El giganegocio de los conciertos no teme a la burbuja: facturación récord de 578 millones y subiendo

Público asistente a un concierto en el Palau Sant Jordi.

"El público ha comprado masivamente entradas". Esta afirmación del presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM), Albert Salmerón, así dicha, llama la atención, pero si la apoyamos con cifras ya es cuando ya nos ponemos de verdad en situación. Porque la música en vivo en España facturó en 2023 la cifra absolutamente récord de 578,9 millones de euros, esto es, un 26,1% más que los 459,2 millones de euros de 2022, que a su vez en su momento fue igualmente la cantidad más alta de la serie histórica.

Un efecto rebote del que todavía resulta imposible calcular la altura que puede llegar alcanzar después de tocar fondo por la pandemia con 138,5 millones de euros en 2020 y 157,6 millones de euros en 2021. Por el momento, esa altitud ya es muy superior a los 382,5 millones facturados en conciertos y festivales en 2019 y, echando un rápido vistazo al calendario de 2024, no cuesta empezar a sentir el vértigo de las más altas cotas. Más aún, por supuesto, teniendo en cuenta que los precios de las entradas no paran de subir, al menos para las multitudinarias citas (otra cosa son los conciertos de tamaño medio o pequeño, por supuesto).

"No creo que haya una burbuja", ha defendido Salmerón este viernes en la sede de la SGAE en la presentación del Anuario de la Música en Vivo 2023, donde están recogidos todos estos y otros muchos datos. "El sector está evolucionando de una forma casi orgánica y progresiva cada año. Lo podemos ver en las cifras, en el incremento desde 2013 después de una caída continuada desde la crisis de 2008, exceptuando la debacle absoluta de la pandemia. "La música en directo ha pasado a ser una forma de ocio y de acceso a la cultura que se ha normalizado, que quizás no lo estaba y estaba más lejos del publico hace diez años", ha planteado.

Y aún ha proseguido: "Hay mucho recorrido todavía y no todo se vende tan fácilmente. En los medios aparece el gran éxito de las grandes citas, que son muchísimos tickets, pero solo unos pocos conciertos. Hay otros muchísimos conciertos que cuesta vender las entradas, y las salas sufren eso más. Por eso, hay trabajo ahí todavía para conseguir que se vendan más fácilmente ese tipo de conciertos, que es nuestro laboratorio, el I+D del sector, de artistas emergentes o no tanto".

Lo cierto es que el sector de la música en vivo vive ahora mismo, efectivamente, días de vino (mucho vino) y rosas. Pero muchísimo vino. Las entradas para esas grandes citas de miles de personas se agotan en un instante, en ocasiones muchos meses antes de que llegue el momento del concierto de turno. Siempre ha habido grandes conciertos y siempre se han llenado, pero los cambios en la forma de consumo cultural y musical, en una industria que vive en buena parte de vender una idea de éxito inalcanzable y exclusivo, han multiplicado exponencialmente el ansia de un público que ya no es melómano como antaño, sino que tiene pánico a perderse ese algo del que todos hablarán durante un rato.

Consideraciones sociológicas aparte, los datos son incontestables, las entradas para los grandes conciertos hace tiempo ya que superaron la barrera psicológica de los 100 euros sin que la demanda se resienta. La normalización de palabras demoníacas como "experiencia" o "evento" propician la llegada de un nuevo público que pasaba por allí y que se apunta a lo que haga falta con tal de estar. "Los precios se ponen en consonancia no solo con el caché del artista, sino de las producciones, que también han subido muchísimo por la inflación", ha recordado Salmerón, quien podría perfectamente haber dicho eso de 'es el mercado, amigo', pero ha intentado ir más allá: "Al final es oferta y demanda. Hay quienes suben cachés y otros que no. Hay de todo, y si se venden las entradas hay artistas que pueden subirlo, porque están generando esos ingresos. Porque los generan los artistas, no el promotor".

La mayoría de las giras pequeñas y medias llevan con unos precios muy similares desde hace fácilmente diez años. Esas entradas suben muy poquito y las están soportando los promotores y los artistas. La final de la Champions está muy cara

Albert Salmerón — Presidente de la APM

"Hace algo más de un año pensábamos que podía haber incluso una bajada en la venta de entradas, pero no ha sido así", ha confesado el presidente de los promotores españoles, quien ha querido remarcar, además, que esos grandes conciertos son los que se llevan todos los titulares en la prensa, pero los datos de facturación anuales del sector son la suma de todo tipo de recitales: "Y la mayoría de las giras pequeñas y medias llevan con unos precios muy similares desde hace fácilmente diez años. Esas entradas suben muy poquito y las están soportando los promotores y los artistas. La final de la Champions está muy cara, pero todo el mundo tiene acceso para ver un partido de barrio".

Dicho esto, ha valorado muy positivamente Salmerón la irrupción del remodelado Santiago Bernabéu como nuevo estadio para grandes citas musicales en nuestro país. "Para los grandes clubes deportivos es algo casi central en el uso del espacio y por eso invierten mucho dinero para rentabilizarlo", ha remarcado, para acto seguido señalar que en nuestro país el "turismo cultural tiene cada vez mayor peso y, dentro de eso, el musical tiene cada vez un mayor impacto económico". 

"Los conciertos son cultura, no turismo, pero otra cosa es que puedan ir obviamente asociados al turismo. En ese sentido creo que es positivo para cualquier zona un concierto o un festival que ayude a dinamizar la economía. Porque un festival o un concierto, sea grande o pequeño, genera mucho más allá de la ciudad y la comunidad donde se celebre porque lleva asociados desplazamientos, alojamiento, hostelería y cualquier tipo de actividad económica", ha destacado.

Después de la vuelta a la normalidad, un año después seguimos subiendo. El público tenía muchísimas ganas de encontrarse en los conciertos y los festivales

Albert Salmerón — Presidente de la APM

"Después de la vuelta a la normalidad, un año después seguimos subiendo. El público tenía muchísimas ganas de encontrarse en los conciertos y los festivales", ha remarcado, acordándose también de toda esa parte del sector que no vive de las cifras grandilocuentes. Por eso, ha defendido que si el público se acostumbra a ir a conciertos grandes es más fácil que acabe yendo a salas: "Es más fácil que acceda a la música en vivo a través de las grandes estrellas. Pero las salas son un espacio a proteger. Cada vez que se cierra una sala se cierra un espacio que es muy difícil que se vuelva a reabrir en algunas ciudades".

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La música en vivo está más viva que nunca, eso se siente porque late. Ahí están los números, en saludable ascenso exponencial al mismo tiempo que suena alrededor un debate poliédrico con multitud de aristas en una ecuación imposible con el acceso a la cultura y el libre albedrío del capitalismo como factores irreconciliables. Tiempos a su manera apasionantes, pues no deja de ser interesante contemplar en tiempo real cuanto más se puede estirar la oferta (a lo alto y a lo ancho, en cantidad y en precio) sin que se resienta la demanda

Sin olvidar que el de la música en vivo es un mapa, asimismo, en el que las grandes ciudades son las únicas que existen (espejo de un país así organizado). Ahí están Cataluña, Andalucía y Madrid en el top 3 de facturación de venta de entradas por comunidades. Más al detalle, por provincias, Barcelona ocupa el primer puesto en el ranking con una facturación de 132,5 millones de euros (con un incremento del 70% respecto a 2022), seguida de Madrid con 94,5 millones de euros (un descenso del 8,9%) y de Málaga con 24,4 millones de euros (otro incremento, en su caso del 72%).

Como las grandes ciudades, los grandes artistas disfrutan del éxito. Otro cantar son los demás, esos a los que les cuesta vender entradas para recintos más modestos. La clase media desaparece, de nuevo sirviendo la música como espejo social, mientras los más ricos acaparan. Manuel Carrasco fue el cantante español que más entradas vendió el pasado año: 365.652 en 28 conciertos, concretamente, por delante de Melendi (308.258 en 37) y Joaquín Sabina (253.809 en 31). Entre los visitantes ilustres destaca Coldplay con 221.140 tickets despachados en cuatro shows en Barcelona, y detrás aparecen Harry Styles (120.534 en dos conciertos) y Bruce Springsteen (115.850 en dos recitales). Los números no mienten, pero son un poco fríos. Paradójicamente, todo lo contrario a lo que es la música en vivo.

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