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Felipe, el poder y las encuestas

A ningún lector atento le habrá pasado inadvertida la cadena de acontecimientos que han sacudido al PSOE en los últimos diez días y que concluye este fin de semana con un nuevo (y seguramente mejor) candidato electoral a la presidencia de la comunidad de Madrid. Por el camino, eso sí, ha quedado hecho añicos uno de los pocos signos de regeneración que habían calado en la ciudadanía en estos tiempos de descrédito fácil y a menudo interesado de la política: la fórmula de primarias para elegir candidatos. Y ha asomado de nuevo la patita una concepción de la política como mero instrumento para alcanzar, ejercer y mantener el poder. A cualquier precio.

Pedro Sánchez decidió eliminar a Tomás Gómez para poner en su lugar a Ángel Gabilondo, exministro de Educación, filósofo y catedrático de prestigio que nunca ha militado en el PSOE. Después de haber aludido a la presunta corrupción en la gestión del tranvía de Parla, tras un serial publicado en El País que alimentaba la bicha, el argumento fundamental de la dirección socialista ha consistido en que las encuestas pronosticaban con Gómez un desastre electoral.

La rapidez con que el PSM está pasando página de una purga más propia del leninismo que de la socialdemocracia indica que Gómez no sólo daba mal en las encuestas sino que tampoco despertaba amores eternos entre sus compañeros. ¿Dónde se han metido los 6.720 militantes que lo avalaron en las primarias de octubre pasado? Muchos estarán irritados, decepcionados o perplejos. Otros quizás callen porque creen que si expresan públicamente la indignación que muestran en privado dañarán más a su partido, y otros confiarán en que un buen resultado electoral lo cura todo.

Lo cierto es que la defenestración de Gómez puede suponer en el PSOE el tiro de gracia de las primarias como sistema más democrático para elegir a sus candidatos. Felipe González, en un artículo en El País, ha venido a aplicar al asunto aquel proverbio que le escuchó a Deng Xiaoping: “Gato blanco o gato negro, lo importante es que cace ratones”. Bajo el frontispicio de que el PSOE tiene que “superar la endogamia”, González sostiene que sus compañeros “se equivocan” si creen “que la democracia interna está por encima de los resultados electorales”. Donde esté una buena encuesta, que se quiten las casas del pueblo y los militantes.

Una trampa argumental que podrían aprovechar todos aquellos que de verdad creen en las primarias: si Tomás Gómez hubiera convocado primarias abiertas a los ciudadanos y no sólo a los militantes, y hubiera ganado en lícita disputa, Felipe González no habría podido escribir ese artículo porque tampoco Pedro Sánchez habría podido saltarse a la torera la decisión de los electores.

Para qué sirven las encuestas

Nadie podrá negar esa verdad millones de veces repetida de que la única encuesta válida es la de las urnas. ¿O se trata más bien del uso de las encuestas para condicionar las urnas o para justificar decisiones políticas?

Dos ejemplos tan clamorosos como recientes:

1.- A las pocas horas de la defenestración de Gómez, El País publicaba una encuesta-exprés según la cual el 48% de los votantes socialistas estaban de acuerdo con la decisión frente a sólo un 16% que la rechazaba. Por primera vez en la historia, una bronca interna en un partido político multiplica los votos rápidamente, de modo que el PSOE ya es por arte de magia ganador en Madrid, incluso antes de proclamar nuevo candidato. Los sociólogos consultados no daban crédito a un dato concreto: que el 75% de los encuestados ya conocieran la noticia la misma tarde del día de autos. La encuesta no pregunta si a los votantes les parece bien o mal que el cartel del PSOE ya no se elija en primarias sino “interpretando” el sentir de las agrupaciones.

2.- Este último viernes, el mismo diario publicaba una nueva encuesta, según la cual “el 71% de los votantes del PSOE apoya el pacto antiterrorista” alcanzado con el PP. Al día siguiente de aprobarse en el Congreso el pacto que habían firmado solemnemente Mariano Rajoy y Pedro Sánchez en La Moncloa, sin poder añadir un solo apoyo parlamentario más, El País constata que la mayoría de la población teme que se produzcan atentados islamistas como el de París y considera que “ya no es hora de diplomacia” sino de intervenciones militares. Lo que no pregunta la encuesta, o al menos no se publica, es si a los votantes socialistas les parece bien o mal que en ese acuerdo se asuma la prisión permanente revisable hasta que el PSOE gobierne y cambie, según su promesa, el nuevo Código Penal.

Entre uno y otro sondeo, el diario que preside Juan Luis Cebrián intercaló varios editoriales, bien para remarcar desde el primer día que “el PSOE debe cerrar esta crisis con rapidez” y “con autoridad”, o bien para culpar a José Luis Rodríguez Zapatero de “poner palos en las ruedas a la primera oportunidad” . No explicaba cuáles eran los palos ni las ruedas a las que se refería.

La otra endogamia

En el plazo de un par de semanas y a pocos días del debate sobre el estado de la nación, se ha visualizado de nuevo ese ecosistema de poder que tanto ha condicionado la evolución del PSOE (y de España) en las últimas décadas, en el Gobierno y en la oposición. Con la firma del pacto antiyihadista, Sánchez dio una primera alegría a González, a Cebrián y al resto de patrocinadores de una futura gran coalición PSOE-PP rechazada por la inmensa mayoría de la militancia; con el “golpe de autoridad en Madrid”, les ha debido de poner locos de contento, puesto que siempre han recelado de las primarias por una cuestión “pragmática”.

El número dos del PSOE no acude a la vista en que estaba citado por la demanda del candidato defenestrado en Parla

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Sostiene Felipe que las primarias son un buen mecanismo de regeneración democrática y de empoderamiento de los ciudadanos, pero sólo cuando haya “reglas legalmente obligatorias para todas las fuerzas políticas”. Ahora las primarias son simplemente oportunidades para el “entrismo”. Como le han recordado algunos reputados expertos en infoLibre, la apelación de González a valores como la pragmática, la eficiencia, la eficacia, la unidad, la organización... puede resultar “atractiva para sectores de la sociedad que no van a votar al PSOE”, porque el electorado progresista está en otra concepción de los partidos, más participativa, más ligada a los movimientos sociales y cívicos, más abierta, menos endogámica. Pero de verdad.

Quizás Pedro Sánchez salga reforzado a corto plazo de estas batallas. O quizás no. Lo único claro es que algunos referentes del poder político y mediático (y económico-financiero) de las últimas décadas siguen a lo suyo, alimentando su propia endogamia. No necesitan salir en las encuestas. Pero sí utilizarlas a conveniencia.

P. DNada de lo aquí relatado tendría sentido sin la fuerza que las encuestas otorgan a Podemos, y mucho de lo que ocurra a partir de ahora en la disputa política tendrá que ver con el irresistible ascenso que las encuestas adjudican a Ciudadanos. El resultado de Angel Gabilondo en Madrid dependerá también de lo que se articule (o no) a la izquierda del PSOE. 

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