.
Añádase el empeño de la embajada USA en España en que vayamos tragando la píldora trumpista (supongo que en otros países igualmente), que un día obliga a las empresas españolas proveedoras de servicios a que, si quieren tenerla de cliente, demuestren que no aplican políticas de “diversidad e inclusión que violen las leyes antidiscriminación estadounidenses”, y otro día difunde una advertencia del secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, avisando de que tomará "medidas para prohibir la entrada en Estados Unidos a figuras destacadas del complejo industrial de la censura global." "Estamos dispuestos a ampliar esta lista si otros no cambian de postura”, añadió Rubio a su post en la red de Elon Musk. Una reacción inmediata a la multa que la Comisión Europea impuso hace unas semanas a la red social X, por engañar a sus usuarios con su famoso “check” azul.
Pero las injerencias norteamericanas ni comienzan ni acaban con la administración Trump II ni con esta nueva versión de la ENS. En el pasado reciente, EE.UU. espió a Angela Merkel durante una década, decidió la caótica retirada de Afganistán sin contar con sus aliados europeos y firmó una alianza militar con el Reino Unido y Australia (AUKUS) a espaldas de los aliados europeos.
Queda claro, una vez más, que Estados Unidos no tiene aliados sino exclusivamente intereses y que el lema America First lo va a aplicar también en Europa. Ya es hora de que los europeos pongamos en marcha un ¡Desperta ferro! frente a los envites de un país que, por mucho que quiera hacer creer lo contrario, está comenzando su declive como potencia global, con el peligro que conllevan los posibles coletazos de todo animal que huele la muerte.
“Malos tiempos para la lírica”, escribía Bertolt Brecht en 1939, en pleno auge del nazismo en su país. Aunque el poeta alemán se refería a la decadencia de la poesía en aquellos tiempos convulsos, pienso que esa frase, adaptándola, se puede traspolar a esta tortuosa tercera década de siglo que hemos empezado con una pandemia (que nos advierte de nuestras vulnerabilidades), con una invasión agresiva en el Este de Europa y con un genocidio en marcha y en directo en Palestina que el mundo occidental observa como quien ve un documental de Netflix.
Y, al igual que hace cien años, no reaccionamos. Al menos, no suficientemente. Esto me lleva a recordar a otro alemán, el militar y religioso Martin Niemöller, cuando escribió, en los años 30 del siglo pasado, el famoso poema de “Cuando vinieron a buscar a (...), guardé silencio...”, que le llevaría a la cárcel y a un campo de concentración.