Buzón de Voz

Los reyes, los mensajes y “la merde”

Los mensajes telefónicos de los reyes Felipe y Leticia al empresario Javier López Madrid desvelados por Pedro Águeda en eldiario.es dejan en el aire ciertas dudas y contradicciones que debería clarificar la Jefatura del Estado a quienes merecen explicaciones y disculpas: los ciudadanos. La Casa del Rey ha preferido no comentar un asunto “que está en un juzgado”, aunque sí ha informado de que “la relación de amistad” con López Madrid “ya no existe”.

    –Es cierto que la familia no se elige y las amistades sí. Javier López Madrid, yerno de Juan Miguel Villar Mir, dueño de una de las grandes constructoras españolas, ha pertenecido al círculo más íntimo de Felipe de Borbón desde que compartieron pupitre en el colegio Los Rosales de Madrid.

    –Es cierto que los amigos están para apoyarse en los momentos difíciles, aunque entre la gente corriente esos momentos difíciles suelen consistir en enfermedades, separaciones, desempleo, problemas económicos, etcétera. Ser imputado por gastar 34.000 euros con una tarjeta de Caja Madrid opaca a efectos fiscales es una muy singular definición de los “momentos difíciles” de la vida. Si será poco problema ese para un yerno de Villar Mir que, además de devolver el dinero, reclamó que se le exonerara de la acusación con el argumento de que es ilógico quedarse intencionadamente con esos 34.000 euros perteneciendo a una familia que invirtió 20 millones en la salida a bolsa de Bankia. Es una forma moderna de decir aquello de “no sabe usted con quién está hablando; ¡acusarme a mí de apropiarme de calderilla!”

    –Es cierto que no hay teléfono móvil que resista el repaso detallado de los mensajes personales. Que dispare el primer tuit quien no haya escrito una tontería en un washapp (aunque para apodar a alguien “compi yogui” hacen falta requisitos más especiales). 

   –Es cierto que resulta inevitable la comparación entre los abrazos y los besos de los reyes a López Madrid con el “Luis, sé fuerte” de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas. Destacan fuentes de la Casa Real el matiz de que el rey lo que propuso a su amigo fue almorzar al día siguiente, con la supuesta intención de “recabar toda la información sobre el asunto de las tarjetas”. Cuestión de fe. Al parecer ese almuerzo se celebró una semana después.

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    –Es cierto que si la reina de Inglaterra (o su marido) definiera como “la mierda”la mierda el suplemento de un diario, se armaría un buen escándalo periodístico, mientras aquí los patinazos que afectan a la jefatura del Estado siguen pasando de puntillas por la prensa tradicional. Las mismas fuentes matizan que cuando la reina Letizia hace referencia al “artículo de las tarjetas en la mierda de LOC” (suplemento de crónica social de El Mundo) lo hace por “la segunda parte del artículo”, dedicada a la supuesta “complicidad” de López Madrid en el pasado sentimental del rey. (El responsable de LOC, Iñaki Gil, ha respondido a la reina con una carta abierta). 

Lo verdaderamente preocupante de estos mensajes es que denotan una falta de sensibilidad notable hacia la corruptela de las tarjetas black. Cuando la reina escribe: “Sabemos quién eres, sabemos quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde” han pasado ya ¡cinco días! del estallido del escándalo, precedido por el conocimiento de otras corrupciones muchísimo más dolosas como la de las preferentes o la salida a bolsa de Bankia, con pruebas documentadas por centenares de correos de Blesa. Ni el jefe del Estado ni nadie de su entorno puede despreciar la indignación generalizada por el uso de esas tarjetas con esa gráfica expresión: “Lo demás, merde”.  

Informa la Casa del Rey que la amistad con López Madrid “ya no existe”. Cabe deducir que se asume que en los distintos procesos judiciales que le afectan (las tarjetas, la Púnica y una oscura historia de presunto acoso a una doctora) hay suficientes indicios como para no mirar a la cara a tan ilustre examigo. Al rey le convendría no olvidar que una de las causas de desprestigio de su padre fue su capacidad para rodearse de amistades con tendencia a acabar en los tribunales. Pero sobre todo es obligatorio que en la Jefatura del Estado y alrededores se guarde un respeto infinitamente más escrupuloso a los ciudadanos que a los amigos.

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