Monarquía
Lo que dijo Juan Carlos I en su proclamación como rey hace 41 años
22 de noviembre de 1975. Apenas dos días después de la muerte del dictador Francisco Franco, el entonces príncipe Juan Carlos es proclamado rey por las Cortes en una ceremonia celebrada ante los procuradores franquistas. El monarca se vería reforzado en su cargo un año después, con la aprobación de la Ley para la Reforma Política, y especialmente en 1978, con la sanción de la Constitución democrática, pero en el momento de su proclamación, de la que este martes se cumplen 41 años, el rey Juan Carlos pronunció un discurso ambiguo que incluía mensajes de apertura política, pero sin poner en cuestión las bases fundamentales del régimen fascista.
El debate sobre la vigencia del modelo monárquico ha vuelto a cobrar actualidad en los últimos días, tras hacerse público un fragmento no emitido de una entrevista al expresidente Adolfo Suárez realizada en 1995. En ella, el mandatario reconocía que evitó un referéndum sobre el modelo de Estado porque las encuestas pronosticaban que triunfaría la opción republicana, apenas un año después de que Juan Carlos hubiera ocupado un trono que llevaba vacante desde 1931, cuando se proclamó la II República y Alfonso XIII fue enviado al exilio.
Suárez confirmó que, para legitimar la figura del rey, lo introdujo expresamente en la Ley para la Reforma Política que aprobaron las Cortes franquistas en su famoso harakiri y que ratificó la ciudadanía en referéndum posteriormente. Fueron las mismas Cortes que, apenas un año antes, habían aplaudido fervientemente el discurso del nuevo rey Juan Carlos –del que este martes se cumplen 41 años– en su proclamación, una alocución que incluía algunos guiños a la apertura del régimen, pero que también estuvo plagado de loas al dictador recién fallecido y a las bases del régimen franquista en un momento de incertidumbre sobre el futuro inmediato del país.
El nuevo rey, de hecho, iniciaba su discurso de proclamación hace 41 años lamentando la "hora llena de dolor" que le tocaba vivir por el fallecimiento de Franco, "una figura excepcional" que se había convertido en "un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse". "Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado", señaló entonces el rey Juan Carlos, que afirmó del dictador que "España nunca podrá olvidar a quien, como soldado y estadista, ha consagrado toda la existencia a su servicio".
"La proclamación de Juan Carlos no era tanto el acto de inicio de un reinado como un homenaje a Franco", sostiene a este respecto Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, que señala que el discurso del monarca fue pronunciado "con un Franco de cuerpo presente", cuyo cadáver "todavía estaba expuesto en el Palacio de Oriente", lo que sin duda lo "condicionó". Casanova sostiene que eran "inevitables" estas alabanzas al dictador en un parlamento completamente controlado por sus fieles, pero advierte de que eso no implica que el recién proclamado rey fuera un antifranquista obligado a pronunciarse en favor de quien lo había nombrado sucesor. En ese momento "no había ningún guión escrito" sobre el futuro político de España, plantea el historiador.
Lo cierto es que el discurso de Juan Carlos ese 22 de noviembre de 1975 tuvo guiños aperturistas, pero respetó los pilares del régimen. Además de las loas al propio Franco, el monarca también alabó al catolicismo y al ejército, dos de las columnas vertebrales de la dictadura. "Como primer soldado de la nación, me dedicaré con ahínco a que las Fuerzas Armadas de España, ejemplo de patriotismo y disciplina, tengan la eficacia y la potencia que requiere nuestro pueblo", prometió el rey, que se definió como "profundamente católico", expresó "su más respetuosa consideración para la Iglesia" y afirmó que "la doctrina católica" estaba "singularmente enraizada" en el pueblo español.
Proclamación del Rey Juan Carlos I
Mensajes de apertura
Sin embargo, el monarca se mostró convencido de que su proclamación abría "una nueva etapa en la historia de España", que los ciudadanos debían "recorrer juntos". "La institución que personifico integra a todos los españoles", y el "futuro se basará en un efectivo consenso de concordia nacional", sostuvo el rey Juan Carlos, que se mostró dispuesto a actuar "como guardián del sistema constitucional" y se declaró "consciente" de que la ciudadanía pedía "perfeccionamientos profundos". "Escuchar, canalizar y estimular estas demandas es para mí un deber que acepto con decisión", señaló el recién nombrado jefe del Estado.
En este sentido, el rey Juan Carlos también planteaba en su alocución "el reconocimiento de los derechos sociales y económicos" para que los ciudadanos pudieran tener "las condiciones de carácter material" suficientes como para ejercer "todas sus libertades". Junto a estos derechos se hacía una velada referencia en el discurso a los derechos políticos, aunque sin nombrarlos expresamente: "Una sociedad libre y moderna requiere la participación de todos en los foros de decisión, en los medios de información, en los diversos niveles educactivos y en el control de la riqueza nacional".
De hecho, el monarca hizo incluso una referencia a la "diversidad de pueblos" de España, que no obstante enunció como una "sagrada realidad". "Un orden justo, igual para todos, permite reconocer dentro de la unidad del reino y del Estado las peculiaridades regionales", sostuvo el rey Juan Carlos, que aseguró que quería ser el jefe del Estado "de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición".
Un futuro incierto
Fueron guiños de un discurso "relativamente atrevido", pero que no cuestionó ninguna de las vacas sagradas del régimen, según apunta José Álvarez Junco, catedrático emérito de Historia del Pensamiento y los Movimientos Sociales en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "Seguramente, el discurso que hizo Juan Carlos fue el único que se podía hacer en aquel entonces", sostiene Álvarez Junco, que no obstante quita peso a las palabras del rey sobre la integración o la defensa de los derechos sociales y económicos.
"Es verdad que el discurso fue algo aperturista, pero [el antecesor de Adolfo Suárez, Carlos] Arias Navarro había planteado en otro discurso, el 12 de febrero de 1974, la necesidad de la integración" de otras corrientes políticas al sistema sin modificar sus bases fundamentales, explica el historiador, quien afirma que frases como las que contenía el discurso del rey Juan Carlos "se habían prodigado en los meses anteriores y no significaban necesariamente nada". Lo mismo ocurría, señala Álvarez Junco, con respecto a las "particularidades regionales". "Las palabras del rey podían tener las dos lecturas", porque algunos sectores del régimen defendían el reconocimiento de estas particularidades restringidas a un ámbito folclórico.
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Por su parte, Casanova defiende que el discurso "ni fue ni pudo ser una consolidación del franquismo" por la situación social y política del momento, pero afirma que el rey fue "ambiguo" en sus palabras "porque no había ningún guión escrito" sobre el futuro y el régimen evolucionó hacia la democracia como podía no haberlo hecho. "También podría haber sido mucho más atrevido", plantea Casanova, que hace hincapié en que, aunque el monarca "intentó poner énfasis en la concordia, la integración o la defensa de los derechos sociales y económicos", su alocución "no fue una defensa de la democracia" como sistema político.
"En 1975 existía una fuerte tensión entre el deseo de cambio y la resistencia al mismo, y eso se refleja en el discurso del rey en una serie de frases ambiguas que chocan, precisamente, con el contexto en el que las dice: ante las Cortes franquistas y después de haber jurado defender los principios del Movimiento Nacional", se explaya el historiador. No obstante, Casanova explica que "tras la muerte de Carrero Blanco, hay asesores que le dicen al rey que el cambio es inevitable", y que lo mejor para él es posicionarse a su favor para ser un actor importante en el futuro sistema político.
Es ese contexto, sostiene el historiador, el que ofrece algunas explicaciones sobre las tímidas referencias de una proclamación a la que, 39 años después, tuvo que enfrentarse el actual rey, Felipe VI. No obstante, su discurso se produjo en un sistema constitucional consolidado y ante un Congreso democrático, ante el que el monarca hizo referencia al franquismo: tiempos, según señaló, "de tragedia, de silencio y oscuridad".