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Fuego en Laponia

La escritora finlandesa Katja Kettu.

En un mundo gélido, son posíbles las más tórridas historias de amor. También las más tumultuosas. Y las más oscuras. Poblada por más de 200.000 soldados nazis, la región de Laponia vivió esta realidad a lo largo de los años de la II Guerra Mundial, cuando muchas mujeres entablaron relaciones con aquellos militares. Una de ellas es la protagonista de La comadrona, la última novela de la escritora finlandesa Katja Kattu y todo un éxito en su país, donde ya están preparando una obra de teatro y una película basadas en el texto. 

Miembro de una profesión nómada y en cierta manera mística, la partera conoce el amor por primera vez con este hombre llegado de otro mundo. Y la pasión, arrebatadora, le lleva a tomar la decisión de seguirle allá donde vaya, incluido el campo de prisioneros al que es enviado. De fondo, la guerra les pone a ambos en difíciles e incluso terribles tesituras: ¿hasta qué punto pueden mantener el dominio de sus vidas? ¿Y hasta dónde se puede estirar la delgada frontera de la moralidad? La historia se desarrolla en Laponia, un lugar con personalidad fortísima; tanto que es imposible que no se convierta en un personaje más de la historia. ¿Cómo ha querido representar a este personaje?

Soy de Laponia, es un lugar helado, pero muy especial para mí, porque –no sé si habrás visto fotos o lo habrás visitado- es muy duro y al mismo tiempo extrañamente bello. Cuando llevé allí por primera vez mi prometido me dijo que no podía estar ahí, que era como una puerta al infierno, o algo así (se ríe). Pero cuando pasas tiempo allí, comprendes que puede ser un lugar muy generoso: después de las tormentas, por ejemplo, te encuentras con tesoros marinos, como corales y objetos de los mares tropicales. Es un lugar muy distante, pero a la vez hay influencias de muchos sitios. Creo que ha habido franceses allí, también alemanes, y de hecho también pescadores españoles; es un lugar muy interesante, una mezcla. Es un sitio que siempre ha estado conectado con otras partes a través del mar. Cuando yo voy allí es como si encontrara mi alma, y al mismo tiempo me hace sentir muy pequeña, porque hay extensiones enormes, sin árboles, y eso te hace sentir como una especie de gigante. Y utilizar Laponia para la historia es también una especie de acto de rebeldía, porque un periodista en Finlandia me dijo que debería ir a Helsinki y crear una historia sobre la ciudad, me dijo que eso sería mejor para mí y para mi literatura, que vendería mejor. Así que dije: pues me voy a ir lo más lejos que pueda de allí.

En La comadrona ha creado a personajes que viven situaciones y relaciones extremas en un entorno extremo. Es casi como un trabajo sociológico: dejar a las personas sueltas en esa situación límite y ver cómo reaccionan.La comadrona

Sí, sí. Una de las cosas más importantes de esta novela es lo que le ocurre a la gente en una situación extrema, que es la guerra, y cómo la gente se maneja en esta situación en la que ya no tienes control sobre tu vida, porque te lo han quitado. Hubo muchísimas historias de amor durante la guerra, que es como una especie de equilibrio con respecto a esas atrocidades que se cometen en la guerra, que te atrapan en la idea de que no sabes lo que va a pasar mañana.

Mucha gente está escribiendo ahora mismo sobre la Segunda Guerra Mundial, como si ahora, por fin, se empezaran a comprender en toda su amplitud las consecuencias de lo que ocurrió entonces. ¿Es su caso?

Sí, yo soy de Laponia, y durante la Segunda Guerra Mundial hubo allí 200.000 soldados alemanes, que no estaban en primera línea, sino que estaban destinados en pequeños pueblos, así que se establecieron muchas conexiones con la gente. Pero hacia el final de la guerra, en el 44, empezó la guerra entre Finlandia y Alemania, que fue traumática para los finlandeses, obviamente, y eso es algo que se quedó ahí, como un poso. Mi abuela estuvo en la guerra, y mis dos abuelos también –de hecho, mi abuelo vio desde el otro lado del río cómo se quemaba la ciudad en donde nací-, así que buena parte de este libro está basado en las cartas de mi abuela, que escribía a su hermana y a su abuela. Desde entonces ha sido tabú hablar de estas relaciones entre soldados alemanes y mujeres finlandesas, y desde entonces también las únicas que han sido culpadas por haber tenido relaciones con los nazis son las mujeres y los hijos que tuvieron de aquellas historias amorosas, no los hombres, a pesar de que ellos también se relacionaron de otras maneras con los alemanes. 

La comadrona protagonista, en ese sentido, es una mujer especial, una mujer que no se deja amedrentar por nada ni nadie a pesar de no haber recibido una educación y de vivir aislada.

Las comadronas son personas muy interesantes, porque son mujeres muy fuertes. En Laponia tradicionalmente las mujeres han estado primero a cargo del padre y luego a cargo del marido, pero las comadronas eran mujeres muy independientes, que tenían que viajar a distancias muy grandes, y tenían conocimiento de las hierbas y las curas tradicionales y cosas así. La Segunda Guerra Mundial fue como un punto de inflexión, porque a partir de ahí se mejoraron las condiciones médicas, pero hasta entonces estas comadronas hacían el papel casi de enfermeras, e incluso visitaban los campos de prisioneros. Las comadronas eran personas en cierto sentido místicas, porque podían decidir sobre la vida y la muerte, y la gente creía que tenían una especie de tercer ojo, como si pudieran ver cosas que los demás no podían, ver el futuro o hablar con los muertos. Pero para el personaje yo quería darle un carácter ambivalente: no es una víctima, pero a la vez piensa que la guerra no le va a afectar, y que no va a perder el control de la situación... Y al final la gran pregunta es: ¿hasta qué punto puedes mantener el control de tu propia vida?

En una historia anterior ya trató el tema de la II Guerra Mundial. ¿Es esta una especie de continuación de aquella?

Sí, escribí un compilación de relatos cortos, que se llama El coleccionista de pipas, y una de ellas está protagonizada por un hombre que tiene la cara quemada y que es el padre de esta comadrona. En mi historia, él cuenta historias a su hija, así que ahora quería escribir sobre la conexión entre ambos. Me interesaba plasmar la idea de qué es lo que quieres dejar a tu descendencia como herencia.

Parece que hay una explosión de autores finlandeses en los últimos tiempos. ¿Qué posición se ve usted ocupando dentro de este boom?boom

Yo estoy en bastante buen lugar (se ríe). Estoy muy feliz de que estén pasando tantas cosas en Finlandia, que fue el país invitado en la Feria del Libro de Fráncfort, y cada vez se traduce más literatura finlandesa. Hace ocho o diez años era casi imposible que te tradujeran, pero ahora creo que es positivo ser un autor finlandés, por lo menos para mí. Estoy muy feliz con mi situación, creo que hay mucho interés en Finlandia, y hay mucho que podemos ofrecer. Y en mi caso, si me preguntas qué hago, lo definiría como realismo mágico lapón, que creo que es algo nuevo.

Entonces, en sus próximas novelas, ¿no va a hacerle caso al periodista que le dijo que escribiera sobre Helsinki?

No creo (se ríe), pienso que tomé la decisión correcta. Cuando eres de un país pequeño, hay gente que piensa que deberías seguir o copiar lo que se hace en Europa o algo así, pero creo que es mejor hacer algo diferente.

Además de escritora, es artista multidisciplinar.

A día de hoy soy más escritora que otra cosa, porque no tengo tiempo. Pero he estado haciendo una obra de teatro (de La comadrona), antes hice otras obras y también he escrito el guión de la película de La comadrona, que va a salir el año que viene, lo que es bastante emocionante, por cierto. Además, estudié cine, así que he hecho animaciones, vídeos musicales…. Y qué más, qué más… Ah, sí, toqué en una banda de punk, lo cual fue muy divertido, porque viajamos por toda Europa tocando en pequeños bares y en casas ocupas y cosas así. Pero ya no tengo tiempo para hacer todas esas cosas (se ríe), pero sí, he tenido la suerte de poder hacer muchas cosas. Y ahora voy a hacer un documental y un ensayo de no ficción escrito con un periodista y que trata sobre los inmigrantes finlandeses en India, que se llaman findians, lo cual es bastante gracioso.

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