Siria

Seis años de guerra en Siria: un conflicto enquistado que trae de cabeza a la comunidad internacional

Lo que comenzó como un foco más de la primavera árabe ha terminado convirtiéndose en un infierno que parece perpetuo. Este miércoles se cumplen seis largos años desde el inicio de la guerra en Siria. Setenta y dos meses de conflicto que dejan por el camino un número desorbitado de muertos, desaparecidos, torturados, encarcelados, desplazados internos y refugiados. El país bañado por el Éufrates se ha convertido en un salvaje avispero en el que se entremezclan intereses geopolíticos. El complejo juego de equilibrios entre las diferentes partidas que se disputan en suelo sirio dificulta la finalización de más de un lustro de sufrimiento.

A pesar de lo complicado del asunto, desde Naciones Unidas siguen intentando abrir entre la maleza un camino hacia la resolución del conflicto. A finales de febrero se celebró una nueva ronda de negociaciones entre el Gobierno de Bashar Al Asad y la fragmentada oposición siria. En esta ocasión, no hubo portazo de ninguna de las dos partes. Las conversaciones se cerraron con una agenda con cuatro temas bien definidos sobre los que se profundizará en las próximas mesas de diálogo: transición política, elaboración en seis meses del calendario y hoja de ruta para la redacción de una nueva Constitución, convocatoria de elecciones y lucha contra el terrorismo y seguridad.

No es la primera vez que rebeldes y Ejecutivo sirio se sientan a negociar. Sin embargo, ninguna de las reuniones anteriores celebradas en Ginebra se cerró con un avance "en la dirección correcta", en palabras del enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura. Las dos primeras rondas de negociación, en enero y febrero de 2014, terminaron sin apenas movimiento. La tercera, ya con una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sobre la mesa –la 2254, que, entre otras cosas, prevé el establecimiento de un gobierno de transición–, finalizó con el portazo del Alto Comité para las Negociaciones, que agrupa a los principales grupos rebeldes sirios, tras los bombardeos aéreos contra dos mercados.

El enmarañado juego de equilibrios

"Lo que comenzó como un conflicto doméstico terminó tomando una dimensión regional con el apoyo de otros países a las partes", recuerda en conversación con infoLibre Eduard Soler, investigador para el Mediterráneo y Oriente Medio del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). "En Siria no hay una guerra, hay múltiples guerras que se están librando simultáneamente y que se han ido transformando a lo largo de seis años", añade Haizam Amirah Fernández, analista del Real Instituto Elcano, que explica que la contienda combina una capa interna con otra regional y una tercera internacional. "No hay ni un solo vecino que no haya intervenido de una forma o de otra en el conflicto sirio. Ya sea de forma directa o con apoyo logístico, es decir, con financiación o armamento a grupos opositores de distinto corte", agrega.

En definitiva, Siria se ha convertido en un campo de batalla multilateral, con el régimen de Bashar Al Asad respaldado por Irán y Rusia –a los que se suma, además, la milicia libanesa Hezbolá–, una oposición considerada moderada que cuenta con el respaldo de EEUU y la coalición internacional contra el Estado Islámico –que además da apoyo a los kurdos del norte en su lucha contra el grupo terrorista–, rebeldes islamistas con el beneplácito de Arabia Saudí y Turquía –que, a su vez, tiene abierta su particular batalla contra los kurdos–. A todos estos actores, apunta Amirah, habría que añadir a Israel, "que aunque no ha tenido un papel tan visible ha participado con bombardeos puntuales, apoyo de inteligencia a algunos grupos…".

En este juego de intereses, explica Soler, el principal objetivo es "evitar que rivales regionales logren incrementar sus esferas de poder". Por eso Arabia Saudí mira con recelo las relaciones entre el régimen de Damasco y el de Teherán. Y por eso, añade, es tan complejo que prosperen las negociaciones de paz: "Es muy difícil poder encajar todas las piezas del puzzle", dice. En este sentido, es clave el juego diplomático, que tiene que desarrollarse en diferentes niveles: "Se combinan foros multilaterales con reuniones bilaterales o a tres, como por ejemplo la celebrada a principios de marzo entre los jefes del Estado Mayor de EEUU, Turquía y Rusia", apunta.

Una Rusia, afirma, que ha visto en la guerra siria "una oportunidad para reafirmarse a nivel global". "Un lugar para mostrar su influencia internacional", apostilla Amirah. Con seis años de guerra que pesan sobre las espaldas de los sirios y un futuro incierto, Soler afirma que "Naciones Unidas ha hecho lo que ha podido". Y el investigador de Elcano, por su parte, no duda en asegurar que la posición de la Administración Obama en el conflicto ha sido "errática": "Declaraciones que luego no eran seguidas de actos concretos, anuncios de intervención militar por el uso de armas químicas del régimen de Al Asad que luego no se llegan a materializar…".

El papel del terrorismo en el enquistamiento

Sin embargo, para completar el rompecabezas sirio no hay que olvidarse de la influencia que ha tenido el terrorismo durante el conflicto. "Tanto el Estado Islámico como Jabhat al-Nusra –ahora, separada de Al Qaeda, Jabhat Fatá al Sham– han dado una dimensión de terrorismo al conflicto que al principio no existía", detalla Soler, algo que, añade, ha terminado por beneficiar al régimen respaldado por Moscú, que ha logrado "imponer la lógica de que es una guerra contra el terror". Esto ha permitido, en opinión de Amirah, que sea cada vez "más impune". Al Assad, completa, "es una condición sine qua non para el establecimiento del Daesh".

Un Estado Islámico que, desde 2013, fue ganando terreno hasta llegar proclamar en verano de 2014 un califato a caballo entre Siria e Irak. Casi un año después, el grupo terrorista ya controlaba, según afirmó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), el 50% del territorio sirio. Ahora, el EI va perdiendo poco a poco terreno entre los bombardeos de la coalición internacional y el avance del Ejército sirio y los kurdos. Aunque, a pesar de la pérdida de fuentes de financiación y la disminución del flujo de combatientes extranjeros –y la muerte de muchos sobre el terreno–, el grupo terrorista sigue manteniéndose firme en sus grandes bastiones: Raqqa en Siria y Mosul en Irak.

 

Distribución del territorio a comienzos de marzo.

"La ofensiva es más larga de lo que se había calculado en un principio. Ha sorprendido la capacidad de resistencia", señala en conversación con infoLibre Carola García-Calvo, investigadora del Real Instituto Elcano. La pérdida de control del califato, añade, no implica que el EI "termine apagándose": "Adoptaría otra forma. Y en este sentido tal vez se parezca más a las organizaciones terroristas clásicas, es decir, clandestina, con un núcleo de liderazgo en la clandestinidad y que se dedica a la comisión de atentados". Pero también valora la posibilidad de que "trasladase su potencial" a otras zonas del mundo en las que también tienen una presencia relevante.

Derechos humanos y drama humanitario

El conflicto en el país encara su séptimo año con cientos de miles de muertos a sus espaldas. Es imposible dar un número exacto de las víctimas mortales de la guerra siria. Si bien Naciones Unidas dejó de ofrecer cifras en 2014, otros colectivos mantienen el contador en marcha, aunque los datos que aportan son muy dispares. Mientras que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) calcula más de 300.000 asesinados, esta cifra es rebajada hasta los 174.184 que el Centro de Documentación de las Violaciones en Siria (VDC, por sus siglas en inglés) estimó en su balance del mes de febrero.

Pero los seis años de enfrentamientos también han provocado el movimiento, tanto interno como externo, de millones de personas que se han visto obligados a dejar sus hogares sin mirar atrás para conservar la vida. Actualmente, más de 4,9 millones de sirios se encuentran refugiados en otros países, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur). Casi la práctica totalidad se distribuyen por los vecinos Turquía (2,9 millones), Líbano (1,01 millones) y Jordania (más de 650.000). Una cifra a la que hay que añadir, por otra parte, los más de 6 millones de desplazados internos.

Además de todos estos datos, desde Amnistía Internacional recuerdan "las flagrantes violaciones de derechos humanos y crímenes de guerra cometidos por todas las partes del conflicto". En su informe anual, publicado el pasado mes de febrero, la ONG alertaba de ataques indiscriminados a civiles, negación de acceso humanitario, ataques contra médicos y hospitales, secuestros, homicidios ilegítimos, juicios injustos, torturas, desapariciones forzadas… "Por el lado de la justicia hay un vacío enorme. Desde AI exigimos que se empiece ya a rendir cuentas", asevera Yolanda Vega, responsable sobre Oriente Medio de la organización.

La investigadora de la ONG se muestra contundente con la comunidad internacional: "No ha estado a la altura". El tema no es sencillo. Siria no ha ratificado el Estatuto de Roma, por lo que la Corte Penal Internacional (CPI) carece de jurisdicción en este caso. La única vía factible sería que el Consejo de Seguridad de la ONU remitiese a La Haya los casos de crímenes de guerra, genocidio o lesa humanidad cometidos en suelo sirio. Sin embargo, el veto de China y Rusia bloquearía el movimiento. El pasado 28 de febrero, por ejemplo, ambos países vetaron una resolución con sanciones a Siria por el uso por parte del régimen de armas químicas.

 

Una niña recoge escombros en un área de Alepo (Siria).

Vega, sin embargo, celebra el paso que dio el pasado diciembre la Asamblea General de la ONU al dar luz verde a la creación de un equipo que se encargará del análisis de información, su organización y la preparación de ficheros, así como la identificación de los responsables de los delitos internacionales. Sin embargo, explica la experta de Amnistía Internacional, aunque no podrá llevar estos casos ante la Corte Penal Internacional, sí se encargará de elaborar expedientes "para agilizar los procesamientos penales en cortes nacionales o regionales en base a la jurisdicción universal". "Por ello –finaliza– pedimos que se respalde ese mecanismo tanto política como económicamente".

El destrozo cultural

Además del terrible coste humanitario del conflicto, los seis años de guerra en el país bañado por el Éufrates han provocado un destrozo cultural incalculable. Sólo hasta 2014, la ONU había contabilizado más de una veintena de joyas de gran valor cultural destruidas –con daños entre el 75% y el 100%–, más de un centenar severamente dañadas –destrozo de entre el 50% y el 75%– y 85 con un daño moderado –del 5% al 30%–. Lugares como el casco histórico de Alepo, el Crac de los Caballeros, el teatro romano de Bosra o varios vestigios arqueológicos que albergaba la ciudad de Palmira, uno de los principales atractivos turísticos del país. "El saqueo, la destrucción debido a bombardeos aéreos y otras explosiones, amenazan significativamente la herencia de futuras generaciones de estas estructuras", alertaba.

Siria tiene una riqueza arqueológica muy importante. Su posición geográfica, cuenta Alejandro Noguera Nobel, arqueólogo y doctor en Historia Antigua por la Universidad de Valencia, ha permitido que a lo largo de la historia hayan florecido allí "maravillosas civilizaciones que han dejado para la posteridad sus restos arqueológicos". Unos vestigios, recuerda, con un importantísimo valor informativo: "Cuando uno saquea una pieza arqueológica, está eliminando todo su contexto histórico, un valor inmaterial, intrínseco, que no se puede cuantificar", añade en conversación telefónica con infoLibre el también director de la Fundación Libertas 7.

  "La comunidad internacional no ha estado a la altura", lamentan desde Amnistía Internacional

Preguntado por el impacto económico de las pérdidas, Noguera asegura que no se puede cuantificar. Principalmente porque para saber el valor de todas estas piezas sería necesario, señala, "tiene que haber un mercado reglado: a través de instituciones oficiales, de subastas públicas…". "La mayor parte de este mercado es ilegal y lo están usando los grupos terroristas, como el Estado Islámico, para financiarse", afirma. En agosto de 2015, el FBI puso en alerta a comerciantes y coleccionistas estadounidenses sobre estas prácticas del grupo terrorista. Una investigación del diario italiano La Stampa reveló el pasado mes de octubre el intercambio de tesoros arqueológicos por armas entre la mafia calabresa y la rama libia del Estado Islámico.

A todo esto, dice, hay que añadir también la aniquilación de la "cultura oral" tras la pérdida en el conflicto de cientos de miles de vidas humanas. Una "destrucción patrimonial" que el propio grupo terrorista se encargaba de captar con sus cámaras para difundirlo a través de las redes sociales. Una táctica, cuenta Noguera, con un objetivo completamente propagandístico: "Muestran la eliminación de todo tipo de vestigios de los paganos", señala. Cuestionado por si se ha protegido bien toda esta riqueza arqueológica y cultural, el presidente de la Fundación Libertas 7 dice que "en absoluto". "¿Cómo vas a pedir a la gente que mande a sus hijos a morir por objetos o la información que aportan si ya no les pides ni que mueran por salvar a otros sirios?", sentencia.

¿Hay salida?

Con el séptimo año de guerra a punto de dar comienzo, cabe preguntarse si hay luz al final del oscuro túnel sirio. Soler señala que "la clave" es saber cuándo habrá "una disminución suficiente de la violencia para que, habiendo focos de conflicto, se haya entrado en la lógica de conflicto latente". El investigador del CEDOB considera que la guerra siria "en su intensidad actual no es sostenible porque tarde o temprano habrá una erosión de esfuerzos". En su opinión, juegan un papel importante las presiones que puedan ejercer el resto de Estados involucrados en la guerra sobre el régimen de Al Asad y los rebeldes para intentar que se llegue a un acuerdo. "Pero una paz definitiva… Para eso, seguramente, estemos muy lejos", sostiene.

​​​​​Amirah también considera que la solución "no parece inmediata". El investigador de Elcano afirma que en el país árabe "tendrá que haber una negociación" entre "los diferentes actores dentro del país y sus valedores en el exterior para encontrar una fórmula". Y, ¿cuál podría ser? Para Amirah, o bien un "reparto de representación o de poder en unas instituciones que necesariamente tendrán que ser distintas a las de la época de Al Asad" o bien una "partición de facto del territorio bajo unos gobiernos o independientes o autónomos". Mientras se llega a una solución, seguirán aumentando los muertos, heridos, desaparecidos, torturados y desplazados. Veremos durante cuánto tiempo más.

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